JetLimp esclaviza a sus trabajadoras

Escriben Bárbara Carrillo y Camila Pérez

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“Que se muera en el servicio”, empieza diciendo uno de los empleadores de JetLimp -empresa tercerizada de trabajos de limpieza- al gerente, al que le encarga comunicarle a una de las trabajadoras que no tiene permitido faltar a su puesto, a pesar de estar descompuesta. Las mismas condiciones valen para sus otras compañeras, a las que se las amenaza con perder su trabajo si piden el día por tener a alguno de sus hijos enfermos o si en el hospital dictaminan que deben tomarse licencia por ser pacientes de riesgo de coronavirus. Todas estas atrocidades y más, han salido a la luz hace pocos días, cuando se hicieron públicos varios audios de los jefes con este tipo de declaraciones (Cosecha Roja, 14/08).

La situación de las trabajadoras de JetLimp es desesperante. El maltrato verbal y psicológico al que se somete a las empleadas es una expresión más del maltrato laboral generalizado que ejerce la empresa mediante las condiciones a las que las compañeras son sometidas, que van desde la inexistencia de kits de seguridad e higiene y los insumos necesarios para desempeñar sus tareas hasta el avasallamiento de derechos esenciales, como las licencias. Se trata de un agravamiento de la situación que aplica a todos los trabajadores de maestranza, cuyo salario básico apenas roza los 27 mil pesos – es decir, poco más de la mitad de la canasta básica familiar.

A las mujeres que reclaman, presionadas por el peso de la situación, JetLimp responde en términos de violencia aún mayores. Tal es así que, en otro de los audios publicados, el jefe le dice al gerente que a las empleadas tiene que “cogerlas, violarlas (...) pero las minas tienen que salir renunciando”. El juego perverso de la patronal sienta sus bases en una conciencia absoluta de la precariedad de las condiciones de vida de las mujeres trabajadoras que, las más golpeadas por una desocupación creciente, sus opciones son verdaderamente estrechas. Es que, con mayor o menor vehemencia, la misma lógica se replica para todas las mujeres de la clase obrera, sometidas a los trabajos peores pagos, al empleo en negro, la diferenciación salarial, la imposición de las tareas de cuidado conjugada con la restricción de las patronales para poder hacerse cargo de las mismas, etc.

En este cuadro, la organización por medio de grupos de WhatsApp, donde se genera un círculo de contención cada vez que reciben este tipo de presiones, impulsó hace algunos días la denuncia de estos métodos de precarización.

Estas patronales utilizan para dividir los conflictos el método de alejarlas y cambiarlas de sede cada vez que reciben un reclamo. Para poder así "sacarse de encima a los conflictivos", y separarlos del grupo de trabajadores y trabajadoras que pueden llevar adelante una pelea de conjunto. Estos métodos se deben combatir con la máxima deliberación en todas las sedes mediante asambleas en las que se elabore un pliego de reivindicaciones -elementos de seguridad a cargo de la empresa, cumplimiento de las licencias sin afectar al salario, respeto del aislamiento para todas las que pertenezcan a población de riesgo, aumento salarial, entre otros- y de medidas de lucha para imponerlas. Pero, sobre todo, es fundamental llevar adelante toda una lucha de conjunto, con la solidaridad de los trabajadores de comercio en los supermercados, para que este caso no quede impune y que se destituya de manera inmediata tanto al gerente como al jefe de personal, para que no se vuelva a repetir un hecho semejante.

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