“Acuerdo comercial”, la hoja de ruta de una re-colonización de Argentina

Escribe Marcelo Ramal

El botín de una guerra imperialista internacional.

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El largo y ambiguo título del texto que difundió la administración Trump –“Declaración común en torno de (sic)un Marco General para un (sic) acuerdo de comercio recíproco e inversiones entre Argentina y Estados Unidos”- no es sólo una formalidad burocrática. Pone de manifiesto que no se firmó un acuerdo comercial. Sencillamente, lo que hizo el gobierno Trump es establecer una hoja de ruta para las extorsiones y condicionamientos que le impondrá a la Argentina, a cambio de un rescate incierto de su cesación de pagos.

En un mismo acto, Trump firmó acuerdos casi calcados con Ecuador, Guatemala y El Salvador. Pero la corresponsal de Clarín en Estados Unidos informa que “podría no haber una firma oficial (del acuerdo) y que se fuera activando de a poco al ritmo de los intereses de Trump, y entonces los puntos más controvertidos pasarán en forma inadvertida” (14.11). Ese manejo explica la difusión de un mero ´´marco general”, y se corresponde con el régimen de golpes de mano que caracteriza al gobierno Trump en general, y a su manejo de la guerra comercial internacional en particular.

El texto es intencionalmente ambiguo con las pocas concesiones que ofrece a Argentina. El ingreso de carnes a los Estados Unidos queda difuminado en una “ampliación recíproca del comercio bilateral”. Podría autorizar un cupo a las carnes de Argentina para contrarrestar la carestía de alimentos provocada, precisamente, por la guerra comercial lanzada por Trump.

El “marco general” promete rebajas en los aranceles para el aluminio y el acero argentinos, pero con importaciones a Estados Unidos limitadas a un cupo. En cambio, el mercado yanqui se abre más generosamente a los “recursos naturales no disponibles”, una alusión inconfundible a las eventuales exportaciones mineras desde Argentina, y a los minerales críticos. Apunta a dominar la cadena de suministros para el complejo industrial tecnológico militar de los Estados Unidos en la guerra contra China.

El acuerdo habilita a que Argentina exporte “medicamentos no patentados”. Pero a cambio, exige la revisión del régimen nacional de patentes. Las farmacéuticas norteamericanas vienen reclamando el respeto “irrestricto” a la propiedad intelectual de sus innovaciones en el mercado argentino, incluso cuando éstas no pasan de cambios menores a formulaciones medicinales cuyas patentes han vencido. La misma indicación se realiza para las marcas en general. Esta imposición del monopolio extranjero en las marcas, fue la colisión que llevó al cierre de la Salada. El protoacuerdo plantea también la “aceptación de las normas estadounidenses” en los productos alimentarios o farmacéuticos provenientes de ese país. El ANMAT, el Inti y otros organismos deberían declararse prescindentes en esos casos. Argentina se convertiría en una zona franca “selectiva”, sólo para los productos norteamericanos. El gobierno partidario de “la libertad” le daría a ese país prerrogativas que sólo existían bajo el monopolio colonial español hace 400 años.

China y el comercio internacional

Es muy claro que este “marco general” plantea una crisis y una fractura en el comercio internacional de Argentina. La eliminación de tasas y trámites a las importaciones provenientes de Estados Unidos -que figura en el texto- le otorgaría a ese paí una ventaja apreciable, incluso respecto de Brasil y del Mercosur. Aunque el texto no menciona a China, está lleno de alusiones - “países con prácticas no mercantiles”- para que Argentina replique la guerra comercial de Trump contra el gigante asiático. Estas mismas admoniciones, en “copie y pegue”, le fueron incorporadas a los acuerdos con Guatemala, Ecuador y el Salvador. Estos protoacuerdos, en ese sentido, son un episodio del juego de extorsiones de Trump a Xi Jing Ping y, en un sentido más general, una “captura de posiciones” en el marco de la guerra internacional. El “marco general” con Argentina auspicia una “coordinación para regular el mercado internacional de soja”, es decir que reclama a los exportadores argentinos -donde conviven pulpos yanquis y chinos- que se subordinen a los intereses norteamericanos en este mercado. La “hoja de ruta” coloca a la burguesía exportadora argentina ante contradicciones de carácter explosivo, y plantea una crisis potencial en el comercio con China.

Swap

El método del “marco general”, a través de extorsiones y concesiones “paso por paso”, es el mismo que han seguido Trump y Bessent en relación al salvataje financiero. La “asistencia financiera” a Argentina está subordinada al cumplimiento de las concesiones insinuadas en el “marco general”. El rescate financiero de Bessent-Trump, en este sentido, reviste un carácter inédito, pues convierte a Argentina en Protectorado tecnológico, comercial e incluso militar de los Estados Unidos. Los “marcos generales” con Argentina, Guatemala, El Salvador y Ecuador serán respaldados mediante el cambio de régimen de Venezuela por medio de una guerra.

Revista EDM