Escribe Carlos Suárez
Tiempo de lectura: 2 minutos
El miércoles 12 se aprobó (por “amplísima mayoría”, como les gusta decir) la Memoria y Balance y la Política Gremial del SUTEBA para el próximo año. Documentos que, dicho sea de paso, olvidan incluir algo tan básico como un plan de lucha por nuestro salario o un planteo claro sobre el monto que debería percibir la docencia. Y, por si fuera poco, ni una palabra sobre el Estatuto del Docente, en un momento en el que gobierno, patronales y hasta el imperialismo yanqui vienen avanzando a paso firme con la reforma laboral.
Mientras tanto, la conducción sindical sigue negociando en silencio un nuevo Convenio Colectivo que ningún docente conoce. Todo un modelo de “transparencia”, siempre muy atento a que la docencia no se entere de lo que se cocina a sus espaldas.
Y como si fuera poco, ante los acuerdos comerciales impulsados por Donald Trump y la escalada internacional en curso, el documento aprobado no expresa absolutamente ningún posicionamiento. Mucho menos un balance del reciente apoyo del sindicato a las candidaturas de Fuerza Patria. Silencio total.
En un sindicato vaciado como señalamos, desde la Tendencia Docente Clasista, denunciamos (una vez más) que Baradel presentó todo a libro cerrado, pocas horas antes, y que la mayoría de quienes votaron ni habían hojeado las 26 páginas del documento. Ante esta acusación, solo 10 personas (incluida la Secretaría General) admitieron haberlo leído.
El resultado: una política gremial conocida por apenas 10 personas… aprobada por 108. Es decir, 98 votos acompañando alegremente algo que ni siquiera leyeron. Un verdadero acto de fe sindical, digno de estudio sociológico.
Frente a esta situación, desde la Tendencia llamamos a quienes se oponen a esta política a promover autoconvocatorias y preparar una huelga general por tiempo indeterminado en defensa de nuestras conquistas laborales y previsionales. Con el FONID desaparecido, los acuerdos por WhatsApp y aumentos que duran menos que un recreo, es urgente luchar por un salario equivalente a la canasta familiar, que hoy ronda los 2 millones de pesos.
Y un recordatorio indispensable: si no participamos de las asambleas, otros deciden por nosotros… incluso sin leer lo que están votando. Participar no es un detalle: es la única forma de que semejantes papelones no se vuelvan la regla.
