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Solo durante la jornada de ayer, los trabajadores de ILVA llevaron adelante un corte en las arterias principales del Parque Industrial de Pilar; los trabajadores de Granja Tres Arroyos iniciaron una huelga total de la Planta Pilar contra los atrasos en los pagos y los salarios en cuotas; los trabajadores de otra ceramista en Cortinez, Luján, se rebelaron contra una nueva tanda de despidos que llevan el número total a 136. En Campana, los trabajadores de KTM en Campana continúan su acampe contra el cierre de la planta y los 50 despidos.
Los despidos de tercerizados en Siderar Ternium se cuentan arriba de 400 y en Siderca, arriba de 150, frenados temporalmente por una conciliación obligatoria. En Pastoriza, otra ceramista, la patronal despidió a un turno entero: 15 trabajadores. La química suiza Clariant anunció el cierre definitivo de su planta de la localidad bonaerense de Zárate que dejará sin trabajo a 50 trabajadores. En las automotrices como Peugeot, Volkswagen, Toyota y Ford los despidos siguieron a continuación de los arreglos forzados. Las patronales del neumático despidieron a la mitad de los trabajadores de las fábricas sin que el SUTNA, ni el SMATA ni la UOM llamen a una huelga general.
Este panorama no se limita al cordón industrial bonaerense. La patronal de Swift despidió esta misma semana a 65 trabajadores de su planta de Villa Gobernador Gálvez, Santa Fe. PR5, la química cordobesa, despidió masivamente y desconoce la conciliación obligatoria. Tapebicua, la forestal que produce para Celulosa, tiene suspendidos a sus 400 trabajadores en Gobernador Virasoro, Corrientes. Las otras plantas de Celulosa se encuentran con suspensiones masivas. Los despedidos de la química Fademi, en Larroque, Entre Ríos, cumplen un año acampando frente a la planta, con un fallo de reincorporación vigente que la patronal se resiste a cumplir.
La CGT y el conjunto de los sindicatos no abrieron la boca frente a esta agudización de la crisis industrial, que se presenta como una catástrofe generalizada para los trabajadores. El Confederal de la CGT, recientemente reunido en el Salón Felipe Vallese, se debatió entre profundizar el diálogo con el gobierno de Milei o asumir una posición algo más combativa. El conjunto de los dirigentes sindicales se concentró en la importancia de “mantener la unidad” de la central. Es el señuelo para poder defenderse y preservar ilesos a los aparatos sindicales en medio del derrumbe general.
La discusión de “programas obreros” que se impulsa desde distintos reagrupamientos sindicales, no son planteados como una respuesta a la crisis industrial sino para ser presentados a futuros “gobiernos populares”. Mientras tanto que las patronales hagan y deshagan a piacere. De todos modos, esos programas no salen de un retorno a la protección de la industria a través de aranceles, devaluaciones y cepo, es decir que están alineados con el sector del capital nacional que agita un relevo del gobierno.
Los despidos, pero por sobre todo las suspensiones, son “acompañados” por las conducciones sindicales que se limitan a reclamar soluciones en los pasillos de los ministerios. Esta política se complementa con la de Kicillof cuyo Ministerio de Trabajo dictó conciliaciones obligatorias a troche y moche (Praxair, Georgalos, Ilva, Molinos, Cortines, etc) que han servido objetivamente para enfriar las huelgas y que ninguna patronal fue obligada a cumplir.
Es cierto que el gobierno de Milei ha guardado para algún mejor momento sus proyectos de ley que afectaban intereses de la burocracia sindical. La discusión de un saneamiento sindical desde el Congreso, con leyes de democratización o una limitación de las renovaciones de mandatos o el fin de los aportes de los no afiliados, no es parte de una agenda de planteos de la clase obrera, sino que es agitado desde la derecha, para reforzar la injerencia estatal en los sindicatos y para hacer pie en una nueva burocracia. A este clima responden los aires de renovación sindical que impulsan los hermanos Daer y hasta cierto punto Moyano.
La nueva generación que actúa en los conflictos y en las luchas va masticando y recorre a toda velocidad esta experiencia. La adopción de métodos de lucha más profundos, como los cortes de ruta, las ocupaciones de fábrica o la generalización de una huelga parcial fueron parte de la discusión de las asambleas de ILVA, de Georgalos -que reclamó en un plenario de delegados del STIA un paro general- de Praxair, Molinos. Los trabajadores de Granja Tres Arroyos fueron los convocantes de una pueblada de Concepción del Uruguay en su apoyo. La necesidad de una coordinadora regional, fundado por un plenario convocado por las fábricas en lucha, debe ser impulsada en todos los frentes.
El rescate del plan económico del gobierno de Milei impulsado por Trump y su secretario del Tesoro, promete agravar todavía más agudamente la crisis que atraviesa la clase obrera. Pero también lo hará una devaluación y un retorno al cepo, como reclama un sector del gran capital. La única vía de respuesta a esta crisis histórica es una intervención también histórica de la clase obrera: por una huelga general contra los despidos, las suspensiones, por el salario igual a la canasta familiar, por la derogación inmediata de todas las leyes laborales flexibilizadoras, por un gobierno de los trabajadores.
