Escribe Savas Michael-Matsas
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Las noticias en mayo de 2019 acerca de una crisis política explosiva que sacudía el Partido Obrero (PO) de la Argentina, la sección fundadora y más fuerte del Comité de Refundación de la Cuarta Internacional (CRCI) cayó como una bomba entre las filas de los compañeros de la Cuarta Internacional, quienes hasta entonces no estaban al tanto e incluso en otros ámbitos. La noticia inesperada del agudo conflicto surgido en el partido trotskista argentino, que también incluía a su líder histórico y fundador Jorge Altamira, ha suscitado un interés más amplio, no limitado a las organizaciones que reclaman la herencia de la Cuarta Internacional sino también de la izquierda internacional, particularmente la vanguardia obrera, sus enemigos y sus aliados.
La razón obvia es el peso específico ganado por el PO en su combate durante más de medio siglo, en la lucha de clases y en la vida política de Argentina, en América Latina y a nivel internacional. Más recientemente, el especial papel del PO en el surgimiento del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) desde 2011 en adelante y su promisorio alcance electoral inicial, colocándolo en el foco de una atención política general, de fuerzas políticas y sociales en conflicto, tanto en este país clave de América Latina como internacionalmente.
Esta crisis extremadamente grave en un partido revolucionario de vanguardia, con un gran historial de lucha en la turbulenta historia de Argentina y de América Latina es la manifestación política de un cambio más fundamental, supera los límites de un partido y de un país, reflejando un punto de inflexión en el proceso histórico mundial, en la continua, irresuelta y ahora nuevamente exacerbada crisis global del capitalismo.
Solo los pequeños burgueses cínicos y ciegos políticamente pueden considerar la situación como un episodio marginal, otro incidente en la larga saga de una Izquierda internacional fragmentada y en continuo proceso de fragmentación, “mainstream” o heterodoxa, particularmente común y recurrente entre los trotskistas. Un enfoque de este tipo es una versión vulgar y superficial del mito del eterno retorno de lo mismo, una apología para una “eternidad” no existente del sistema capitalista en el momento más crítico de su agonía mortal, una réplica de la ficción neo-liberal “no hay alternativa”. Las advertencias de León Trotsky son más actuales que nunca, en su última batalla teórico-política antes de su asesinato, en la intervención en la crisis del SWP de EEUU en 1939-40 que involucraba directa o indirectamente a toda la recientemente fundada Cuarta Internacional a principios de la Segunda Guerra Mundial: “Toda lucha facciosa seria en un partido es siempre en el análisis final un reflejo de la lucha de clases” (En defensa del marxismo, New Park 1975, p. 77). La lucha facciosa dentro del Partido Obrero no es “una tempestad en una taza de té” es absolutamente grave y “un reflejo de la lucha de clases” no solamente en Argentina sino también internacionalmente.
Una diferencia crucial, entre otras, entre la crisis de 1939-40 en el SWP estadounidense y la actual crisis en el PO argentino es el hecho de que la primera fue considerada por el mismo Trotsky desde el principio no como un “asunto estadounidense” , una crisis política dentro de la sección nacional más fuerte de la joven Cuarta Internacional sino como un asunto internacional, una cuestión de vida o muerte para la Internacional como tal, frente a los gigantescos desafíos que imponía el salto en la situación mundial, cuando la crisis global irresuelta del capitalismo imperialista en los años 30 llevó a una segunda y más devastadora Guerra Mundial. La absolutamente grave lucha facciosa en el SWP se convirtió en un abierto campo de batalla ideológico y un campo de entrenamiento para los cuadros marxistas de toda la Cuarta Internacional, centrado en el materialismo dialéctico y el materialismo histórico como una guía para la política revolucionaria en nuestra época de guerras y revoluciones.
Es este impulso consciente el que hace que los textos de Trotsky en su libro En defensa del marxismo no sean ni una mera documentación de otro conflicto inter partidario, una especie de “boletín interno” extendido para uso faccioso, ni un texto de fórmulas dogmáticas y directivas administrativas sino una auténtica escuela para el progreso de un marxismo vivo, creativo y revolucionario.
En otro punto de inflexión de nuestra época imperialista, cuando el capitalismo en decadencia se sumergió en una crisis global, luego de los años 2007-08 en otro punto de inflexión de la misma crisis, insoluble y exacerbada una década más tarde, la aguda lucha facciosa en el PO, la sección más fuerte de las fuerzas que luchan a nivel internacional por la refundación de la Cuarta Internacional, de la CRCI, desafortunadamente fue guardada durante un largo período en sacrosanto secreto oculto detrás de las paredes del partido argentino (principalmente entre sus líderes de facción) dejando en la oscuridad a los camaradas internacionales en la CRCI.
Además de algunos signos secundarios y poco claros que fueron visualizados por las delegaciones internacionales presentes en el XXV Congreso Nacional del PO en 2018, incluso tan tarde como en febrero de 2019, en la reunión de la CRCI en Estambul, nada se reveló a pesar de que estuvieron presente los camaradas Jorge Altamira y Pablo Heller, pertenecientes a las dos facciones opuestas, como nos enteramos pocos meses más tarde, cuando era demasiado tarde. En Estambul se decidió de forma unánime un ambicioso plan de acción de la CRCI, sin que las otras secciones supieran que ya estaba siendo socavado por la lucha interna en el PO, lo cual pronto saldría a la luz en el XXVI Congreso Nacional del PO de abril de 2019.
No es casual que, por primera vez en la historia del CRCI, las demás secciones no fueron invitadas a participar del Congreso del PO. Ahora se ha vuelto claro como el agua que esta acción deliberada fue tomada por el Comité Central saliente para una “ajuste de cuentas final” con sus oponentes en la lucha facciosa sin “intrusos extranjeros” o testigos desagradables. ¿Acaso esto no es un síntoma de la enfermedad política conocida en la historia de nuestro movimiento internacional como “nacional trotskismo”?
La crisis interna en el Partido Obrero de Argentina, por mucho tiempo ocultada, se hizo conocida oficialmente para las otras secciones de la CRCI recién el 2 de mayo de 2019 , mediante una carta del compañero Marcelo Ramal denunciado que los dirigentes de la mayoría del PO habían espiado sus correos electrónicos para atacar y difamar a la tendencia minoritaria liderada por él y el compañero Altamira frente al XXVI Congreso del PO en abril último, donde ambos fueron excluidos del nuevo Comité Central.
Incluso este acto unilateral tardío fue condenado inicialmente por el nuevo CC electo y su Comisión Internacional, preocupados que un “asunto interno” del PO se hiciera conocido sin su acuerdo y permiso, a otras secciones de la CRCI, al EEK de Grecia, el DIP de Turquía y el PT de Uruguay.
El shock inicial, la profunda preocupación política y la confusión que se produjeron internacionalmente fueron –y es compresible- enormes. Incluso ahora están muy lejos de haberse disipado.
Primero, el PT pidió una reunión urgente de esclarecimiento entre los comités de las secciones uruguayas y argentinas. Dos miembros del CC del PO y de su Comisión Internacional (R. Santos y P. Heller) se reunieron con los dirigentes uruguayos en Montevideo en mayo. No se resolvió nada. La dirección del PT en un documento enviado al PO y a las organizaciones de la CRCI apoyó el pedido de Marcelo Ramal de un Tribunal Internacional. También expresó su oposición a que los delegados de la Comisión Internacional argentina en el encuentro de Montevideo declararan que consideraban apropiado chequear en forma secreta y “utilizar” los correos electrónicos de otro bien conocido dirigente del PO a sus espaldas…
Mientras tanto, la Comisión Internacional del PO nos suministró un enorme volumen de los boletines internos pre congresales del XXVI Congreso del PO, en español, a pesar de que fuera de América Latina y del mundo de habla hispana, un número extremadamente pequeño de compañeros de las otras secciones de la CRCI pueden leer o entender este enorme material en un lenguaje desconocido.
