Escribe Camilo Márquez
El relevo a cargo de una candidata izquierdista y el descontento por abajo.
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Catherine Connolly era un nombre desconocido para la mayoría de los irlandeses hace apenas unos meses. De 68 años, sostiene que Irlanda debe ser neutral en los conflictos armados actuales, es crítica de la OTAN y del rearme europeo, así como de la invasión rusa de Ucrania. Sus críticas a Israel y la Unión Europea le han granjeado una reputación de radical: "legisladora del extremo izquierdo del espectro político irlandés”, la define Reuters.
El triunfo ha sido aplastante: recogió el 63 % de los votos, contra 29 % de su competidora. Si bien su candidatura es independiente, Connolly recibió el apoyo del Sinn Fein y del Partido Laborista. El primero decidió no presentar una candidatura propia sino volcar sus formidables recursos y organización electoral en apoyo de Connolly. Sin estar previamente vinculada a la causa de la unificación irlandesa, la declaró "previsible".
Durante los 80’, Connolly militó en el Partido Laborista, pero rompió en 2014 debido a “desacuerdos ideológicos”: Algunos antiguos compañeros laboristas la califican de “dogmática e inflexible”. Será la tercera mujer al frente de este país miembro de la Unión Europea desde 1973 y con una población de 5,2 millones de habitantes.
Su éxito se explica por la captación del voto juvenil, su difusión efectiva y su presencia en las redes sociales, en medio de un creciente enojo social: “La ira por la crisis de la vivienda y el costo de vida, los errores de campaña de la coalición gobernante de centroderecha” cuenta The Guardian. Conolly se volvió blanco de la furia sionista por sostener que Hamas es "parte del tejido social del pueblo palestino". Algunos de los partidos que apoyaron su candidatura tomaron distancia de estas declaraciones. Más tarde ella misma se corregiría “condenando rotundamente" a la milicia palestina y afirmando que tanto Israel como Hamas han "cometido crímenes de guerra". Sobre Israel dijo que se comportaba como un “estado terrorista” y fustigó al primer ministro británico Keir Starmer, declarando que "no le correspondía" decir que Hamas no debería tener ningún papel en la política futura de un estado palestino. Por otro lado, comparó el rearme de Alemania con el militarismo bajo el régimen nazi. "Me parece que existen ciertos paralelismos con la década de 1930", declaró en un debate en el University College de Dublín.
Actualmente el gobierno irlandés está en manos del partido Fianna Fáil, de centroderecha. Éste y otro partido conservador, el Fine Gael, han dominado la política irlandesa durante un siglo, pero para la elección presidencial se presentaron divididos, a pesar de gobernar en coalición. “Los partidos de derecha en el gobierno apenas lograron encontrar candidatos viables, y mucho menos hacer campaña. Las elecciones se convirtieron, cada vez más, en un referéndum sobre el propio gobierno” (WSWS).
En Irlanda rige una democracia parlamentaria, la función del jefe de estado se considera mayormente simbólica. Sin embargo, ostenta algunas facultades claves, como la de remitir proyectos de ley al máximo tribunal del país para determinar su constitucionalidad, disolver la cámara baja del parlamento y convocar nuevas elecciones, en caso de que un primer ministro pierda el apoyo. “En Gran Bretaña, algunos han comparado a Connolly con Jeremy Corbyn y se maravillan -o se lamentan- de que un estado de la UE haya virado a la izquierda cuando tantos otros países se han desviado hacia la derecha o la extrema derecha” (The Guardian). El apoyo del Sinn Fei y el Partido Laborista no es un detalle. Se trata de partidos que revisten enteramente en el campo del imperialismo. El Sinn Fein, considerado el brazo político del IRA, se encuentra subordinado desde hace mucho tiempo a la política del imperialismo británico. La burguesía irlandesa abandonó la lucha por la unidad nacional de Irlanda aceptando su partición a finales de los 90 (Acuerdo de Belfast) en lo que marcó la fractura y el fin de ese movimiento armado. La unidad de estos dos partidos y otros menores alrededor de la candidatura de Connolly prepara un relevo de los partidos desprestigiados de la derecha luego de un siglo al frente del poder.
