Córdoba: unificar las luchas

Escribe Osvaldo Caruso

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La enorme lucha de los trabajadores autoconvocados de la UTA no es un conflicto más. Es la expresión más avanzada de una tendencia general de los trabajadores de la provincia que se plantean la necesidad de superar a la burocracia sindical.

La autoconvocatoria que realizaron los trabajadores en cabecera de línea días atrás, contra la voluntad de la dirección sindical, impuso el paro de hecho. Luego ratificado por la dirección sindical que se dio cuenta que no había margen para levantarlo. La convocatoria de la UTA en el día de ayer a una “asamblea general”, para discutir una reducción del salario del 12 % de los choferes, estuvo precedida por los lamentos públicos del ejecutivo municipal por la incapacidad de negociar con la dirección sindical, ya que ésta no contiene a las bases. La represión contra los trabajadores debe ser leída en este sentido. No es un signo de fortaleza del ejecutivo provincial y municipal, si no la expresión de su enorme debilidad. Es absolutamente consiente que la unificación de las luchas que recorren hoy la provincia lo pondría contra las cuerdas.

Comienza a abrirse una nueva etapa en el movimiento obrero cordobés. La bronca contra las direcciones sindicales traidoras se manifiesta cada vez con más fuerza. En los municipales, luego de casi dos meses de lucha, se discute abiertamente que la dirección del SUOEM va a entregar. El desembarco de Daniele (ex secretario general del gremio) en la mesa de negociación con Llaryora tiene este objetivo. La acción de los trabajadores de la UTA no ha pasado desapercibida para los municipales, que plantean cada vez con más fuerza la unificación de las luchas. Los obreros de la alimentación ven impávidos como se demoran las “negociaciones” del sindicato con las patronales por las paritarias. En una industria que mayoritariamente no ha cesado un día de trabajar y que aumento sistemáticamente sus precios de venta aun sin aumentos de salarios, con los servicios congelados, etc, los obreros descuentan que la dirección negocia un aumento irrisorio. El caso de los metalúrgicos no es diferente. El reclamo de los compañeros contra los despidos en plena cuarentena y los atrasos salariales de patronales subsidiadas por el estado, se convierten en denuncias contra la dirección de la UOM. Las asambleas generales con bloqueo de los portones de Fumiscor impusieron el triunfo de los compañeros con la acción directa. Los trabajadores del SUTNA realizan ollas populares y discuten una movilización contra los atrasos salariales en IBF y Neumáticos de Avanzada. Y así podríamos seguir un largo rato, con la autoconvocatoria de los médicos que la semana pasada se movilizaron contra la precariedad laboral, reclamando aumentos salariales, o entre la docencia, donde empiezan a proliferar las asambleas virtuales autoconvocadas para discutir un protocolo para una vuelta a clases absolutamente imposible, que es negociada por la burocracia de UEPC. Estamos ante una tendencia de conjunto.

Militar la unificación de estas luchas es intervenir en un proceso en desarrollo. En necesario profundizar el debate sobre la necesidad de dotar a los trabajadores de un programa de propio. La burocracia tiene la difícil tarea de explicarles a los trabajadores que no hay que juntarse, que hay que ceder. Pero el caso de la UTA es aleccionador en este sentido. Los trabajadores no les creen. La crisis recién empieza.

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