Escribe Fernando Lothar (locutor LRA1, Radio Nacional, de Bs. As.)
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La hoja de la foto refleja la espeluznante censura que sufrimos en la emisora pública así como el vaciamiento. Esto incluye sueldos de índigencia planchados sin paritarias desde hace mucho tiempo, retiros (in)voluntarios, despidos, falta total de mantenimiento edilicio y ausencia de inversión tecnológica desde hace más de 10 años en las 49 emisoras de todo el país.
En el Servicio Informativo cada día nos serruchan temas. Hasta el punto que nos prohíben difundir, no sólo la palabra de alguien de la pseudooposición y las luchas sindicales, sino hasta la opinión de alguien del Gobierno liberticida porque no quieren instalar ciertos temas tales como el caso de corrupción que saltó en Discapacidad. Asimismo, los boletines antes duraban tres minutos y ahora dos para emitir lo menos posible. El gerente del Informativo nos cuestiona todo porque para estos fascistas todo huele a izquierda o kirchnerismo o propaganda para tal o cual gobernador que no es del palo oficial.
En este contexto, cabe destacar que estamos cada día peor, no únicamente por todos los gobiernos patronales de turno, sino por la tremenda responsabilidad de la descompuesta burocracia sindical. Señalo que, en Radio Nacional, conviven unos 10 gremios, casi todos paritarios, uno peor que el otro. La única oveja negra es ATRANA (Asociación de Trabajadores de Radio Nacional), que todavía no logró la personería completa para ser paritario por las chicanas de cada gobierno en el Ministerio de Trabajo para bloquear esa figura legal. De todos modos, la dirección de ATRANA se viene equivocando al confiar hace un tiempo en una Intersindical que se conformó para abortar todo intento de lucha. Se hicieron algunas asambleas generales de las cuales no salió nada más que alguna acción aislada de protesta hasta su disolución cuando echaron a una compañera de ATE que el mismo gremio se negó a defender. A mis compañeros de ATRANA les advertí en la primera asamblea Intersindical que no había que participar ni confiar, pero no me quisieron escuchar y de hecho, se cumplió mi vaticinio. Asimismo, la quietud de ese sindicato es atronador porque no concretan ninguna acción, no militan la radio para trabajar una asamblea general, para intentar que los compañeros rompan con sus direcciones.
El inmovilismo es muy preocupante y seguimos corriendo el serio riesgo de que la radio desaparezca del mapa así como volaron la agencia de noticias estatal Télam. Como agravante, no nos ayuda el contexto general en el que todavía no hay grandes luchas unitarias del movimiento obrero. Es urgente dar un salto cualitativo y romper con todas las podridas direcciones sindicales burocráticas.
