Escribe Pablo Busch
Paremos los despidos y la sangría industrial con una lucha de conjunto.
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La multinacional norteamericana anunció ayer a sus 220 trabajadores el cierre definitivo de la planta Pilar. Luego de una permanencia de varias horas, los trabajadores fueron abandonando la planta a última hora de la tarde de ayer, ante el compromiso de la empresa de pagar las indemnizaciones. Se calcula que, entre puestos de trabajo directos e indirectos, el cierre de Whirlpool representa una caída de 1.000 puestos de trabajo.
El cierre y los despidos de la planta de Whirlpool se suma a una ola de cierres de fábricas que recorre a todo el país, que es el resultado del agotamiento del plan económico de Milei-Caputo. Esta ola golpea en forma concentrada a los trabajadores en la Zona Norte del Gran Buenos Aires. Kimberly Clark, KTM, SKF, Ilva, Berrys son solo algunos ejemplos de esta ola, que según las estadísticas lleva según un informe de la CEPA, a una reducción de 4500 empresas solo en el último año. Este panorama plantea más que nunca la necesidad de una respuesta de conjunto de la clase obrera: la huelga general.
El de Whirlpool no se trata de un cierre que apunte a realizar una reforma laboral interna, como en el caso de los cierres de ILVA o los despidos masivos en Cortines. La composición de los trabajadores de Whirlpool es esencialmente de jóvenes menores de 25 años, en mayor medida mujeres. Las condiciones de arranque de la fábrica fueron de entrada lo que marca el convenio de línea blanca de la UOM: salarios bajos la línea de pobreza y una importante rotación laboral.
En Whirlpool la reforma laboral se hizo de entrada.
Las condiciones de la desvinculación todavía no se han dado a conocer con claridad. Los dirigentes de la UOM mantuvieron reuniones con la empresa para reclamar el pago del 100% de las indemnizaciones, sin osar reclamar la continuidad de los puestos de trabajo.
La UOM ha acumulado una larga trayectoria de gestionar en favor de la patronal este tipo de situaciones de cierres, despidos y suspensiones, que no se ha modificado con el recambio de Caló por Furlán. Por otra parte, las indemnizaciones, al tratarse de un establecimiento prácticamente nuevo, representan un número muy bajo.
La planta de Whirlpool Pilar pasará a la historia como un ‘bandazo fenomenal’ del capital: fue inaugurada hace solo tres años, en octubre de 2022. De la inauguración habían sido parte el presidente, Alberto Fernández; el ministro de Economía, Sergio Massa; el gobernador bonaerense, Axel Kicillof; y el intendente local, Federico Achával. En tres años Whirlpool pasó de inaugurar la planta Pilar como “la más moderna del mundo” del grupo, a la interrupción total de la fabricación de lavarropas en el país para dar paso a un esquema de negocio sustentado exclusivamente en la importación de bienes terminados.
La planta Pilar fue construida a partir de una inversión de US$ 52 millones, que le permitieron producir 300.000 lavarropas por año, de los cuales 200.000 se habían planificado para exportar a Brasil -un plan que se derrumbó al calor de encarecimiento en dólares de la producción local. La planta que cierra Whirlpool tiene la capacidad de finalizar un lavarropas en aproximadamente 40 segundos. Whirlpool no se trata de una cadena de montaje, sino la planta “más automatizada que tiene la compañía en el mundo” al contar con 22 robots, pero, al mismo tiempo, “es mano de obra intensiva “, lo que la convierte en un modelo híbrido. Los lavarropas que se fabricaban eran de alta gama, con un componente nacional del 50% en los insumos. El objetivo era alcanzar un 70% de componentes locales en un corto plazo.
La volatilidad de la industria argentina -de capitales nacionales y multinacionales- expresa su fuerte carácter de dependencia de los ciclos internacionales, es decir de su ubicación subalterna en el mercado mundial. Durante la crisis de 2001/2002, un industrial de peso había declarado que la esencia de la crisis de desarrollo nacional consistía en que ante cada cambio del precio del dólar los empresarios cerraban las fábricas para dedicarse a la importación.
Esa misma volatilidad planteará más temprano que tarde una reapertura de la planta de Pilar, una vez que se haya producido un ajuste cambiario o se modifique la coyuntura económica con la que se justifica hoy el cierre lo. El planteo de la continuidad de la producción y de los puestos de trabajo debe defenderse en esta perspectiva.
