Escribe El Be
Una página de la historia de la clase obrera.
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Hace medio siglo, bajo el gobierno de Isabel Perón, moría en la clandestinidad, oculto en Buenos Aires, el dirigente de Luz y Fuerza de Córdoba, Agustín Tosco. Se ganó un lugar en la historia de la clase obrera argentina como dirigente antiburocrático y por su protagonismo en el Cordobazo, en mayo de 1969. Frecuentemente elogiado desde cierto sector del peronismo, la burocracia sindical de la CGT no realizará ningún tipo de homenaje –como el que le ha rendido, en cambio, al ´leal´ José Ignacio Rucci, un protagonista de la derecha peronista y las tres A, colaborador de la dictadura de Onganía que encarceló a Tosco. En vida de ambos, Rucci y Tosco tuvieron numerosos cruces, algunos transmitidos por televisión. Tosco encabezó junto a Raimundo Ongaro la “CGT de los Argentinos” desde 1968, en oposición a la “CGT Azopardo” (vandorista). La CGT de los Argentinos fue instrumental en el retorno de Perón.
Siendo muy joven, Tosco ganó la conducción del sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba durante el mandato presidencial de Perón, interrumpido por el golpe de 1955. Fue destituido y encarcelado por la dictadura “Libertadora”. Volvería a las cárceles durante el Onganiato, como represalia por su participación en el Cordobazo.
Tosco estuvo ligado al Partido Comunista y siguió la línea de ese partido frente a las cuestiones políticas y sindicales más importantes. El PC tomó la iniciativa en la creación del Encuentro Nacional de los Argentinos (ENA), con la participación de Tosco. El PC utilizó al ENA para integrarse a la tregua del “pacto social” con el gobernador cordobés Bernardo Bas.
Tosco se opuso a que el clasismo se estructurara como alternativa política nacional independiente. Así lo dejó en claro en el plenario sindical antiburocrático que tuvo lugar en Villa Constitución en 1974. Rechazó, asimismo, integrar una fórmula presidencial con Armando Jaime (de la CGT Salta) en las elecciones presidenciales de 1973. La razón era evitar la confrontación con la candidatura de Perón.
Perón impulsará en 1974, en Córdoba, el Navarrazo -un golpe contra el gobierno provincial, vinculado a la izquierda peronista- comandado por el jefe de la policía local. A diferencia de 1969, no llamó a una huelga general contra el golpe policial, que contaba apenas con un pelotón de tropas adictas. Tampoco lo hicieron Obregón Cano y Atilio López, gobernador y vice de la provincia, que representaban a la izquierda del peronismo. Tampoco lo hicieron Tosco y René Salamanca (del PCR), que declararon su “prescindencia” de lo que consideraron una disputa “interna” entre peronistas. El “Navarrazo" daría pie a un giro en la situación política, cuando Perón intervino la provincia, con un apoyo tácito de la UCR y su líder, Ricardo Balbín. A partir de ese momento cobra fuerza el terrorismo de Estado comandado por Perón.
En oportunidad del Villazo -como se conoció a la rebelión de los trabajadores metalúrgicos en Villa Constitución por el reconocimiento del triunfo antiburocrático en marzo de 1974- se pusieron en evidencia nuevamente los límites de la orientación política de Tosco. El cordobés, junto a otras destacadas figuras del PC y de la izquierda peronista, utilizó todo el peso de su autoridad política en el movimiento obrero para bloquear la formación de una coordinadora obrera a nivel nacional, planteada objetivamente para resistir los ataques del gobierno. La principal preocupación de todo el arco de la izquierda subordinada al peronismo, dentro de la cual estaba Tosco, era evitar chocar con Perón. Esa fue la posición sostenida por el Partido Comunista, Peronismo de Base, Alberto Piccinini, Agustín Tosco y René Salamanca, quienes, en el gran plenario convocado por los trabajadores en lucha de Villa Constitución, propusieron limitar el encuentro a la aprobación de una serie de declaraciones. Según sostenían, no estaban dadas “las condiciones para romper (sic) con el gobierno de Perón”, ni para preparar una ruptura que la derecha peronista, sin embargo, organizaba sistemáticamente para proscribir al sindicalismo combativo.
Política Obrera sostuvo entonces que Tosco y los otros dirigentes que intervinieron como él, concurrieron al plenario “para imponer con su presencia lo que querían la JP y el PC con sus ausencias: que del plenario no saliera nada, ninguna coordinación entre las fuerzas sindicales asistentes, ningún paso efectivo para estructurar una corriente antiburocrática a escala nacional. Los argumentos dados fueron variados: que no había llegado el momento, que no estaban presentes otras fuerzas, que no había que repetir los ‘errores’ del Congreso de SITRAC-SITRAM (…). Esta última mención es significativa, porque Tosco y su corriente sindical aislaron a la corriente clasista encabezada por esos sindicatos. René Salamanca, sin embargo, encabezaría la conquista del SMATA Córdoba, en 1975, con una lista de esa corriente clasista.
Con las derrotas de la clase obrera, Tosco se convirtió en blanco predilecto de las patotas asesinas de la Triple A –bajo el gobierno peronista. En octubre de 1974 fue intervenido el sindicato de Luz y Fuerza y Tosco debió huir y pasar a la clandestinidad. Asediado por la policía y las patotas peronistas, morirá en Buenos Aires, víctima de una infección tratable, a la joven edad de 45 años.