El 29 de mayo de 2019, en una carta al Comité Nacional del PO recientemente electo y a la tendencia Altamira-Ramal, el CC del EEK apoyado por el DIP, el PT de Uruguay, el MTL de Finlandia (que no sabía absolutamente nada a pesar de ser una sección fundadora de la CRCI desde 2004 y que fue informado acerca de esta crisis por el EEK) y todas las secciones y simpatizantes de nuestra corriente internacional, pedimos una Reunión Consultiva Internacional entre los líderes de nuestro movimiento internacional y ambos lados de la división en el Partido Obrero a tener lugar en Grecia del 22 al 24 de julio, en los márgenes de nuestro Campamento Internacional Marxista. Ambas partes aceptaron la propuesta.
El objetivo de esta reunión fue desde el principio tener un intercambio personal acerca de todos los asuntos en disputa para esclarecer las posiciones políticas involucradas y mediar en la crisis, antes de que una escalada en la lucha facciosa y medidas administrativas llevaran a una división destructiva.
De manera entendible, la principal preocupación y la sincera esperanza que dominaba entre los camaradas internacionales era prevenir un resultado tan desastroso, hacer todos los esfuerzos posibles para restablecer la unidad en el PO sobre una base de principios.
Ahora debemos admitir que habíamos subestimado la ferocidad, la profundidad y la velocidad de la crisis que se desarrollaba dentro del PO.
El conflicto faccioso había escalado en forma rápida y pública, con el CC del PO declarando el 29 de junio que la tendencia Altamira-Ramal, organizada el 23 de junio como una “fracción pública del PO-CRCI” era un “grupo divisionista”, “auto separado”, “auto expulsado” para formar su propia organización hostil al PO oficial. ¿Pero quién puede jamás minimizar el hecho objetivo de que alrededor de 1.000 miembros del PO que firman o apoyan la plataforma política de la tendencia Altamira-Ramal sean considerados por la dirigencia oficial como poniéndose automáticamente en masse, fuera del partido? Una feroz lucha interna facciosa siguió librándose en los medios de comunicación burgueses así como en las redes sociales, con acusaciones mutuas, nuevas expulsiones, más medidas administrativas de la dirección central e incluso denuncias de ambas partes de involucrar al Estado burgués y su justicia en el caso de Tucumán, en la disputa.
La solicitud urgente enviada al CC del PO y a la Fracción Pública por las comisiones internacionales del DIP y del EEK el 30 de junio para un temporario “cese del fuego” hasta, al menos, la Reunión Consultiva de Atenas fue ignorada.
En el mismo período, todas las secciones de América latina y los grupos simpatizantes de Uruguay, Bolivia, Venezuela, Chile, Brasil (incluido Osvaldo Coggiola, el reconocido historiador argentino, un cuadro histórico del PO y uno de los principales líderes fundadores de la CRCI) se pronunciaron públicamente en apoyo a la Tendencia de Altamira-Ramal, a pesar de desacuerdos previos que alguno de ellos (por ej. Opción Obrera de Venezuela) hubieron expresado en el pasado con la dirección del PO y el propio Altamira. En el otro lado del mundo, simpatizantes de la CRCI en Jerusalén, Palestina, así como simpatizantes en España e Italia también apoyaron públicamente a la oposición.
Es obvio que la Reunión Consultiva Internacional que comenzó el 22 de julio involucrando a ambas facciones y las secciones no pertenecientes a América Latina en Europa y el Medio Oriente (EEK, DIP, MTL) había adquirido una importancia internacional especial a pesar de que estaba teniendo lugar en condiciones políticas mucho peores de las que esperábamos encontrar en mayo de 2019.
Permítasenos enfatizar que lo fue y es importante para el EEK. Antes de ir a los enardecidos debates en defensa del centralismo democrático y la lucha entre facciones en nuestro glorioso pasado bolchevique-leninista, esclarezcamos las diferencias políticas involucradas ahora en esta crisis concreta y brutal, su carácter específico y profundo, sus raíces históricas materiales.
Sin este esclarecimiento político, se torna incomprensible la agudeza de la división, la ruptura de las reglas partidarias, las acusaciones mutuas de violación del centralismo democrático, el fenómeno de la formación de una Fracción Pública. Hasta la Reunión de Atenas en julio de 2019, las explicaciones suministradas por el CC del PO fueron muy poco claras y no convincentes. Principalmente la posición oficial, repetida durante en la reunión de Atenas, luego de una pregunta de la delegación del EEK era y sigue siendo que “no había diferencias estratégicas ni de principios entre las dos partes” y que la principal causa era el comportamiento egocéntrico de Jorge Altamira amenazado de perder su posición central en la dirección y que presentaba junto con un círculo que lo rodeaba, posiciones inconsistentes y volátiles.
Este es un hecho sin precedentes en la historia de la crisis política del PO. La separación del partido de más de un tercio de sus miembros, incluyendo el más conocido de sus fundadores, Jorge Altamira, no se puede reducir o “interpretar” simplemente como el resultado de la “explosión egocéntrica” de una persona apoyada por un “pequeño” grupo de seguidores enceguecidos.
No negamos el papel de la personalidad en la historia. Como ha explicado Trotsky (por ejemplo, en Historia de la revolución rusa) este papel puede ser un eslabón crucial en una cadena de procesos históricos interconectados, pero nunca un factor omnipotente o incluso en última instancia el determinante.
Si todo el proceso corriente de explosión (o implosión) centrado en el PO es simplemente producto de la ira personal, el carácter vengativo y de otros rasgos detestables de un “padre fundador” -Jorge Altamira- tratando de reimponer su supuesta media centuria de “dirección de un solo hombre” sobre el PO contra una nueva “dirección colectiva de ex fieles hombres del sí (“sijorgistas”?!, de acuerdo a su propio neologismo), entonces, lamentablemente podríamos decir acerca de esta crisis, repitiendo a Shakespeare, que fue Mucho ruido y pocas nueces.
Una sola persona influyente, asistida por seguidores ciegos de su culto, nunca podría poner en tal peligro la herencia revolucionaria acumulada durante décadas de lucha por el trotskismo en Argentina y América Latina, la lucha del PO, incluyendo nuestra lucha común desde la década del 90, por la refundación de la Cuarta Internacional, a menudo contra la corriente después del colapso de la Unión Soviética. ¿Todo esto fueron castillos en el aire, una ilusión fatal condenada, finalmente a hacerse humo?
Rechazamos una explicación idealista y simplista que disuelve el objeto no solo en el sujeto sino también en el atomizado individuo omnipotente. ¿Tiene este subjetivismo, un verdadero idealismo subjetivo, algo que ver con la dialéctica y el materialismo histórico?
Hasta el momento de la Reunión Consultiva Internacional de Atenas, la única visión insuficiente, todavía muy vaga que podíamos tener (informada también en nuestro periódico Nea Proptiki ) era que la disputa se desenvolvía en torno a la diferencia en las consignas a desplegarse durante la extensa campaña electoral de 2019 : la Tendencia Altamira-Ramal insistía en que el eje de la intervención debía ser la consigna “Fuera Macri (el presidente de derecha) por una Asamblea Constituyente Soberana y un gobierno de los trabajadores” , mientras que el CC elegido en el XXVI Congreso rechazaba esta línea como favorable a un voto por la candidatura del peronista Fernández y contraponía como central el llamado a “Que la crisis la paguen los capitalistas”.
Pero, incluso esta explicación, de alguna manera más política, nos dejó con la impresión de que las razones políticas de la severa crisis en el PO se referían a diferencias en las tácticas electorales. En tal caso, tener una crisis electoral cercana a la destrucción del Partido (con sus implicaciones desastrosas para la CRCI) en base a diferentes tácticas electorales, esta actitud irresponsable por sí misma, solo podría ser un síntoma de capitulación ante el electoralismo bajo las presiones democrático-burguesas del entorno nacional y su “opinión pública”. En otras palabras, sería un caso patológico de “nacional trotskismo” intoxicado de electoralismo.
