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El repentino cierre de la economía desde marzo, cuando se implementó la cuarentena, produjo una caída del consumo de combustible y una abrupta caída de precios y de los ingresos de la industria petrolera. Salvo Saudi Aramco y la petrolera de Kuwait, el resto de las grandes petroleras anunciaron pérdidas.
Los países que dependen de los ingresos petroleros se enfrentan a enormes déficits de sus presupuestos. Argelia necesita un precio de 150 dólares para cerrar sus cuentas, Irán necesita uno superior a los 200 dólares; Arabia Saudita equilibra ingresos y gastos cuando el precio es de 74 dólares, Omán necesita que llegue a los 87 dólares. Qatar, en cambio, puede mantener el equilibrio en los actuales niveles.
La mayoría de los países de Medio Oriente dependen directamente de los ingresos del crudo, incluidos aquellos que reciben remesas de los ciudadanos que trabajan en los países productores en el exterior. De otro lado, productores como Arabia Saudita -la economía más grande de la región-, han aumentado su endeudamiento. Varios países encuentran dificultades, como Omán, cuya deuda fue reducida a la categoría de basura.
En diciembre pasado comenzó a cotizar en la bolsa de Ryad Saudi Aramco, la petrolera de Arabia Saudita que financia el 70% de los ingresos del estado y la monarquía.
Para atraer inversores, Saudi Aramco se comprometió a pagar dividendos por 75 mil millones de dólares de ganancias futuras para atraer inversores. Estos no acudieron a la cita y fueron suplidos por las familias del reino.
El generoso dividendo era también el compromiso de financiar a la monarquía poseedora del 98% de las acciones. La venta en la bolsa recaudó sólo 25.600 millones de dólares. Finalmente, la caída de ingresos obliga a la empresa a endeudarse para pagar el dividendo prometido.
Mientras que, en 2019, el déficit del presupuesto sumó 35.360 millones de dólares, el déficit del segundo trimestre ha sido de 29.120 millones, lo que anualizado significa la friolera de 116.480 millones de dólares, un incremento del 400%. De allí la dependencia de los dividendos que debe abonar al estado Saudi Aramco para paliar en parte la falta de ingresos.
Las huelgas de los petroleros en Irán por falta de pago de los salarios paralizaron gran parte de la industria. Hubo huelgas en 54 plantas de petróleo, gas y petroquímicas de 23 ciudades. Otros sectores, como los obreros ferroviarios, comenzaron una huelga por salarios adeudados. El gobierno iraní intenta vender bonos con respaldo de petróleo a la población para generar ingresos, ante las dificultades de venta de crudo por las sanciones de Estados Unidos.
Arabia Saudita, en un intento por equilibrar sus balances, suspendió una asignación por costo de vida para los trabajadores estatales, elevó los precios de la gasolina y triplicó el IVA. Aun así, el déficit presupuestario podría superar los 110.000 millones de dólares este año (16% del PBI). La suba de otros impuestos está en estudio. Aumentar los impuestos corre el riesgo de deprimir aún más el comercio, que se ha visto obstaculizado por los cierres para contener el coronavirus.
En octubre del año pasado, en Irak, los trabajadores se movilizaron en las principales ciudades a causa del desempleo y la inflación. Una brutal represión dejó varios muertos entre los manifestantes. La abrupta caída de ingresos de las empresas y el estado, desde el inicio de la pandemia, produjo mayor desocupación y los trabajadores salieron nuevamente a la calle en julio. Tras el asesinato en Bagdad del general iraní Qassem Suleimani por un misil disparado por orden de Trump, ahora intenta influir en el país al recibir al primer ministro Kadhimi en esta semana.
Los trabajadores de Medio Oriente están enfrentando un agravamiento dramático de sus condiciones de vida y sustento, las huelgas y luchas en curso son la única forma de enfrentar el aumento precios y la carestía, falta de pago de salarios y desocupación.