Por la organización de los trabajadores rurales

Escribe Eme

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El pasado 23 de julio, en la localidad bonaerense de Fontezuela, un trabajador rural perdió la mitad de su pierna luego de ser atrapado por un sinfín de la empresa Agrofontezuelas. El propietario de la empresa, Alejandro Urquiza Rueda, es un aportista de las campañas electorales del intendente de Pegamino, Javier Martínez (JxC), y heredero del caudillo y ex presidente Justo José de Urquiza. "Se sabe además que el empleado estaba en condiciones laborales irregulares" (Noticias Paralelas, 24/7).

Las decadentes condiciones laborales son moneda corriente en las empresas rurales. El caso de Natalio Lacuadra no es un hecho aislado. La relación patrón/peón se sostiene en diversos sectores de la producción agraria casi de la misma manera que en los años 1800. Los casos más graves han revelado peones trabajando por un plato de comida y un techo, con jornadas laborales interminables y en situaciones de indigencia casi esclavistas. También es común el trabajo infantil.

Los obreros que tienen la suerte de trabajar en blanco padecen la inestabilidad laboral generada por convenios precarios y flexibles que perpetúan el trabajo como "contratado", evitándole a la patronal el pago de salarios acordes a la efectivización. Así existen los contratos "por cosecha" y los "permanente discontínuo", que permiten al empleador hacer uso de la fuerza de trabajo del obrero por el tiempo que lo requiera, dándole la baja antes de que se cumpla el tiempo de contrato que lo obligaría a ponerlo en planta permanente. Esta situación de inestabilidad es, además, un golpe bajo a la moral de los trabajadores, por el miedo a las represalias de la patronal.

La falta de elementos de protección personal también es muy común. En las plantas donde los organismos de seguridad e higiene realizan auditorías y controles, se hacen con aviso previo, permitiendo a las patronales montar un circo que esconda la situación real en la que trabajan sus obreros. La aparición del Covid-19 ha agravado esta situación. Al igual que en la mayoría de la industria del país, los protocolos patronales son harto insuficientes y no se garantiza su cumplimiento, excepto donde existen organismos obreros a cargo.

¿Y UATRE dónde está?

La Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores es reconocida por su completa ausencia. En complicidad con las patronales no organizan asambleas ni garantizan elecciones de delegados en las fábricas. Sus eternos dirigentes manejan el dinero del sindicato a gusto y piacere. La cuota sindical es cobrada a los obreros rurales a pesar de no estar estos afiliados al sindicato, figurando en los recibos de sueldo como "cuota solidaria", la cual es imposible cancelar. Los trabajadores agrarios saben que no pueden acercarse al sindicato sin que este cumpla el rol de buchón de la patronal. UATRE, que debería ser una herramienta de lucha de los trabajadores rurales, es una traba insoportable.

Por una salida obrera y socialista

El capitalismo ha demostrado que no es capaz de garantizar siquiera la salud de los trabajadores que generan sus riquezas. Los Estados capitalistas han salido al rescate de empresarios, banqueros y terratenientes con dinero público, en medio de una pandemia que se está llevando la salud y vida de los trabajadores. Ni los gobiernos ni las empresas han garantizado la realización de hisopados masivos para prevenir los contagios por Covid-19 en las fábricas. El resultado es el creciente número de trabajadores enfermos y sistemas de salud colapsados. La huelga general está inscripta en la agenda de los trabajadores.

La complicidad de la burocracia sindical solo puede superarse con la deliberación del movimiento obrero organizado. Desarrollemos asambleas en los lugares de trabajo, clandestinas si es necesario. Elaboremos planes de lucha para garantizar protocolos obreros, por el salario y por las condiciones de trabajo. Vayamos por un congreso nacional del movimiento obrero que discuta nuestros reclamos y una salida política a la actual crisis.

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