Durante (y especialmente luego) de la Reunión de Atenas quedó en claro que las diferencias no se limitaban a las tácticas electorales, sino que involucraban cuestiones vitales de estrategia revolucionaria y de teoría marxista.
En el Informe sobre la Reunión Consultiva Internacional presentado por el EEK, el DIP y el MTL el 5 de agosto de 2019 (documentado) la primera pregunta formulada por Savas Michael en nombre del EEK fue “¿existen o no diferencias estratégicas entre las dos tendencias?”
“Un delegado del CN (Juan García) afirmó que existían diferencias políticas importantes con la Fracción Altamira-Ramal, pero no estratégicas; Savas preguntó si las tres siguientes diferencias, ya mencionadas por Juan en su intervención eran o no diferencias en la estrategia revolucionaria:
No se dieron las respuestas apropiadas.
Del otro lado, el compañero Ramal enfatizó que detrás de las diferencias políticas sobre las consignas apropiadas para ser utilizadas en 2018 y 2019, un año electoral, (“Fuera Macri, Asamblea Constituyente libre y soberana, Gobierno de los trabajadores” versus “Fuera el régimen del FMI, que la crisis la paguen los capitalistas, por una salida obrera y de la izquierda”) se expresaban posiciones estratégicas divergentes. Contra el punto de vista de la tendencia mayoritaria, la Fracción Pública insiste primero, en que la crisis económica mundial produjo una crisis de régimen en la Argentina bajo Macri con el colapso del peso y la intervención del FMI y segundo, que es necesaria una agitación constante en la lucha por el poder obrero, incluso en períodos durante los cuales la clase obrera no está aún madura para la lucha para hacerse de ese poder”.
En la reunión, la delegación del CC del PO suministró una carpeta de documentos. El único que estaba no solo en español, sino que también había sido traducido al inglés bajo el título The historical continuity of the Partido Obrero de Gabriel Solano y Rafael Santos confirmó el carácter estratégico de las cuestiones en disputa.
Desafortunadamente, este documento no se discutió en la Reunión de Atenas, a pesar de merecer una atención especial. Puede revelar muchas de las más profundas raíces teóricas y metodológicas de la crisis en el PO y en el movimiento revolucionario internacional actual.
Comenzamos reproduciendo una cita bastante larga pero esclarecedora de este documento:
“Hacia fin de 2018, y de modo algo casual, se desenvolvió un debate por escrito acerca de lo que se denominó “la iniciativa estratégica de la burguesía”. A raíz de una polémica suscitada por un artículo de Altamira en nuestra revista En Defensa del Marxismo que afirmaba que en Brasil y en América Latina la burguesía había perdido la iniciativa y que ella pasaba a manos potencialmente de la clase obrera y la izquierda revolucionaria, se desenvolvió una polémica altamente clarificadora sobre cuestiones políticas, de estrategia y de método (énfasis agregado). La tesis de Altamira contrastaba con el resultado electoral en Brasil donde Bolsonaro se había logrado imponer en las elecciones mientras la izquierda que se reclamaba revolucionaria había quedado reducida a una marginalidad absoluta. El grupo de Altamira defendió tozudamente esa tesis, afirmando que, en la época imperialista, la burguesía estaba imposibilitada de tener una iniciativa estratégica. Así, las guerras mundiales, el fascismo para evitar la extensión del bolchevismo a toda Europa, las guerras fratricidas armadas por el imperialismo –como sucedió en Yugoslavia- la restauración capitalista en los Estados obreros, eran presentados como expresiones de la crisis mundial y no como acciones de la propia clase capitalista para defender con uñas y dientes su dominio de clase. En un desbarranque ajeno al marxismo Marcelo Ramal llegó a afirmar que el fascismo no era la estrategia contrarrevolucionaria de la clase capitalista sino una manifestación de la crisis. La lucha de clases real era sacrificada y se invertían los términos fundamentales del marxismo: el motor de la sociedad dejaba de ser la lucha de clases y ese lugar lo ocupaba la “crisis capitalista”. El sujeto se transformaba en objeto pasivo de la determinación material” (énfasis agregado).
En las oraciones que hemos enfatizado, vemos que, a pesar de las reiteradas negativas, el conflicto dentro de la dirección del PO, al menos desde 2018 sí involucraba “cuestiones de estrategia política”.
Las otras oraciones enfatizadas, en relación a la crisis y la lucha de clases, así como la correspondiente concepción peculiar acerca del “sujeto y el objeto”, también requieren una atención especial.
El artículo de Solano y Santos continúa: “El grupo de Altamira trato de ocultar esta ruptura con el marxismo, acusando a la dirección del partido de un giro “anti catastrofista”. Pero el giro es de Altamira. Como varios se lo señalaron en textos publicados en nuestros boletines internos, se confundía deliberadamente la crisis mundial con la bancarrota capitalista, como categoría específica que muestra una decadencia histórica del régimen social actual (énfasis agregado) –y cuya profundización plantea desestabilizaciones y crisis políticas, y la emergencia de situaciones revolucionarias- con la incapacidad de acción de la burguesía y del imperialismo. Se ignoraban las conclusiones fundamentales presentadas por Trotsky en el III Congreso de la Internacional Comunista, cuando en su famoso texto titulado “Una escuela de estrategia revolucionaria” demuestra como contradictoriamente la burguesía alcanza su mayor perspicacia política, lograda sobre la experiencia de siglos de ejercer su a acción de clase dirigente cuando las bases materiales de su dominación están perimidas y se demuestra incapaz de desarrollar las fuerzas productivas de la sociedad.
Esta contradicción sirve para demostrar la vigencia de la revolución socialista en oposición a quienes la han archivado en nombre del triunfo del capitalismo y refuerza la necesidad de la construcción de partidos revolucionarios a nivel nacional e internacional, pues la burguesía no va a entregar su poder por el simple hecho de que su régimen esté en decadencia, sino que habrá que arrebatárselo por medio de una revolución social.
Esta conclusión, a simple vista elemental para un militante de la IV Internacional, fue calificada como “anticatrastrofista” por Altamira y su grupo mostrando su retroceso a posiciones fatalistas o mecanicistas que ignoran la centralidad de la lucha de clases y las tareas de la construcción del partido y de una vanguardia obrera”.
La polémica sobre la cuestión de la “iniciativa estratégica de la clase capitalista” fue enfocada, lo cual no es sorprendente, en una oración de la sección dedicada específicamente a América Latina, el ambiente continental directo de Argentina, en el artículo de Altamira “Panorama mundial”. Coloquemos la oración en este contexto. En la versión en inglés, publicada junto a la original en español en el periódico de la CRCI Revolución Mundial (N°1, p.33) leemos: “La pelea política por una caracterización adecuada de la etapa actual en América Latina es un aspecto fundamental para determinar una política revolucionaria. Tomados todos los elementos en su conjunto, la burguesía ha perdido la iniciativa estratégica y esta ha pasado potencialmente a la izquierda independiente de los bloques capitalistas”.
“Todos los elementos” se habían resumido anteriormente presentando la situación de los “bloques capitalistas” arriba mencionados en América Latina con un centro izquierda nacionalista exhausto y una derecha en contraataque: “La crisis mundial ha barrido con sus experiencias bolivarianas o nacionales y populares” mientras que “la contraofensiva derechista o “neoliberal” que ha provocado este fracaso no se ha asentado en ningún país (op.cit p.32). Lo que preocupa a ambos bloques es la amenaza de un levantamiento revolucionario de la clase obrera políticamente independiente de ellos.
