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Esta semana, el Ministerio de Capital Humano circuló a los medios la noticia de que los programas sociales tienen los meses contados. Más exactamente, en el mes de mayo de 2026 termina el Decreto 198/2024 de comienzos de la gestión de Javier Milei que les daba 24 meses de continuidad. Desde ese decreto, tanto el “Volver al Trabajo” como el “Acompañamiento Social” quedaron congelados en $ 78.000 y tras su desenganche del salario mínimo se eliminaron bonos y aguinaldos.
La ministra Sandra Pettovello se preparó largamente para esta liquidación profundizando su política: más recortes y bajas en los programas sociales, la negativa a brindar alimentos para los comedores populares y avanza con un sistema de vouchers que elimina el giro de dinero. Fue el diario Página/12 el que develó que los programas vencen este 2026, un golpe de gracia a la ayuda social y a 25 años de políticas de asistencia. El reemplazo será un sistema de capacitaciones a cambio de cupones a cargo de empresas como McDonald’s y Sinteplast.
En el lanzamiento hace dos años del Programa Volver al Trabajo, Pettovello anunció con pompa que la prioridad era “la orientación y asistencia en la búsqueda de empleo, capacitación y promoción de emprendimientos productivos”. Nada de esto sucedió, las convocatorias fueron nulas y el Portal Empleo no fue más que una cáscara vacía que sirvió de pretexto para lanzar sucesivos reempadronamientos que daban la baja al que no lo realizara.
Los programas sociales en pocos años fueron desde la cooptación estatal de las organizaciones al subsidio empresarial directo, desde la sanción de la “Ley de Emergencia Social” en el gobierno de Mauricio Macri al “Programa de Inclusión Laboral” de Sergio Massa que cubría cursos, exenciones impositivas y el salario de los titulares que eran contratados. Esto último una muestra que la línea reaccionaria de “que los desocupados no trabajan por falta de capacitación” tiene larga data.
Hoy, con la continuidad de la recesión económica, con cierre de industrias y despidos a lo largo del país los liberticidas saben que no hay una perspectiva de salida a partir de la generación de trabajo o a través del subsidio de una capacitación. Toda la “economía popular” desde las cooperativas a los carreros, cartoneros y changarines viven el parate del comercio y de la obra pública. Y, como reflejan especialistas, entró en crisis por saturación de oferta el trabajo en plataformas digitales como el delivery, la mensajería y el uber; una demostración de la realidad que espera al conjunto de los trabajadores con la reforma laboral.
En ese sentido, este miércoles en la Secretaria de Trabajo se reunió el Consejo del Salario. Los mismos burócratas que en agosto dejaron la línea del salario mínimo en $ 322.000 (con la hora de trabajo en $ 1.600) prefirieron la opción de no firmar un acuerdo y pasar la decisión a consideración de un decreto del ejecutivo. Se aleja la posibilidad de un “reenganche”, o sea, que planes sociales se actualicen junto al salario mínimo y este a su vez por inflación. Pero eso no es lo peor, en un contexto de miseria y despidos crecientes, el Presupuesto 2026 girado al Congreso por Milei-Caputo congela la AUH (asignación por hijo) y la SUAF (asignación familiar) separando su actualización de la fórmula de movilidad de ANSES.
Por el lado de los monotributistas, se prepara un tarifazo con la eliminación de las categorías más bajas para pasarlos al régimen de autónomos, alejando a través de esta recategorización al trabajador de un futuro reclamo por precarización, una medida de impacto para la industria textil donde las patronales perfeccionaron al detalle los esquemas de fraude laboral.
Con esta artillería, el gobierno busca el apoyo del conjunto de la burguesía para que lo acompañe en su pelea contra los derechos de los trabajadores. En el horizonte aparecen varias movilizaciones de cara al mes de diciembre por los reclamos de alimentos, actualización de montos y un bono de fin de año que sirva de paliativo. Y este 20 de diciembre se moviliza hacia la Plaza de Mayo a 24 años del Argentinazo.
Tanto el Polo -oficial- como la UTEP dicen que el objetivo en diciembre es “realizar una movilización unitaria del movimiento piquetero contra el hambre y la desocupación”, pero unificar los reclamos es imposible sin retomar una experiencia de protagonismo desde las bases como el de las Asambleas Nacionales Piqueteras que realice un balance, se delimite de la burocracia y bajo la claridad marque un rumbo y un programa. Que ponga en pie de lucha barrios, refunde asambleas y reconstituya un movimiento de desocupados golpeado tanto por el gobierno liberticida como por la política de los aparatos ‘piqueteros’.
Política que expresó con claridad Emilio Pérsico, exfuncionario de Desarrollo Social y dirigente del Movimiento Evita, que al ser entrevistado sobre la reforma laboral dijo “los formales son minoría, los trabajadores con derechos son apenas el 23 % ¿por qué preocuparnos por una minoría de la clase trabajadora?”. A uno de los padres de la economía popular solo le faltó decir que ‘su tarea estaba cumplida’ porque los trabajadores sin convenio son mayoría.
Contrapongamos a esa política la acción independiente de los desocupados y precarizados por el trabajo bajo convenio, contra los despidos y por todas las conquistas históricas. Ganando la conciencia para la lucha de los millones que se encuentran bajo una reforma laboral en los hechos.
