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La Plata y su periferia cuenta con 240 asentamientos, ni más ni menos que un 11,6% del total de estos barrios precarios de todo el territorio de la Provincia. Representa un total de 190.000 platenses que viven en una precariedad extrema.
El 90% de estos hogares no cuenta con acceso a la red de cloacas; un 70% no tiene acceso formal a la red de energía; el 80% carece de gas; el 60% no accede a agua con tanque; el 40% no cuenta con alumbrado público, mientras que el 60% debe tirar la basura a la calle. A esto hay que sumar la escasa cantidad de calles asfaltadas, como así también el drama de que vivan muchos integrantes de una familia en una pequeña casilla, en algunos casos extremos hasta con piso de tierra.
La precariedad es el denominador común ante cualquier situación "no esperada", como fueron las inundaciones de 2013. Es claro que en estas condiciones es necesaria una acción enérgica para prevenir el contagio del virus, en términos de testeos efectivos, alimentación y organización barrial. El municipio, comandado por el macrista Julio Garro, llevó adelante controles a unos 3.000 vecinos de asentamientos ubicados en Olmos, Tolosa, Los Hornos, Abasto, Altos de San Lorenzo, Villa Elvira y San Carlos. Una cifra irrisoria ante los 190.000 habitantes del área. Este es el resultado de la acción de los "comités de crisis barriales", impulsados desde el gobierno, para "evaluar la implementación de los operativos sanitarios, los diagnósticos, las medidas de asistencia social, el cumplimiento de medidas preventivas" (El Día, 28/5).
Un grupo de organizaciones sociales adaptadas al estado sugirió "identificar a una autoridad sanitaria que coordine y monitoree la aplicación de las pautas sugeridas y un comité de crisis interministerial" (El Día, 28/5). Ni el estado ni sus organizaciones se muestran capaces de ofrecer una salida real a esta crisis.
El 28% de los casos positivos de La Plata son trabajadores de la salud - en el hospital Gutiérrez, el Rossi y también en el San Martin.