La contraofensiva del imperialismo y de la derecha proimperialista en América Latina no es negada en el Panorama Mundial presentado por Altamira; el hecho de que aún no se ha “asentado” en ningún país de América Latina está enfatizado. La victoria electoral aplastante de Bolsonaro en Brasil a fines de 2018 ha probado lo opuesto, de acuerdo con el contra-argumento de G. Solano, R. Santos y la dirección central del PO electa en el XXVI Congreso. Ellos afirman que, bajo la presidencia de Donald Trump, el imperialismo ha tomado la iniciativa estratégica lanzando su ofensiva internacional sobre el mundo, particularmente América Latina, como lo muestran los ejemplos de Brasil y Venezuela.
Pero contrariamente a esta visión impresionista y unilateral, los desarrollos demostraron ser mucho más complejos, no lineales, contradictorios: un año más tarde la popularidad de Bolsonaro ha caído desde un 60% en 2018 a un 30%, de acuerdo a las encuestas, han surgido movilizaciones masivas y huelgas, el régimen de extrema derecha, que emergió sobre una base socio-política heterogénea, demuestra signos de crisis, división interna e inestabilidad. Por otro lado, el golpe gorila impulsado por los EEUU y liderado por Guaidó así como los planes para una invasión militar a Venezuela hasta el momento han fracasado. En el mismo continente -América Latina- estallaron levantamientos populares (Haití, Puerto Rico), en Europa emergieron constantes movimientos de masas (los “chalecos amarillos” en Francia) o un nuevo levantamiento revolucionario en el mundo árabe (revoluciones en Sudán y Argelia, nuevas movilizaciones contra el dictador Sissi en Egipto, contra régimen corrupto de Quisling en Iraq, etc.) mientras que el régimen reaccionario de Arabia Saudita que libra una guerra genocida en Yemen fracasa miserablemente y recibe poderosos golpes incluso en sus campos petroleros. Todos estos desarrollos, provocados por las contradicciones insolubles y exacerbadas de la crisis capitalista mundial, marcan una nueva fase de las confrontaciones sociales a nivel mundial y nacional que no pueden ser consideradas simplemente como reacciones defensivas de las masas subordinadas a “las iniciativas estratégicas de las clases dominantes”.
Hoy en día nadie puede seriamente negar que exista una crisis mundial o que una gran cantidad de luchas estén siendo libradas en muchos países, en este contexto. Lo que es negado –y la izquierda internacional se ha convertido en un campeón en pesimismo histórico y escepticismo, antes y después de la crisis de 2008- es la cuestión de si las revoluciones son posibles en la era post-soviética, y si algunas de las luchas que ya han tenido lugar en nuestros días tienen un carácter revolucionario y dinámico.
En el Informe Internacional al XXVI Congreso del PO (BI N°12. P.9) el WSWS de David North en EEUU así como nuestros compañeros del DIP en Turquía son criticados en el mismo párrafo porque los seguidores de North ven que “se ha abierto un nuevo período revolucionario” y el DIP también caracteriza como una revolución lo que sucede en Sudán y posiblemente en Haití.
Primero, tenemos que decir francamente que nos parece no simplemente inapropiado sino verdaderamente ofensivo ver que hayan puesto en la misma posición, en un Informe al Congreso del PO, a peligrosos enemigos y difamadores de la CRCI tales como el WSWS con la sección turca de nuestra corriente internacional. Segundo, y muy importante, vemos nuevamente una manifestación de la tendencia a negar el carácter revolucionario de una lucha mediante la utilización como argumento la valoración errada de que “la clase obrera estuvo ausente” en esas luchas. Los obreros, empleados y desempleados estuvieron físicamente presente en masse, pero políticamente no han tenido el liderazgo político, al carecer de un partido revolucionario y con las organizaciones obreras burocráticas tradicionales ausentes o abiertamente hostiles. Todos los movimientos de masas, en el pasado, pero particularmente los que han surgido en la última década en todo el planeta son heterogéneos. Este es un hecho que presenta una cantidad de desafíos políticos importantes y de cuestiones programáticas para la vanguardia proletaria organizada en un partido marxista de combate, cómo impulsar al proletariado a la dirección de todos los oprimidos, para actuar como una clase universal. Pero esta heterogeneidad de las masas in rebelión incluyendo las gigantescas movilizaciones de las mujeres en Argentina y Brasil, no cancela el carácter potencialmente revolucionario de dichos movimientos.
“Imaginar que la revolución social es concebible sin revueltas de pequeñas naciones en las colonias y en Europa sin explosiones de secciones de la pequeña burguesía con todos sus prejuicios, sin un movimiento de las masas proletarias y semi proletarias políticamente no conscientes contra la opresión de los terratenientes, la iglesia y la monarquía, contra la opresión nacional, etc. Imaginar todo esto es rechazar la revolución social (…) Quien espere una revolución social “pura” nunca vivirá para verla" (Lenin Observaciones s críticas sobre la cuestión nacional- El derecho de las naciones a la auto determinación, Progress-Moscú 1974 p. 145, énfasis en el original).
El problema es más profundo que una caracterización equivocada de la coyuntura y de los movimientos de masas insurgentes. Revela un abandono más fundamental del propio marxismo.
En la larga cita del artículo de G. Solano y R. Santos antes mencionada, los autores hacen referencia al discurso de Trotsky en julio de 1921 ante una asamblea general de los miembros del partido de la Organización moscovita en La escuela de estrategia revolucionaria- El Tercer Congreso Mundial de la Internacional Comunista. En este discurso – una presentación brillante de dialéctica marxista contra todas las concepciones mecánicas lineales de la historia, tanto en su reformismo kautskista o en sus versiones ultraizquierdistas, Trotsky insiste en que la burguesía logra “el florecimiento de su estrategia de clase, en el momento en que es más inmediatamente amenazada por la ruina social” (León Trotsky, Los primeros cinco años del Comintern vol.2 Pioneer Publishers 1953 p.4)
Pero la movilización de todos los aparatos represivos y engañosos de la clase capitalista, de toda su experiencia histórica de dominación de clase, en otras palabras, logrando “el florecimiento de su estrategia de clase cuando es más inmediatamente amenazada por su ruina social” esto no significa, automáticamente, que también tenga “la iniciativa estratégica”. Al contrario, la clase dominante tiene que desarrollar el florecimiento de su estrategia contrarrevolucionaria cuando se da cuenta que ha perdido esa iniciativa estratégica. Tomemos el ejemplo clásico de la historia, precisamente la misma experiencia que Trotsky tiene frente a él en 1921: la irrupción y victoria de la revolución socialista de octubre en 1917, los “Diez días que conmovieron al mundo” y la ola revolucionaria que siguió rápidamente, engullendo a toda Europa desde Hungría, Bavaria y Alemania hasta los astilleros de Escocia y más allá, en casi todos los continentes llegó como un terrible shock para todos los gobernantes imperialistas y burgueses. Estaban viendo perder su control sobre la sociedad perder su monopolio de clase para tomar “iniciativas estratégicas” en un escenario mundial desgarrado por la Primera Guerra mundial.
Movilizaron todos sus medios e instituciones políticas, militares e ideológicas, incluyendo la aristocracia laborista y la social democracia en los países metropolitanos, explotando todas las divisiones e ilusiones entre las masas trabajadoras, y lograron “el florecimiento de la estrategia contra revolucionaria” para repeler mediante una serie de derrotas la revolución socialista mundial en ascenso- sin ser capaces, al mismo tiempo, de rejuvenecer el capitalismo imperialista senil y devolver a su etapa previa de capitalismo ascendente los fundamentos históricamente descompuestos de la sociedad burguesa.
La revolución permanente no es una “ofensiva permanente” del proletariado, como inicialmente Bujarín y otros comunistas de ultraizquierda sostenían. Ni el “florecimiento de la estrategia contrarrevolucionaria” de la burguesía se limita a una permanente iniciativa estratégica para ofensivas brutales de la contrarrevolución. La confrontación histórica entre la revolución socialista mundial y la contrarrevolución burguesa abarca toda una época llena de zigzags, victorias parciales y derrotas, retiradas y ofensivas, estancamientos y saltos, desde el “asalto al cielo” en 1917 al colapso de la Unión Soviética y las batallas de hoy en día generadas por la actual crisis global sin precedentes del capitalismo en decadencia avanzada.
