La continuidad pedagógica, “en fase 0”

Escribe Juan Linarello

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Un estudio reciente del Observatorio Argentino por la Educación arrojó datos contundentes sobre el estado de la relación entre docente y alumno y la condición actual del vínculo pedagógico en época de pandemia.

El dato genérico es que 9 de cada 10 escuelas se comunican al menos una vez por semana con los chicos. Cuando especifica las diferentes formas de comunicación para la transmisión de contenido, surge que el 80% de las escuelas tienen un vínculo pedagógico mayormente asincrónico (predomina el envío de actividades vía mail o WhatsApp y las clases grabadas, aunque en menor proporción). Sólo el 17,6% le agrega modos sincrónicos, apelando a plataformas tipo Zoom, Skype, etc. Solo uno de cada cinco alumnos hace uso (no continuo) de plataformas de videollamadas.

La conclusión es que la inmensa mayoría del vínculo pedagógico depende de mail o WhatsApp. ¿Por qué solo una minoría utiliza videollamadas? Porque para realizar clases por videollamada son necesarias una mayor infraestructura digital: más de 10 megas de banda (un precio que no es accesible para todos), una notebook, un mínimo de capacitación y una plataforma paga o resignarse a aceptar los límites del servicio gratuitito. Esta es la infraestructura digital que el gobierno no aporta. El movimiento docente exige la liberación de Internet en horario escolar, ampliar la cobertura y capacidad de Wi Fi en todo el país y un programa nacional de entregas de computadoras, a cargo del Estado, para alumnos y docentes.

Dos informes de organizaciones gremiales -CTERA y SADOP- aportan más claridad a la problemática. La primera, luego de encuestar a más de 15 mil docentes, evidencia que un 66% presenta la necesidad de formación en el uso de tecnologías aplicadas. Más duro es el dato de que un 30% no posee computadora propia o que casi el 60% tiene una conexión insuficiente o inestable. En cuanto a SADOP, en un estudio realizado a principios de mayo, marcaba que un 63% de los docentes debía compartir sus herramientas tecnológicas con los demás miembros de su familia y esto dificultaba la labor docente.

La realidad de los alumnos es similar o peor que la de los docentes: 37 de cada 100 hogares de nuestro país no cuentan con acceso a Internet fijo. En nivel primario, un 20% no tiene conexión y, en secundaria, el 15,9%. La ausencia de computadoras en hogares en base a diferentes informes (UCA, UNESCO) rondan entre el 40 a 50%.

La conclusión es contundente: el vínculo pedagógico se articula con las herramientas y conocimientos precarios o mínimos que tienen los docentes y alumnos para su manejo.

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