No se trata de acero y aluminio

Escribe Jorge Altamira

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El restablecimiento, por parte de Donald Trump, de los aranceles de importación al acero y al aluminio provenientes de Argentina y Brasil provocó una sorpresa natural debido a la alianza política que el mandamás de Estados Unidos se supone habría anudado con Jair Bolsonaro. Menos conocida, la otra sorpresa es que la medida afecta a capitales internacionales y latinoamericanos que acaban de reclamar, en una reciente asamblea de la siderurgia, la necesidad de desarrollar una guerra comercial contra China, a la que responsabilizan por la enorme sobreproducción de acero en el mercado mundial. En esta línea, el grupo Techint, por ejemplo, aboga por la integración comercial entre Estados Unidos y América Latina, parecida en cierto modo al tratado que une a México con sus dos vecinos del norte. Visto desde este ángulo, el desbocado Trump estaría disparando contra grupos económicos que están interesados en atarse a la guerra comercial que impulsa el gobierno yanqui. Cuando el conglomerado que lidera Paolo Rocca convoca a dar pelea a los chinos, incluye en el entrevero a los productos que tienen una proporción relativamente importante de materia prima siderúrgica.

Cómo conseguir un superávit

La otra sorpresa, si se puede llamar así, es que Trump atenta contra una de las salidas principales al default de Argentina, que es el aumento de las exportaciones. En tanto Alberto Fernández se devanea los sesos entre las distintas opciones para pagar la deuda externa a los fondos de Estados Unidos, desde el norte le disparan a la línea de flotación de cualquiera de esas variantes. La confusión de las acciones de Trump se revela en que justifica el proteccionismo contra el acero y el aluminio en una supuesta devaluación del peso y el real que perjudicarían la venta de soja norteamericana. Se trata de una pantalla grosera de la intención real de Trump, dado que la exportación de EEUU de soja no está afectada por el precio sino por las cuotas que China le ha impuesto como represalia.

La incoherencia de las acciones de Trump se explica fácilmente por las contradicciones cada vez más explosivas que afectan a la economía y, sobre todo, a la política mundial. Estados Unidos ya no puede asegurar su superioridad internacional por medio de una productividad y una acumulación de capital crecientes, de modo que debe apelar a métodos de fuerza. Esa declinación de EEUU no es solamente un fenómeno nacional relativo al ascenso de rivales como China, sino que es la expresión de una crisis capitalista mundial de conjunto. Entre los instrumentos de fuerza se encuentra la guerra monetaria, pues el dólar es la unidad de cuenta y el medio de pago del 85% de las transacciones internacionales, cuando la participación de EEUU en el comercio mundial alcanza a sólo el 15% en la actualidad. Obviamente, una parte importante de ese comercio está a cargo de capitales norteamericanos que operan desde sus inversiones en otros países.

Estados Unidos-China

Las medidas contra las exportaciones de Argentina y Brasil tienen lugar en un momento crucial de las negociaciones entre Trump y Xi Jing pin, de modo que es una forma de meter presión en esta disputa. Bolsonaro parece haber dejado de lado su fobia anti-china del comienzo de su mandato, pues en una reciente reunión de países del BRIC (que incluye a China) aceptó ampliar el comercio entre ellos e incluso permitir la instalación de la tecnología china en las telecomunicaciones brasileñas, el 5G, que monopoliza la china Huawei. De acuerdo a Claudio Jacquelin, de La Nación, es la misma posición del equipo de Alberto Fernández. Los intereses agroindustriales de uno y otro país no podrían permitir en ninguna circunstancia que se atente contra sus exportaciones a China. De otro lado, el impacto descomunal del 5G en el comercio y la industria lo convierte en insustituible para cualquier economía, como lo prueba la disposición a adoptarlo por parte de la Unión Europea.

Para el dueño de Aluar los perjuicios que afectan a la exportación de aluminio serían culpa nada menos que de Macri, una forma de presionar al gobierno entrante. Para este grupo, la eliminación de las retenciones a la exportación y un subsidio mayor a la electricidad y la reducción de salarios, permitirían absorber, con creces incluso, el mayor costo de los aranceles de Trump. Si esto no alcanzara, Aluar recomienda hacer concesiones a Trump en otros rubros. La absorción del arancel del 25% en la siderurgia ya no es tan fácil como con el aluminio – simplemente la oferta mundial de acero es el doble de la demanda. Esto plantea quiebras y concentraciones de empresas y el reparto de los costos entre China y el resto del mundo. Trump está bloqueando este proceso con su intento de salvar a la siderurgia más ineficiente, debido a su obsolescencia, que es la norteamericana.

Viento en contra

Los gobiernos capitalistas y Trump en primer lugar están intentando descargar los costos de una reestructuración capitalista, o sea quiebras, cesantías, concentraciones, sobre sus rivales, por medio de una guerra económica y presiones político-militares. Este es el núcleo de la cuestión. Las alianzas internacionales que ha pretendido tejer Bolsonaro se deshacen en el aire, minando por supuesto las bases de su gobierno. Para F-F, el pago de la deuda externa se le hará cuesta arriba, en especial cuando busque pasar la factura a los trabajadores. Asistimos, de nuevo, a un cambio de época, en relación a la victoria histórica que imaginó el capital cuando logró la disolución de la Unión Soviética y la expansión del capital en China.

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