“La revolución socialista no es un simple acto” subrayó Lenin, “no es una batalla en un solo frente, sino toda una época de conflictos de clase agudos, una larga serie de batallas en todos los frentes, por ejemplo en todos las cuestiones de economía y política, batallas que solo pueden terminar con la expropiación de la burguesía" (V.I.Lenin, op. cit p.99).
En el Informe Internacional al XXVI Congreso del Partido Obrero (ver BI N°12 XXVI Congreso p, 5 y p.8) los autores tienen la cortesía de citar con aprobación un artículo del dirigente del EEK Savas Michael-Matsas (publicado en español en En defensa del marxismo N° 52), donde también se incluyó la cita del discurso de Trotsky en 1921. En este artículo, el dirigente del EEK había enfatizado que las principales estrategias económicas desarrolladas en el siglo XX por los economistas capitalistas y burgueses para evitar una repetición de desastres como el crash de 1929 y la Gran Depresión, es decir el keynesianismo y el neo-liberalismo, ambos fracasaron irrevocablemente- el primero con el colapso de los Acuerdos de Bretton Woods en 1971, los segundos con la crisis global de 2007-2008. Sin embargo, el artículo advertía que este fracaso de la estrategia económica no significa que las clases dominantes, particularmente en los países metropolitanos, fuera incapaz de elaborar una estrategia política contrarrevolucionaria. Luego, seguía la correspondiente cita de Trotsky. Pero esta distinción necesaria entre la economía y la política, para evitar el economicismo reduccionista y el determinismo mecánico, no significaba una separación igualmente mecánica de lo económico y lo político, una grieta metafísica infranqueable entre ellos, que es la característica de la ideología burguesa y económica. John Maynard Keynes, durante la Conferencia de Versalles, en sus obras en los años 30 hasta la Conferencia de Bretton Woods en 1944, insistía en que sus políticas económicas se hacían necesarias para prevenir cualquier expansión de la Revolución de Octubre. En el polo opuesto, los “padres fundadores” del neo-liberalismo austríaco Ludwig von Mises y Friedrich Hayek defendieron sus políticas económicas como el único medio eficiente de vencer políticamente al bolchevismo y la “amenaza comunista”. ¡¡¡En la década de 1920, Ludwig von Misen incluso saludó a Mussolini como “el salvador de la civilización europea”!!! Tanto el keynesianismo como su opuesto, el neoliberalismo, fueron concebidos fundamentalmente como contrarrevolucionarios, involucrando a la economía y la política.
De forma similar, es a-histórico, equivocado desde todo aspecto, reducir al fascismo y el nazismo a una estrategia política contrarrevolucionaria de la clase capitalista, como hacen los defensores de la dirección oficial del PO. Esto revela una confusión peligrosa sobre el fenómeno de la nueva alza de la extrema derecha y de formaciones abiertamente fascistas a nivel internacional.
Esta confusión se manifiesta en muchas formas, desde muchos lados en la discusión que tuvimos en nuestra corriente internacional en abril de 2018 y en febrero de 2019. No se puede superar sin un salto cualitativo necesario en el desarrollo teórico y práctico del propio marxismo.
Solano y Santos, en su polémica acusan a la Tendencia Altamira-Ramal de revertir “los términos fundamentales del marxismo”. De acuerdo con los defensores de la dirección oficial, para la oposición “el motor de la sociedad ha cesado de ser la lucha de clases y ese lugar fue ocupado por la “crisis capitalista”. El sujeto se convierte en objeto pasivo de la determinación material…”
En esta oración se condensa no simplemente una re-versión sino un rechazo de “los términos fundamentales del marxismo”. Mientras que el marxismo impulsa a alcanzar “una unidad de lo diverso” (Marx, Grundisse) un “universal concreto” de determinaciones interconectadas que interactúan contradictoriamente, aquí la crisis capitalista mundial presentada como el Objeto es separada metafísicamente de la lucha de clases como “Sujeto de la historia” –y finalmente toda la dialéctica objeto/sujeto colapsa en un sin sentido.
Esta separación metafísica se combina con la confusión acerca de la propia crisis. Solano y Santos acusan a Jorge Altamira de “confundir deliberadamente la crisis mundial y la bancarrota capitalista, como una categoría específica que muestra una decadencia histórica del régimen social actual (énfasis agregado) etc. etc.” Pero de esta manera, los autores liquidan la especificidad de la actual crisis capitalista mundial desfigurada como una “¿categoría? ¿específica?” que muestra una decadencia histórica del régimen social actual”, otra manifestación de la época de la declinación capitalista.
Durante toda la época histórica de la declinación imperialista desde fines del siglo XIX –principios del siglo XX hasta ahora, el capitalismo conoció una multiplicidad de crisis, algunas de carácter periódico cíclico, otras como la Gran Depresión de una naturaleza específicamente histórica y de enormes consecuencias mundiales y para la humanidad. ¿La crisis global en curso es cíclica? ¿Es simplemente el resultado de la superproducción de commodities y capitales como tantas veces antes? La correcta determinación de la naturaleza histórica específica de la actual crisis global – y la CRCI es una de las fuerzas marxistas organizadas que en forma excepcional la predijo, caracterizó y analizó en su desenvolvimiento- tiene enormes implicaciones políticas y estratégicas. No se puede diluir en generalidades abstractas, como un “objeto” subordinado a la “primacía” de la lucha de clases.
La lucha de clases es transformada por Solano y Santos en un Sujeto transcendental sin fundamentos históricos materiales en las contradicciones capitalistas. En este punto en particular, la crítica publicada por Osvaldo Coggiola (La crisis en el Partido Obrero y la encrucijada de la IV Internacional) es correcta.
La crisis capitalista es reducida a un objeto de economía abstracto, inerte y carente de vida, no la expresión de la confrontación viva entre las fuerzas productivas del trabajo social con las relaciones capitalistas de producción como “un modo específico de existencia de vida (Lebensweise para utilizar el término de Marx en La ideología alemana).
Marx había criticado en su Primera Tesis sobre Feuerbach que “el principal defecto de todo materialismo previo (incluido el de Feuerbach) es que el Objeto en frente de nosotros (Gegenstand), la realidad, la sensoriedad son concebidas solo bajo la forma del objeto o de contemplación, pero no como una actividad sensorial humana, práctica, no de modo subjetivo (énfasis en el original)”
La crisis capitalista debe también ser enfocada desde el punto de vista de la praxis histórica de los seres humanos que viven en un metabolismo social estructurado con la naturaleza e históricamente determinado. Marx insistía en que la crisis capitalista, cuando la producción capitalista encuentra su barrera principal en el mismo capital es la expresión del choque entre “la producción para el capital” con las más profundas necesidades “para una expansión desenfrenada del proceso vital de la sociedad de los productores” (El capital vol.III, Progress-Moscú 1977 p.250 énfasis en el original). Este choque ha llegado ahora en las primeras décadas del siglo XXI a un punto culminante sin precedentes amenazando con la extinción no solo de la humanidad sino de la vida en la tierra.
Los autores de La continuidad histórica del Partido Obrero niegan que hayan nunca abandonado el tradicional punto de vista “catastrofista” del Partido sobre la crisis capitalista. Pero esto es más una declaración de fe en la ortodoxia del Partido y, por ende, una afirmación para representar su continuidad. La crisis capitalista continúa siendo una generalidad abstracta, un vago fundamento aceptado como un objeto, un Gegenstand frente al sujeto de la historia, la lucha de clases.
¿Pero qué clase de análisis científico de las relaciones de clase es realmente posible si está separado de un análisis renovado de las contradicciones capitalistas, sin examinar las relaciones entre el capital y el trabajo, entre el trabajo abstracto y concreto, el trabajo vivo y muerto, la teoría del valor trabajo, la plusvalía, el capital ficticio, etc., ignorando los conceptos dialécticos y las categorías desarrolladas por Marx en El Capital?
