Trump avanza en la regimentación política de las universidades norteamericanas: la capitulación de Columbia

Escribe Nicolás Morel

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La Universidad de Columbia aceptó, a principios de la semana pasada, modificar su política disciplinaria y entregar información sobre estudiantes extranjeros al gobierno norteamericano. Meses atrás, Donald Trump había dejado de enviar fondos a las universidades norteamericanas que no revisaran su política sobre las manifestaciones propalestinas que ocurren en sus campus.

Como consecuencia del acuerdo, Columbia colaborará con las investigaciones que el FBI actualmente lleva a cabo en torno a las movilizaciones en la Universidad. Una capitulación en toda regla. Trump ha calificado el acuerdo como “histórico” y advierte que el próximo paso consiste en exportar el contenido de este acuerdo a “otras instituciones que han herido a tantos, y que se han manejado de modo tan injusto”. Para Linda McMahon, secretaria de Educación del trumpismo, el acuerdo significa un “cambio de etapa cultural en el ámbito de la educación superior”.

Desde 2024 se vienen sucediendo acciones por Palestina en distintas universidades norteamericanas, que incluyen, en varios casos, la ocupación de instalaciones y piquetes. Se replicaron en varios puntos del mundo, especialmente en Alemania, Inglaterra y Francia. Columbia es la primera institución que acepta las condiciones del gobierno a cambio del restablecimiento del flujo de dinero: además, deberá incluir en su código de conducta una nueva definición de antisemitismo -la cual incluye cualquier crítica al Estado de Israel- provista por el gobierno norteamericano y pagar una multa de 200 millones de dólares.

Claire Shipman, presidenta interina de Columbia, adelantó que todos los departamentos de estudios orientales de la Universidad serán “sujetos a escrutinio”. También se dejará de colaborar con el grupo Columbia University Apartheid Divest, el cual coordina acciones en el campus contra el genocidio, y se instalará una “fuerza de seguridad” que controlará que no se realicen más manifestaciones dentro de la universidad. La extensión de información personal de los estudiantes al gobierno estadounidense tiene como objetivo aceitar los mecanismos de revocación de visados y deportaciones para estudiantes extranjeros.

Shipman es una colaboradora cercana del Partido Demócrata. Fue presidenta de Columbia durante la ocupación de la universidad de 2024. En aquel entonces el presidente Joe Biden desplegó centenares de efectivos de la policía de Nueva York para dispersar a los manifestantes y contó para ello con el apoyo de las autoridades universitarias.

Días antes de que el acuerdo se hiciera público, Columbia sancionó a 80 estudiantes activistas del movimiento propalestino. En varios casos se aplicaron expulsiones y retiros de grado. Meses atrás, fuerzas federales detuvieron al activista Mahmoud Khalil, un vocero en el ámbito universitario de la lucha contra el genocidio.

La pretensión de avanzar sobre la regimentación de los contenidos de estudio y la vida política de la universidad representa un intento de liquidar a las universidades como espacios de deliberación y liquidar su autonomía relativa respecto del gobierno. Desde hace tiempo que Trump apunta contra Harvard y otras instituciones por impartir contenidos “izquierdistas” y ser centros de “adoctrinamiento”.

El intento por neutralizar la oposición política al gobierno en los campus ocurre mientras en EE. UU. se despliegan deportaciones masivas, recorte del gasto público en salud y jubilación, militarización de una parte considerable del país y aumento exorbitante de la deuda pública. Esto ha generado un reguero de movilizaciones.

Ocurre, también, mientras Israel apura la anexión militar de Gaza y Cisjordania y cierra todos los canales de diálogo con Hamas y la posibilidad de un alto al fuego. El gobierno de Netanyahu ha impuesto una hambruna masiva al pueblo palestino. La “solución final” que intenta aplicar contra los palestinos es el preludio para una extensión de la guerra al conjunto de Medio Oriente y más allá.

La regimentación de las universidades norteamericanas excede las fronteras de Estados Unidos: se trata de la liquidación de las libertades políticas mientras se agudiza la guerra mundial en curso. Contra esta orientación reaccionaria es necesario impulsar la movilización internacional contra el genocidio y la guerra imperialista.

Revista EDM