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Acindar descarga la caída de ventas y falta de producción sobre los trabajadores: sean de planta o contratistas. Las suspensiones corren para todos por igual. Asimismo, la empresa avanza sobre una estrategia ya trazada de achique, flexibilización y desgaste para que los trabajadores accedan a los retiros voluntarios.

El mes de julio cierra con una agudización en las suspensiones: aproximadamente 500 trabajadores, sumadas las que se venían dando por las caídas de turno, reestructuraciones, la parada técnica de REDI y cierre del tren laminador N°2, con la reciente paralización total de la Acería y el Laminador N°1.

La empresa continúa planteando que, debido a la caída en la demanda por la paralización de la obra pública, la apertura de importaciones y la retracción del mercado, debe ajustar y apuntar a ser más competitiva debido a los nuevos jugadores que ingresan en el mercado.

Si bien la empresa ha venido invirtiendo en tecnología en varios sectores, los cuales redundan en una mayor capacidad productiva y, por ende, más competitivos, lamentablemente para los trabajadores su plan de competitividad solo apunta a reducir planteles y profundizar la flexibilización laboral. Su propósito es llevar al mínimo los puestos de trabajo ya sea personal de planta como tercerizado.

Aunque parezca contradictorio para este contexto, hay que comenzar a instalar la reducción de la jornada laboral no sólo para repartir las horas de trabajo y así evitar suspensiones, sino como defensa de los puestos de trabajo y también de nuestra salud. Los nuevos procesos productivos van de la mano de mayores esfuerzos físicos y/o mentales; junto a los turnos rotativos, son factores que perjudican notablemente la salud de los trabajadores.

Mientras Javier Milei anuncia la baja a las retenciones del campo -lo cual tendrá en su mayoría un destino especulativo financiero o inmobiliario- si esos fondos se destinaran a la reducción de la jornada laboral, se incrementaría la cantidad de trabajadores ocupados; y en vez de invertirse en especulación, pasarían a convertirse en consumo concreto, motorizando la economía. Cuando en EE.UU. se instalaron las ocho horas de trabajo gracias a la lucha de los trabajadores, ¿colapsó el mercado? ¿Cayó la economía? Todo lo contrario: se ajustó a un nuevo orden. En estos tiempos de innovaciones permanentes y sobreproducción, es momento de volver a instalar el debate de liberar tiempo de la explotación laboral para convertirlo en tiempo para uno mismo. El descalabro es capitalista, testimonio de un régimen agónico.

La situación en Villa Constitución no escapa o es distinta a la del resto de las ciudades que dependen de la industria. Las políticas gubernamentales continúan atentando contra la clase trabajadora y sus conquistas. Esto debe enfrentarse tanto en los puestos de trabajo como en las calles y en las urnas. Si queremos que cambie el rumbo actual, hay que involucrarse organizarse y luchar por una perspectiva socialista.

Revista EDM