¿Todo el gigantesco trabajo realizado por Marx en su magnum opus incompleta antes de llegar al último capítulo no escrito sobre las clases y la lucha de clases en el volumen III, fue fútil, simplemente un ejercicio académico de un intelectual judío-alemán y no “el proyectil más destructivo lanzado contra las cabezas de los capitalistas y los terratenientes” como afirmaba con orgullo el autor de El capital, una brújula para la revolución y el comunismo más actual hoy que nunca?
Distorsionar en esta forma idealista, la lucha de clases como el sujeto de la historia (mediante una sobre simplificada lectura de las primeras líneas del Manifiesto del Partido Comunista, ignorando lo que Marx y Engels escribieron más tarde sobre este tópico, luego de su seminal estudio de las obras etnográficas del antropólogo Lewis Morgan, también presenta otro problema: ¿qué papel histórico específico tiene la clase obrera como sujeto revolucionario si se torna indistinguible de la lucha de clases en general, considerada como el Sujeto de la historia que todo lo abarca?
Es absolutamente necesario señalar el sendero contradictorio a través del cual la clase obrera puede emerger como clase universal liberándose no solo a sí misma sino también a todos los oprimidos en la última forma antagónica de la sociedad de clases, en otras palabras emerger como el Sujeto político más revolucionario en la historia – y, dentro de este proceso, esclarecer el papel crucial de una dirección marxista, de un Partido revolucionario de la vanguardia combativa de los obreros como parte inseparable de una Internacional revolucionaria. Este proceso de subjetivación revolucionaria de la clase obrera no debería ni ser separado ni colapsar dentro de la lucha de clases en general. Si es separado, entonces la clase obrera se transforma en un sujeto metafísico. Si es liquidado en la lucha de clases en general el resultado sería el descenso a un “economicismo” sindicalista, combatido correctamente hasta el fin por Lenin en ¿Qué hacer?
Luego de la Reunión de Atenas
Estas cuestiones teóricas, estratégicas y políticas fundamentales fueron solamente tocadas de forma muy parcial durante y en los márgenes de la Reunión de Atenas del 22 al 25 de julio. Lo que prevaleció entre las organizaciones internacionales de la CRCI, todavía bajo el shock por una crisis política devastadora e inesperada, teniendo su centro en el PO, la sección más fuerte por mucho, fue el deseo de mediar entre los dos lados opuestos, de establecer un marco de trabajo consensuado para discusiones políticas posteriores y con la esperanza de una reunificación del partido argentino. En este espíritu, el DIP, el EEK y el MTL hicieron un borrador, lo presentaron a la Reunión y luego de una primera discusión, el documento El armisticio de Atenas, con sus enmiendas finalmente no fue aceptado y firmado.
La delegación del Comité Central afirmó que estaba lista para firmar si una cantidad de enmiendas propuestas por su lado eran aceptadas. Estas “enmiendas” fueron caracterizadas por el EEK como un ultimátum inaceptable para la Fracción Pública para que se disolviera incondicionalmente, poniéndose bajo la disciplina del CC elegido en el XXVI Congreso. Por su lado los delegados de la Fracción Pública rehusaron firmar el Armisticio de Atenas que tenía en la forma presentada, de acuerdo con su punto de vista, “limitaciones insuperables”. La única decisión tomada por la Reunión de Atenas fue producir un Boletín Internacional Interno y en su primera publicación publicar los dos documentos iniciales presentados por las dos partes del PO, el primer y el segundo borrador del Armisticio de Atenas de DIP, EEK y MTL, las enmiendas propuestas por la delegación del CC y el texto presentado por los delegados de la Fracción Pública explicando su rechazo al Armisticio. El Informe sobre la Reunión Consultiva Internacional de julio de 2019, firmado por el EEK, el DIP y el MTL el 5 de agosto y luego publicado en Boletín Interno Internacional N°1 el 16 de septiembre, reproduce las actas de la Reunión de Atenas.
Desafortunadamente, la delegación del CC del PO, luego de abandonar Atenas y en su regreso a Buenos Aires había enviado para su publicación en Prensa Obrera un informe que distorsionaba lo que realmente sucedió en la Reunión Consultiva Internacional. El EEK, el DIP y el MTL tuvieron que escribir y enviar una protesta acerca de esta falsificación. Lo que siguió fue aún peor. La misma delegación del CC publicó otro texto –para “uso interno” en el PO, pero nunca envió al EEK el Boletín Interno N° 29 del PO firmado por Guillermo Kane, Juan García y Rafael Santos con el título Notas sobre la reunión de Atenas y los debates políticos en la CRCI. Esta es una increíble pieza de desinformación, una “fake news”. Los autores no solo falsifican la reunión de Atenas: fabrican todo tipo de “diferencias” entre el DIP y el EEK, incluso dentro de la delegación del EEK, concentrando su “fuego” contra el “enemigo principal” Savas Michael, mientras que desechaban al MTL, una sección fundadora de la CRCI desde 2004 como simplemente un “aliado del EEK” pero, el cual, luego “estuvo más cerca” de… ¡su posición!
El Comité Central del EEK, cuando fue presentado este texto de Kane, García y Santos en la reunión del 21 al 22 de septiembre, consideró y condenó el mismo como una mentira deshonesta, desleal a todo sentido de unidad internacional principista. La delegación del CC trató no solo de desinformar a los miembros del PO, justificando su propio “papel indispensable” sino que sobre todo, estaban tratando de exportar el faccionalismo a nivel internacional para servir a sus propias necesidades facciosas, sin preocuparse del efecto que tal comportamiento desleal pudiera tener en nuestra organización internacional.
Lo que la delegación del CC en realidad consiguió en Grecia es destruir toda credibilidad para el EEK en la dirección oficial del PO.
¿Qué credibilidad podría tener, luego de un comportamiento tan falto de principios, los repetidos llamados de Rafael Santos a firmar declaraciones conjuntas de la CRCI sobre Puerto Rico (dos meses… luego de la rebelión) o sobre la movilización por el cambio climático (presentando un borrador adaptado a la opinión púbica burguesa)? No existe preocupación genuina por la CRCI. Es solo un intento faccioso pretender que todo sigue igual “después de la partida del grupo separatista de Altamira”, utilizándonos como una cubierta internacional y como un contrapeso conveniente a sus socios en el FIT con sus respectivas redes internacionales de satélites en distintos países. La lucha por la refundación de la Cuarta Internacional se inició a fines de los años 90 precisamente contra la tradición podrida de pequeñas sectas alrededor de un (relativamente) “gran partido madre” que pretendía construir o reconstruir la Cuarta o la Quinta o la Internacional que fuera. La otra cara de la misma moneda es el “nacional-trotskismo”.
A pesar de la buena voluntad y las mejores intenciones de las otras secciones de la CRCI, expresadas en el intento del DIP, el EEK y el MTL en la reunión de Atenas para mediar entre las dos partes y crear un marco para la discusión y posiblemente un Congreso de reconciliación del PO con la presencia de compañeros internacionales, sucedió lo opuesto luego de la Reunión Consultiva Internacional de Atenas de julio. La lucha interna facciosa escaló en forma inexorable.
La advertencia de Trotsky durante la lucha facciosa en el SWP (EEUU) en 1939 se justifica nuevamente “La esencia de la cuestión consiste, sin embargo, en esto, esta discusión tiene su propia lógica objetiva que no coincide para nada con la lógica subjetiva de los individuos y las agrupaciones” (L. Trotsky, En Defensa del Marxismo, op.cit p.102)
La más prueba de fuego objetiva más demostrativa no eran las pequeñas maniobras facciosas. El momento de la verdad llegó en agosto de 2019 con el estallido de la crisis política y económica que siguió a los resultados de las PASO en Argentina. La avalancha de votos populares por el “Fuera Macri” al que la dirección oficial del PO se oponía- desestabilizó por completo el plan del FMI, agudizó enormemente la crisis de régimen afectando también a las fuerzas detrás del peronista victorioso, Fernández volviendo problemática la “transición” a las elecciones presidenciales de octubre de 2019 y la asunción de un nuevo presidente en diciembre. La tormenta política llevó inmediatamente al “lunes negro” en la Bolsa, la ruta hacia un nuevo defol en Argentina, trayendo en forma simultánea un insoportable aumento de la miseria social al pueblo argentino- y la aceleración dramática del tiempo de desarrollo de la crisis capitalista mundial.
