Marcha Global por Gaza

Carlos Trotta: “La distancia que nos separa de Palestina es solo geográfica”

Escribe Olga Cristóbal

El cirujano marplatense cuenta desde El Cairo cómo, con allanamientos y deportaciones, el gobierno egipcio frenó, a pedido de Israel, las tres caravanas que iban hacia Rafah.

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La semana pasada, el gobierno de Egipto detuvo e interrogó a cientos de personas que habían aterrizado en el aeropuerto de El Cairo o se alojaban en hoteles de la ciudad con el objetivo de unirse a la Marcha Global hacia Gaza.

Unos 400 activistas fueron deportados por el Gobierno, que devolvió dos vuelos completos. Eran parte de las cerca de 4.000 personas provenientes de más de medio centenar de países, que tenían previsto viajar en autobús desde El Cairo hasta El Arish, en el norte del Sinaí egipcio, el 12 de junio, y luego recorrer a pie los 50 kilómetros hasta el paso fronterizo de Rafah, donde iban a acampar durante tres días.

Rafah es el paso entre Egipto y Gaza, donde se levantaba una ciudad de 300.000 habitantes que fue totalmente arrasada por los bombardeos de los sionistas. Está controlada por el ejército israelí y, del lado egipcio, miles de camiones de ayuda humanitaria esperan que les abran paso, mientras los palestinos mueren literalmente de hambre.

La Marcha no tenía intención de entrar a Gaza. Iban a permanecer tres días en la frontera y entregar alimento y 300 tiendas de campaña a los palestinos. Pedían el fin de la guerra en Gaza y presionar para que entren los miles de camiones de ayuda que se encuentran bloqueados fuera de la Franja.

Esa primera caravana pensaba confluir con una segunda, de varios miles de personas que partió el lunes pasado de Túnez y recorrió el Norte de África -Argelia, Libia, Mauritania, Marruecos- con el propósito de llegar a Egipto. Integrada por sindicalistas, políticos, activistas de derechos humanos, deportistas, abogados, médicos, periodistas y miembros de organizaciones juveniles, las autoridades libias les cerraron el paso en la frontera a pedido del gobierno egipcio.

Un tercer convoy humanitario, que había partido desde El Líbano a través de Siria y Jordania, también fue detenido.

El abyecto régimen de Abdel Fatah Al Sisi acató así la indicación de Israel de que impidiera que las delegaciones llegaran hasta Rafah. Para los palestinos ni un medicamento ni un pedazo de pan, esa es la divisa de Israel que ejecutan sus cómplices árabes.

El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, tildó a los participantes de los convoyes de «manifestantes yihadistas» y añadió que ponían en peligro la seguridad de sus soldados y no lo permitirían. Katz advirtió que, si El Cairo no detenía la marcha, lo haría el ejército.

No hizo falta: Donald Trump ha designado a el-Sisi como “su dictador favorito”. El régimen es un cómplice activo del genocidio palestino y funciona cuidándoles las fronteras a los sionistas. A cambio, Egipto recibe la segunda mayor ayuda militar estadounidense del mundo, después de Israel, y tiene la garantía de que los defenderán en caso de cualquier renacer de la primavera árabe.

Política Obrera habló con el cirujano argentino Carlos Trotta (83), que está en El Cairo después de intentar infructuosamente romper el bloqueo en la Flotilla de la Libertad que los sionistas interceptaron en aguas internacionales.

Trotta, de Médicos sin Fronteras, estuvo como voluntario en el hospital Al Shifa de Gaza durante la Operación Plomo Fundido, en 2008-2009, una invasión durante la cual en unos pocos días Israel asesinó 1.200 palestinos, incluidos 300 niños.

“La Marcha Global por Gaza era una manera de expresar solidaridad, acompañamiento y denuncia por el genocidio del pueblo palestino. Esa era la razón por la cual muchísimas personas de muchos países se congregaban o intentaron congregarse aquí en El Cairo. Y digo intentaron porque gran parte, muchos de ellos, fueron detenidos y deportados a sus países de origen después de retenerles los pasaportes un buen rato. También hubo un intento de llegar por tierra desde Túnez recorriendo en diferentes vehículos todo el norte de África. Pero también allí se les impidió el paso en la frontera. Nosotros salimos hacia Rafah, como era nuestra intención, nos encontramos con que había numerosos puestos de control que no permitían avanzar, que retenían los pasaportes, que ejercían malos tratos sobre los integrantes de la caravana”, agregó.

Trotta y sus compañeros “con suerte y con ingenio” lograron avanzar muchos kilómetros, pero finalmente los detuvieron, les quitaron los pasaportes y en horas de la noche, sin devolver los pasaportes, "nos mandaron nuevamente para El Cairo. El temor que teníamos en ese momento es que nos iban a deportar y afortunadamente, por lo menos hasta ahora, eso no sucedió”.

Trotta opina que el intento de llegar a la frontera “ha quedado demorado. Pero creemos que de todas maneras se ha cumplido el objetivo porque nos ha retemplado el ánimo, nos ha hecho tomar aún más conciencia de qué es lo que realmente está pasando, qué tipo de reacción tienen los gobiernos occidentales. Pero al mismo tiempo estamos viendo una sociedad civil movilizada en todas partes del mundo. Es muy claro cuál era el verdadero sentido que tenía establecer el Estado de Israel, han mostrado su verdadera cara y no tenemos que bajar los brazos. Lo que nos ha sucedido es nada comparado con el sufrimiento del pueblo palestino.”.

¿Cómo se puede frenar el genocidio palestino?

Primero entendiendo que la distancia que nos separa es solamente geográfica. Que aprendamos la lección, que analicemos lo que está pasando, porque también nuestro país, Argentina y Latinoamérica, están sufriendo los intentos de colonización. También nosotros estamos sometidos a esos intentos de colonización. Y tenemos que luchar no solamente contra la colonización geográfica y política, sino contra la colonización de nuestras mentes, que es a lo que contribuyen los medios hegemónicos, tergiversando absolutamente el origen de todo esto, victimizando a quien no es en este momento la víctima, sino el agresor. La lucha del pueblo palestino es una lucha contra la opresión, contra el hambre, contra esta crueldad que se está desparramando por el mundo, por nuestro país. El rechazo tiene que ser total. Estamos frente a una crisis no solamente humanitaria, sino una crisis de humanidad. Si no damos batalla contra lo que está sucediendo vamos a perder nuestra propia humanidad también. Estoy seguro de que el pueblo argentino, América Latina, las personas conscientes de todo el mundo no lo van a permitir. No tenemos que bajar los brazos, no tenemos que dejarnos acobardar o invadir por eso que llaman las pasiones tristes. Al contrario, con fuerza, con alegría, con convencimiento, tenemos que seguir adelante porque esa es la mejor forma de expresar nuestra solidaridad y acompañar al pueblo palestino.

Efectivamente, nadie ha bajado los brazos. Además de las multitudinarias movilizaciones de este fin de semana en todo el mundo, una coalición de organizaciones de Malasia ha anunciado que fletará hacia Gaza la flotilla humanitaria más grande de la historia. Mil barcos de carga, pesqueros y voluntarios se dirigirán hacia la Franja con el fin de quebrar el bloqueo.

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