Escribe Comisión ejecutiva de Política Obrera
Un choque político de la clase obrera con las patronales y el gobierno de Milei.
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La cuenca industrial del Paraná ha entrado en convulsión –desde Ramallo al departamento de San Lorenzo, en Santa Fe. Amenaza de nuevas suspensiones y “retiros voluntarios’ en Siderca, Campana; huelga indefinida del personal de las contratistas en Siderar, San Nicolás; suspensiones y cierres parciales en Acindar, Villa Constitución; planteo de quiebra en Celulosa, Zárate y Capitán Bermudez; quiebra de la histórica Vassalli, productora de maquinaria agrícola.
Hace dos semanas que los tercerizados de Siderar vienen cumpliendo una huelga indefinida, por mayores salarios y cambios en las condiciones de trabajo, que ahora prosigue dentro de la fábrica. El personal contratado trabaja bajo el mismo techo de la empresa matriz, pero a menor salario. Las llamadas Pymes, de la “comunidad’ Techint, han sido armadas precisamente para sustraer la responsabilidad laboral de la empresa central, y la vigencia de un convenio salarial inferior. Es la función precarizadora de la tercerización. La lucha envuelve a la principal planta industrial del país, donde el 40 por ciento –unos 7000 compañeros- trabajan para las 50 contratistas que se desempeñan a su interior.
Como ocurre en otras siderúrgicas, los trabajadores de estas tercerizadas se encuentran incorporados a la rama metalúrgica del convenio de la UOM, que se distingue de la rama siderúrgica, entre otras cosas por una condición salarial y laboral inferior. La paritaria de la rama siderúrgica ha sufrido dilaciones desde el ascenso de Milei, como parte del propósito más amplio de la patronal de los Rocca de eliminar la “ultraactividad”, como se denomina a la prórroga de los convenios vigentes hasta que se firma una nuevo. Los Rocca quieren eliminar el convenio por industria; establecer la prevalencia del convenio por empresa y de escalas inferiores; en definitiva, imponer los contratos individuales como Bolsonaro los estableció en Brasil. La burocracia de la UOM ha sido incapaz de imponer la firma de un convenio colectivo en la Siderurgia, y se ha sometido a los techos del gobierno en cuanto a la rama metalugica, en perjuicio del salario. Los compañeros de las contratistas fueron los màs perjudicados.
En este cuadro, y a través de asambleas masivas, los compañeros resolvieron ir a la huelga por un aumento de salarios de entre el 38 y 53 por ciento según la categoría. A comienzos de esta semana, la patronal de Techint pidió la intervención del Ministerio de Trabajo de Nación, el cual decretò de inmediato una nueva conciliación obligatoria –la cartera de la Provincia ya había dictado una sin resultados. Los trabajadores entendieron a esta injerencia oficial como una maniobra contra la huelga y obligaron a la UOM a desconocer la conciliación. La reacción de la patronal fue impedir el ingreso de 220 compañeros de dos contratistas durante dos días. Pero la huelga persistió, y en este jueves, Rocca habilitó los ingresos de estos trabajadores, que continuaron parando mientras se desarrollaba una nueva instancia de negociación con la UOM. En el interin, Rocca amenazó con el cierre del alto horno, o sea la interrupción sin tiempo de la producción. El Concejo Deliberante aprobó una resolución que califica como “extorsiva” la “actitud patronal”, pero sin pronunciarse a favor del reclamo de los obreros.