El FIT-Unidad y particularmente las ambiciones electorales de la dirección del PO sufrieron un importante retroceso. Posteriormente llegó un enorme golpe con la pérdida del PO y la izquierda de la dirección del movimiento estudiantil en la FUBA, por primera vez en décadas, desde los tiempos del Argentinazo. No se puede echar la culpa de estas derrotas simplemente a “la polarización entre los bloques capitalistas” o al “grupo de Altamira”, ignorando la responsabilidad de las direcciones de la izquierda, o de su línea política, su electoralismo y por último y no por ello menos importante, a la subestimación de los catastróficos desarrollos económicos y políticos en la crisis capitalista mundial.
La respuesta del FIT-Unidad, incluyendo la dirección oficial del PO, fue perseverar en su agenda electoral, combinada y/o asistida por movilizaciones de trabajadores, una huelga de 36 horas y un plan de lucha. La respuesta pública inicial del candidato presidencial del FIT y figura pública del PTS Nicolás del Caño fue llamar a “una sesión de emergencia del Congreso transmitida en vivo por televisión “, mientras Gabriel Solano pedía a Zamora de que desistiera de su candidatura para ayudar a la elección de otro diputado del FIT en Buenos Aires. El electoralismo aún prevalece, cuando el proceso electoral en su totalidad estaba ahora engullido por un tsunami. Las elecciones fueron oscurecidas por la bancarrota del país, y nuevos y enormes sufrimientos sociales para su devastado pueblo, mientras que los macristas y los peronistas, ayudados por los burócratas sindicales intentan establecer una “transición ordenada” a la nueva presidencia – evitando un levantamiento de las masas empobrecidas, que podría tener las dimensiones de una insurrección obrero-popular como la del Argentinazo de 2001.
El giro a la derecha de la dirección oficial del PO se hace cada día más pronunciado. Los diputados del PTS y del PO dentro del FIT se unen a los partidos burgueses para votar la llamada “Ley de emergencia alimentaria”, (el único voto de abstención en esta cuasi unanimidad provino de la tercera y más pequeña organización del FIT, Izquierda Socialista).
En una situación tan catastrófica en Argentina es particularmente chocante el obstinado rechazo de la dirección oficial del PO a la línea de agitación y preparación de una huelga general, como por el otro lado, fue adelantada por la Tendencia de oposición del PO. Ese llamado a la huelga general fue condenado como… una acción “anarquista” separada de la política real y directamente como “propagandismo abstracto del grupo de Altamira” (¡!) (En Grecia, en la última década tenemos un amarga experiencia de acusaciones similares contra el EEK de parte de los centristas, especialmente de aquellos en su fase final: Syriza en un pasado reciente y todavía en el presente…).
Recientemente, Rafael Santos en nombre del CC del PO y del FIT nos envió para firmar y juntar firmas para un llamamiento a votar por el FIT-U. Su contenido político, en nuestra opinión era muy “moderado” por decir lo menos (¡incluso las palabras “revolución” o “guerra” estaban ausentes!) combinado con un ultimátum sectario pidiendo de los firmantes nada menos que un acuerdo incondicional “con el programa y las posiciones del FIT”. El EEK, a pesar de apoyar un voto por el FIT contra los partidos capitalistas, desde hace años, como bien lo saben muchos camaradas de la dirección del PO, ha criticado su electoralismo, las posiciones nacionales e internacionales de los partidos que lo constituyen (PTS, IS) y su programa. Entonces, no podíamos ahora, firmar semejante acta de fe ciega, suministrando una “carte blanche” al parlamentarismo de “izquierda”.
La CRCI (incluyendo la sección griega) no es, no fue y nunca será simplemente “reagrupamiento internacional fundado por el PO” (la frase es de un artículo de Pablo Giachello en Prensa Obrera del 3.10.2019) similar a los de sus asociados morenistas en el FIT. Nuestro proyecto revolucionario nunca fue la formación de un sistema de asteroides pequeños y dispersos girando alrededor de un planeta más grande de nacional-trotskismo.
El actual mundo capitalista en agitación está en medio de un nuevo salto cualitativo de su crisis global. Tendrá implicaciones más graves en todos los campos: exacerbación de la miseria social, migración en masa de las víctimas desesperadas de las guerras reaccionarias y del hambre en el “Sur global”, escalada de la ofensiva guerrera imperialista (no limitada a la intensificación de las guerras comerciales y cambiarias), nuevas erupciones de luchas de masas, revueltas populares y revoluciones.
La clase obrera y su vanguardia, incluyendo el batallón de avanzada que lucha por la refundación de la Cuarta Internacional nos encontramos frente a una encrucijada, bajo la presión creciente de las fuerzas de clases hostiles, frente a tareas urgentes y gigantescas -pero todavía débiles política y organizativamente, incluso fragmentados. Esta es la contradicción central que se debe superar.
Nos guste o no (¡definitivamente no nos gusta para nada!) la explosión (o implosión) en el PO agudiza enormemente la contradicción central ya mencionada; pero no debemos olvidar o permanecer ciegos acerca de que esta crisis en nuestras filas es una parte inseparable, una reflexión dialéctica y un factor activo en el presente punto de inflexión en la situación mundial. Todo lo cual aún no ha sido totalmente comprendido en su naturaleza y dinámica.
En nuestro abordaje crítico a la división dentro del PO, la dirección del EEK se preocupó y focalizó primeramente en lo que considera un peligroso y cada vez más pronunciado giro a la derecha de la dirección del PO hacia el parlamentarismo, el sindicalismo, la “política de género” y la realpolitik. Comenzamos a señalar algunas de las cuestiones políticas, estratégicas y teóricas involucradas.
Esta prioridad en la lucha contra el peligro desde la derecha, no significa que absolvamos a la dirección de la Tendencia opositora del PO de sus propias responsabilidades.
Se abren a debate una serie de importantes interrogantes:
La última pregunta es para el EEK la más importante y urgente. Aparentemente, en la lucha facciosa en el PO, la cuestión más importante y urgente es probar quién realmente representa, como Solano y Santos ponen en el título de su declaración, “la continuidad histórica del Partido Obrero”. Para nosotros la cuestión sobre el destino de la continuidad de la lucha por la refundación de la Cuarta Internacional viene primero.
Ningún partido obrero revolucionario puede ganar su propia continuidad histórica “en un solo país”, sin luchar para y subordinándose a la lucha por la permanencia de la revolución socialista mundial y por la necesidad internacional de liderarla a la victoria.
Desde nuestro punto de vista, no tenemos una crisis nacional sino internacional, llena de convulsiones, incluyendo a todas las alas y tendencias de la Izquierda, reformistas, estalinistas o centristas, todas las variedades de la llamada izquierda radical o revolucionaria.
No es por casualidad que en el mismo período de la actual crisis capitalista mundial una enorme crisis conmueva a las más diversas formaciones de la ultraizquierda.
La Organización Socialista Internacional – ISO, la organización más fuerte hasta recientemente de la izquierda radical en los EEUU, que jugó un importante papel en la reciente huelga docente, declaró de improviso en marzo de 2019 su “auto-disolución”.
