Una contrarreforma laboral fascista

Despoja a la clase obrera de su ciudadanía. Nota de tapa de Política Obrera N° 134 edición impresa.

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La Reforma Laboral enviada por el gobierno al Congreso es un crimen político y social contra la clase obrera.

No solamente destruye los convenios colectivos, la jornada de 8 horas y el derecho a la indemnización por despido.

No sólo convierte a las cargas previsionales y de salud de las patronales en una ganga.

Es, por, sobre todo, un ataque penal a las huelgas y las asambleas de fábrica; bajo la cobertura antiobrera ‘neoliberal’, es un proyecto fascista.

La legislación laboral, arrancada por grandísimas luchas para proteger a la fuerza de trabajo de la súperexplotación ilimitada del capital, ha sido convertida en un instrumento del Estado para imponer el trabajo forzado.

Puertas adentro convierte a la fábrica en una cárcel, despojando a los obreros de su condición de ciudadanos, o sea, sujetos con derechos políticos; las huelgas, los bloqueos, los piquetes obreros, la elección de delegados de todo el personal, son derechos políticos. Son el arma histórica de defensa contra el inmenso poder del capital, que regula nuestras condiciones de existencia.

La Reforma estatiza las relaciones laborales para someter a la fuerza de trabajo a ‘la disciplina’ de un robot. Prohíbe la organización de los trabajadores de las aplicaciones, independientemente de su propia voluntad. La estatización de las relaciones laborales y de clase es el principio de base del fascismo.

Las excepciones de impuestos y los subsidios a los capitalistas no lo son: son, simplemente, una estafa contra los contribuyentes.

Las patronales pueden privar a la sociedad de los servicios “esenciales” mediante el acaparamiento, los altos precios y el cierre de empresas. ¡La ‘reforma laboral’ no prohíbe el “locaut”! El pulpo Techint tiene el ‘derecho’ de levantar su planta SIAT de Valentín Alsina en protesta porque sus competidores nacionales (la petrolera PAE y los Bulgheroni) quieren comprar más barato los caños a China, pero los obreros de SIAT no lo tienen para impedirlo y reemplazar la gestión parasitaria de Paolo Rocca por una gestión obrera electa y revocable.

No es la primera vez que una burocracia sindical acepta una reforma fascista laboral y sindical. Ya ocurrió con la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler, o con las dictaduras militares en Argentina. La ‘reforma’ contempla la liquidación de las obras sociales y el desfinanciamiento terminal de las jubilaciones. La burocracia integra, sin embargo, el Consejo de Mayo, que es el órgano corporativo estatal de los ‘libertarios’ y los gobernadores, incluso varios peronistas.

Lo hemos dicho durante décadas: Argentina no sufre un “costo laboral”, sufre un “costo capitalista”. Ganancias descomunales, apalancadas con deudas a tasas usurarias, hoy recogenn el 65 % del Ingreso Nacional contra el 35 % de 14 millones de trabajadores activos. Milei está comprando armas y aviones a rolete con un Presupuesto de brutal ajuste social. El capital guarda en las cuentas del exterior el doble de la deuda externa de Argentina: 450.000 millones de dólares. Mientras tanto, Argentina “no crece” (absoluta ni relativamente) desde hace varias décadas.

Las cosas están claramente planteadas: Socialismo, o sea, gobierno de trabajadores, o Barbarie.

“A la lucha cien, a la lucha mil, hoy por ellos, madre, y ellos por mí”.

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Reforma laboral: un cambio de régimen económico y político Peligro inminente: la imposición del trabajo forzado. Por Marcelo Ramal, 09/12/2025.

Revista EDM