Escribe Alejandro Barton
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Sindicatos y seccionales opositoras a la conducción Celeste de CTERA y autoconvocatorias de Salta, Jujuy, Santa Cruz, Chubut, Tierra del Fuego, Misiones, Chaco, Catamarca, Neuquén, Córdoba, Formosa, Santa Fe, CABA y la Provincia de Buenos Aires han convocado a un paro general. Se desarrollará una marcha desde la legislatura porteña a la Casa de la Provincia de Santa Cruz, en apoyo a la segunda semana de huelga de la docencia de esa provincia. En CABA, el paro será por 48 horas, empezando el miércoles 20, y contará con una movilización al Congreso contra los vetos del Gobierno a las leyes de Financiamiento educativo, de Emergencia por discapacidad y jubilatoria.
La convocatoria responde a una serie de huelgas que tienen lugar tras el receso escolar. La política de licuación salarial del gobierno nacional, con topes salariales del 1 %, son replicadas en los distintos distritos con acuerdos salariales a la baja, empezando por Kicillof. En todas estas luchas provinciales, CTERA se ha llamado a silencio. No podía ser de otra forma: la dirección celeste de SUTEBA acaba de firmar un 5 % de aumento en dos tramos de 2,5 % en septiembre y en noviembre; un acuerdo que va en línea con las paritarias que fija el gobierno a nivel nacional. UTE, en CABA, prosigue la misma política. En la última paritaria, el gobierno porteño dispuso un esquema similar al que firmara SUTEBA: 3 % para agosto y del 2 % para septiembre. Con estos “aumentos” un maestro de grado de jornada simple sin antigüedad cobrará en agosto $ 783.248. Para alcanzar un salario que apenas supere a la canasta familiar, un docente porteño debe tener la máxima antigüedad y trabajar a jornada completa.
Si bien la dirección Celeste de UTE no puso su firma, en los hechos avaló lo establecido por el gobierno de Macri. Se limitó a considerar insuficientes los aumentos y someterlos “a consideración de ‘los cuerpos orgánicos’.”. La misma rutina que viene repitiendo desde hace años para avalar la política salarial de los gobiernos de turno (¡desde antes de la pandemia que no ha convocado a un solo plenario de delegados por las paritarias!).
El riesgo de despidos y las condiciones de trabajo son otros dos motivos para parar y movilizarnos. La implementación de la reforma BA Aprende en las 50 escuelas secundarias piloto ha dejado a un 40 % de los planteles docentes en disponibilidad y la totalidad de los docentes interinos despedidos; la sobrecarga laboral, resultante de las tareas absorbidas en los nuevos cargos y una degradación educativa como consecuencia de la subsunción de las distintas materias en áreas comunes, son también consecuencia de esta reforma. Otras 80 escuelas han sido designadas para ingresar al BA Aprende en 2026, a pesar del rechazo de la docencia en cada escuela, que se ha manifestado en semaforazos y abrazos (EEM N 4 DE 21, Sarmiento, Avellaneda, Roca, entre otros). El hostigamiento en las condiciones de trabajo se expresa también con la pretensión de imponer la huella dactilar para acreditar el presentismo docente y no docente.
El cierre de grados (que motivó abrazos simultáneos en cinco escuelas del distrito 15) y el pasaje compulsivo de escuelas de jornada simple a jornada completa, vulnerando el derecho el derecho a la elección de modalidad de la jornada escolar, son otra cara de esta política de ataque a la educación.
Las jornadas de paro serán también una oportunidad de expresar el reclamo de las escuelas especiales de sostenimiento de su especificidad ante la reforma que impulsa el Gobierno. Con la excusa de la falsa “inclusión”, pretende trasladar gran parte de sus equipos a las escuelas primarias.
La burocracia Celeste es el sostén de la política educativa de los gobiernos provinciales, cuyos gobiernos, independientemente de su filiación política, impulsan una reorganización de la educación definida por la liquidación del salario docente y las reformas educativas que recortan contenidos.
Impulsemos desde las escuelas el paro y las movilizaciones del 20 y 21. La magnitud del ataque sobre la educación demanda una lucha de conjunto, que unifique los reclamos de los distintos niveles en un planteo político y acción comunes; el mismo no surgirá de las direcciones burocráticas de los sindicatos y de CTERA, sino de la iniciativa de las autoconvocatorias y de los sindicatos que desarrollen acciones reales de lucha y organización de la docencia.