No debemos pasar por alto que, al mismo tiempo, en nuestras épocas turbulentas también está sucediendo el fenómeno opuesto. Los Socialistas Democráticos de América (DSA), los reformistas dentro del imperialista Partido Demócrata de los EEUU, fueron catapultados luego de la elección de Trump en 2016, desde un estatus de organización moribunda con 5.000 miembros desmoralizados hacia una fuerza cercana a los 60.000 miembros, con figuras muy conocidas como la joven diputada Alexandria Ocasio Cortez…
La lista de divisiones internacionales, tan solo en 2019 parece no tener fin. Una organización internacional de trotskistas muy conocida, el Comité para una Internacional Obrera (CWI) sufrió una división devastadora. Su “Secretariado Internacional” liderado hasta recientemente por Peter Taafe “expulsó” y rompió la mayoría absoluta de las otras secciones. En Grecia, la coalición de izquierda radical Antarsya está dividida internamente. En Francia, el NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) está dividido internamente mientras que el partido de la “izquierda amplia” en su totalidad se está achicando. Casi en todos los países y continentes podemos rastrear desarrollos similares.
Se entiende por qué algunos partidos y organizaciones son más vulnerables que otros. Pero ninguna organización de izquierda o tendencia en el movimiento obrero es inmune al impacto de las gigantescas fuerzas desatadas por la peor crisis global en la historia del capitalismo. El resultado no está predeterminado por ningún plan preconcebido pero puede surgir de la lucha entre las fuerzas vivas.
Solamente aquellos que sufren de una miopía nacionalista incurable podrían ver a la crisis del PO como un evento nacionalista aislado.
Desde nuestro punto de vista, lo que sucede no es simplemente una crisis en el PO argentino sino una crisis de la CRCI en su totalidad, centrada en el PO, el eslabón más fuerte en la cadena internacional de nuestra corriente revolucionaria.
Un primer paso necesario, entonces, para la comprensión y superación dialéctica (Aufhebugng), no simplemente una “reconciliación” formal del conflicto actual en nuestras filas, es proceder a un balance honesto, materialista y genuinamente marxista de toda nuestra trayectoria. Un esclarecimiento completo desde donde venimos, como hemos evolucionado y hacia donde estamos yendo desde ahora es una tarea urgente e ineludible para todos y cada uno de los que desde 1997 en adelante luchamos por la refundación de la Cuarta Internacional.
Lo que está en juego –repetimos- es la continuidad histórica de una lucha internacional que fue comenzada en la década de 1990 por organizaciones trotskistas provenientes de diferentes tradiciones, experiencias y continentes, heterogéneas, pero desafiando en forma conjunta el triunfalismo dominante de los capitalistas, alimentado por pesimismo histórico ciego que engulló y casi destruyó a la Izquierda. Contra el “fin de la Historia, de la revolución, del comunismo”, nos dirigimos a las fuerzas combativas y revolucionarias de la vanguardia obrera en cada país y continente, insistiendo en que la revolución social mundial, el poder obrero, el comunismo internacional están vivos en la agenda de la historia.
Queremos recordar que, en el Encuentro Internacional del movimiento para la refundación de la Cuarta Internacional en San Pablo, Brasil en noviembre de 1997, se le pidió a la delegación del EEK que presentara las conclusiones de dicha reunión a una delegación oficial de la dirección del LIT (nuestra presentación fue publicada en ese momento en En defensa del marxismo). Entre otros puntos, enfatizamos –contra la visión general del morenismo, de los últimos “eurocomunistas” o de los apologistas del “fin de la historia” de rendirse al capitalismo, que la piedra angular de nuestro proyecto revolucionario es una valoración histórica fundamental: el ciclo histórico abierto por la revolución de octubre de 1917 como el primer acto de la revolución mundial NO se ha cerrado.
Sobre esta base, la tarea histórica de la Cuarta Internacional fundada por Trotsky y sus camaradas internacionales en 1938 luego de la muerte irreversible de la Tercera Internacional, no se limitaba a la lucha contra el estalinismo sino sobre todo **a expandir y completar en todo el mundo la tarea iniciada en octubre de 1917. Esta tarea sigue incompleta pero absolutamente necesaria y actual, cuando la crisis del capitalismo en declinación llevará a nuevas explosiones y nuevas confrontaciones. **
En esta perspectiva y tarea estratégica se basan la CRCI, - su programa fundacional de 2004- y la lucha por su continuidad histórica.
Ya hemos subrayado más arriba, para enfrentar la crisis centrada en el PO, se debe desarrollar un debate político internacional sin evitar un balance marxista crítico de la trayectoria hasta el momento de la CRCI. El debate se puede hacer ya sea mediante intercambios presenciales en reuniones internacionales o mediante escritos en el Boletín Interno Internacional (BII) decidido en la Reunión de Atenas, cuyo primer número ejemplar ya fue publicado. Debemos evitar como la peste que el BII degenere en una especie de suplemento internacional secundario del Boletín Interno nacional argentino con el único propósito de exportar y ganar adherentes en una lucha fraccional nacional.
Desde este punto de vista, la participación de la Tendencia del PO en los debates internacionales no es solamente su derecho sino su deber.
Para tener un verdadero debate internacional, en el marco de la CRCI, libre, sin censura o acuerdos pre-arreglados basado en criterios fraccionales, no podemos ignorar los pedidos presentados por la Tendencia de oposición:
a. Se deben retirar las expulsiones u otras medidas administrativas o legales.
b. La Tendencia deberá ser reintegrada al partido con todos sus derechos,
c. Las acusaciones de Marcelo Ramal acerca del “espionaje” a sus correos electrónicos antes del XXVI Congreso del PO deben ser investigadas en forma completa. Esto último puede realizarse mediante el procedimiento propuesto por los camaradas internacionales del DIP, EEK y el MTL en la Reunión de Atenas. En el caso de que se compruebe que no es posible, entonces debería ser hecho por una Comisión Internacional Investigadora de la CRCI, con la presencia de representantes de ambas partes.
Todo el procedimiento del debate se debe orientar hacia un Congreso Extraordinario del PO dedicado a ver si es posible superar la división y en cualquier caso, en la preparación de una Conferencia Internacional posterior en 2020 de los partidos y organizaciones basadas en el programa fundacional de la CRCI DE 2004.
Durante el próximo período, no estaremos paralizados o metidos hacia dentro u ocasionalmente, como se sugirió simplemente publicar declaraciones.
Es necesaria la apertura más osada hacia las luchas de masas y los luchadores de vanguardia impulsados por el salto cualitativo de la crisis capitalista mundial presente ahora en todos lados, en el escenario donde el destino de la humanidad será decidido.
El EEK ahora está luchando bajo condiciones de un gobierno de derecha ultra reaccionaria recientemente elegido, de una intensificación de la represión estatal, de miseria social, de una nueva alza de la lucha de clases como lo muestran las dos recientes huelgas generales en una semana. Luchamos en un país en bancarrota con un pueblo devastado pero todavía en resistencia, en la encrucijada de todas las contradicciones internacionales, guerras y confrontaciones. No permanecemos inactivos ni a nivel internacional ni nacional. Reorganizamos nuestra tarea, tomando medidas y planificando otras aún más audaces, en un futuro cercano, en el camino a la Internacional revolucionaria. Seguimos confiados y firmes, inflexibles en nuestros principios revolucionarios de la Cuarta Internacional pero flexibles , no sectarios y abiertos a todas las nuevas fuerzas combativas que lleguen al escenario internacional de lucha contra el imperialismos estadounidense, de la Unión Europea y de la OTAN, todas las clases dominantes capitalistas , la restauración capitalista, oligárquica y todas las burocracias.
Esta es la orientación del EEK, especialmente como fue discutida y decidida en la reunión de su CC del 21 y 22 de septiembre de 2019. Llamamos a nuestros camaradas internacionales a unirse en la lucha por nuestros objetivos históricos comunes: por un octubre mundial y la emancipación humana universal, el comunismo mundial.
En nombre del Comité Central del EEK (Sección griega de la CRCI), 8 de octubre de 2019
Traducción: Olga Stutz