Naldo Brunelli, el burócrata vitalicio de la regional y diputado por el FdT, UxP y Fuerza Patria –los nombres cambiantes del peronismo que rechaza el suyo propio- hizo una declaración extraordinaria a la prensa de la Zona Norte: “Los trabajadores no tienen nada que perder”, con sus salarios actuales. La huelga indefinida de los obreros tercerizados es una respuesta a la quiebra jurídica y política del sistema relaciones laborales. El conflicto y la lucha que ha desatado no tiene retorno y demanda un enfoque clasista y socialista de la crisis que está planteada
El conflicto de Ternium (el consorcio internacional de las empresas de Rocca) tiene lugar en medio de un escenario crítico en todo el cordòn industrial desde San Lorenzo y Villa hasta Campana. La crisis se concentra en la siderurgia: en Villa Constituciòn, Acindar ha redoblado las suspensiones, con 200 nuevos compañeros parados que recibirán el 75 por ciento del salario. En Campana, Siderca argumenta la necesidad de reducciones de producción para empujar a retiros “voluntarios”. Más allà de la siderurgia, en el sur santafecino, Celulosa y Vasalli –maquinaria agrícola- enfrentan crisis terminales.
Las patronales del acero se amparan en el derrumbe del mercado interno –industria, obra pública y privada. Pero es esto lo que han venido alentando, con la expectativa de que sirva para imponer a pleno una vasta reducción de personal y una precariedad laboral extrema, con salarios de poder adquisitivo decreciente. El problema es que la crisis dura ya dos años y lejos de dar señales de finalizar se ha acentuado en extremo. La motosierra libertaria que han impulsado los lleva a una parálisis del capital invertido y a un inmovilización industrial sin perspectiva de salida. La huelga de los compañeros tercerizados plantea la cuestión política de poner fin al gobierno de Caputo-Milei. La medida reactivadora más elemental abriría una crisis fiscal y una devaluación del peso. No existe ninguna corriente internacional de capitales dispuesta a hacer obra pública en Argentina, no digamos a aumentar la demanda de consumo. El derrumbe que ha sufrido el plan económico, como se refleja en el choque del gobierno con los bancos y en su incapacidad para refinanciar deuda pública, ha recibido, no ya un nuevo golpe, sino un golpe potencialmente definitivo si la lucha se proyecta a una huelga general de la cuenca del Paraná por un programa de reivindicaciones salariales y laborales, acompañadas por el reclamo de un plan de obras públicas financiado con impuestos progresivos a los grandes capitales y el desconocimiento de una deuda pública con tasas de interés abusivas. Este es el contenido social y político de la rebelión de los precarizados, que en otras acerías ha incorporado al personal de contratación directa en diversas movilizaciones recientes. La determinación y masividad del conflicto de Ternium obligò a la UOM a intervenir –el ya mencionado Brunelli ha hablado del “mayor conflicto de la historia” de la planta.
En la principal fabrica de la Argentina, los obreros de las tercerizadas denuncian que las condición laborales y salariales de Milei-Caputo son incompatibles con la clase obrera. En la crisis del gobierno liberticida interviene ahora la clase obrera. La crisis política toma otra altura, que probablemente se manifieste en el voto en la Provincia, casualmente en el día del metalúrgico, el próximo 7 de septiembre.
Pero no es el voto ni la Legislatura ni una bancada de ‘patriotas’ y ‘patria’, la que va a resolver el estallido de las relaciones laborales y debajo de ella la relación política e histórica de la fuerza de trabajo y el capital. Con esta caracterización planteamos, en las actuales circunstancias lo siguiente:
Una huelga genera activa de toda la clase obrera industrial de la cuenca del Paraná. La reivindicación de un salario y jubilación mínimos de 2 millones de pesos, indexados al costo de la canasta familiar.
La aceptación de los pliegos en cuanto a las condiciones laborales.
Cese de suspensiones y despidos, reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario.
Una campaña por un plan de obras públicas con capacidad de reactivar la producción, ejecutado por el Estado y bajo supervisión de prioridades y costos por parte de los trabajadores.
La apertura al público de las cuentas de todas las grandes empresas sin excepción.
Por un plan común de los obreros de la Siderurgia de Argentina con los de Brasil, en función de la intereses de los trabajadores y para derrotar la guerra económica que ha desatado el imperialismo norteamericano y Donald Trump contra América Latina.
