Docentes de CABA: organicemos el rechazo al protocolo de "vuelta a clases"

Escriben Darío Molinari y Gisela Dorado

Tiempo de lectura: 2 minutos

El vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli, afirmó en una entrevista radial (Futurock, 21/7), que había avances en la elaboración de un nuevo protocolo de vuelta a clases y especuló con una fecha probable, para el mes de septiembre, de un regreso escalonado a las aulas. El proyecto del gobierno porteño se inscribe en el marco del “Protocolo de regreso a clases”, acordado en el Consejo Federal de Educación por todos los ministros provinciales y también por sindicatos nacionales como CTERA, UDA, SADOP, entre otros.

Antecedente

El gobierno porteño, había sido uno de los primeros en lanzar un protocolo de vuelta a las escuelas. Esto generó mucha preocupación entre los docentes y familias. Finalmente, no contó con la aprobación de Trotta. Sin embargo, allí se colocaban medidas idénticas al protocolo nacional, por ejemplo: el ingreso y la salida de los establecimientos en tandas para evitar los amontonamientos, el distanciamiento estricto en las aulas, sin pupitres compartidos, y la imposibilidad del uso de espacios comunes. Con relación a la higiene, promueve el lavado de manos varias veces por día, aunque muchas escuelas no puedan asegurar ni siquiera esto, dada la baja presión en los suministros de agua y la falta de jabones.

Antes del receso, muchos directivos habían sido convocados a reuniones con supervisores y funcionarios del ministerio donde les anticiparon algunos puntos, que se fueron desarmando en la medida que los directivos planteaban la realidad de cada escuela de la Ciudad.

La necesidad imperiosa de incrementar la frecuencia de limpieza de los diferentes espacios no es viable sin garantizar un aumento del personal auxiliar (que escasea en muchos establecimientos). Para lograr la implementación de las medidas, el gobierno deberá garantizar las condiciones materiales, esto supone un aumento inmediato del presupuesto destinado a la infraestructura. Sin embargo, Larreta pretende que los gastos del jabón, alcohol en gel y termómetros laser (con un costo de $8.000) para medir temperatura en el ingreso y salida, sean afrontados por cada escuela. Sin estos recursos, la “vuelta al aula” significa un pasaje a un desastre sanitario.

Organicemos el rechazo

En estos casi cinco meses de aislamiento, el gobierno no ha puesto en marcha ningún tipo de medida de reacondicionamiento edilicio en las escuelas. En nombre de la emergencia económica, tampoco envía un solo peso a las escuelas a través de la ´caja chica´, ni a través del Fondo Único Descentralizado de Educación (FUDE), para la compra de insumos para la higiene cotidiana.

En varias oportunidades, docentes y auxiliares tuvimos que comprar de nuestros bolsillos los elementos de protección e higiene necesarios para los repartos de la canasta alimentaria y las impresiones de actividades ante la falta de conectividad. Esto, con salarios congelados y aguinaldo en cuotas.

Varias veces hemos señalado los límites y la peligrosidad de la vuelta a clases en este contexto. También, el rechazo que ha despertado en la docencia no sólo de CABA, también de diversas provincias y seccionales. Ademys ya ha rechazado el protocolo; también ha habido un pronunciamiento de rechazo de las Supervisiones de Nivel Primario y Educación Especial. Por su parte, UTE, alineada con el gobierno nacional, afirma que el protocolo nacional es “un piso” para la discusión de la aplicación en cada jurisdicción y pide participación en su elaboración. Pero ese “piso” no se diferencia mucho del protocolo que promueve Larreta ni exime al Estado nacional del derrumbe escolar.

Las declaraciones de Santilli se producen en un contexto de aumento de contagios declarados, los cuales superan los 4.000 por día. Los docentes de CABA debemos deliberar y organizarnos por distrito en defensa de nuestra salud y la de las familias.

Llenemos de mandatos la asamblea unificada del próximo 29 de julio convocada por Ademys, rechazando la vuelta a clases en condiciones que ponen en peligro nuestras vidas con un protocolo construido a nuestras espaldas.

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