¿Cuál es la importancia del acuerdo Israel-EAU?

Escribe Norberto Malaj

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Que el propósito del acuerdo EAU-Netanyahu apunta a enterrar la cuestión palestina lo confirman “los rumores que Dahlan, ex jefe de seguridad de Fatah y líder del Bloque de Reforma Democrática del mismo, actualmente asesor del príncipe heredero de los EAU, actuó como intermediario. También es un favorito de los israelíes y los estadounidenses, que planean coronarlo como el próximo líder palestino” (Amira Hass, Haaretz, 25/8).

Los EAU, como los otros estados del Golfo, reinan sobre la enorme renta petrolera de la zona de la mano del imperialismo mundial. Los EAU reúnen una “población de nueve millones que consiste en ocho millones de trabajadores extranjeros … Mohammed bin Zayed (MBZ), el príncipe heredero es el hombre más rico del mundo con una fortuna estimada en 1,3 billones de dólares … ha recibido el título no oficial de ´el hombre más poderoso de Oriente Medio´, más que los líderes de grandes estados como Egipto o Arabia Saudita” (Zvi Bar'el, Haaretz, 22/8).

MBZ sin ningún pelo en la lengua pretende terminar hasta con la demagogia, con el viejo ´principio´ de “que Israel debe primero retirarse de los territorios ocupados para lograr la normalización con los estados árabes” (ídem). Tras el último acuerdo, Omán y Bahrein, primero; Sudán y Arabia Saudita después, anunciaron que seguirían los mismos pasos. Todos tienen hace rato aceitadas relaciones comerciales (y en particular en materia de seguridad) con los sionistas. Hasta “en el asesinato de Jamal Khashoggi en el consulado saudí en Estambul en octubre de 2018” estuvo la impronta sionista: “los servicios de inteligencia del reino utilizaron tecnología NSO (de Israel) para rastrear(lo)” (Chaim Levinson, Haaretz. 23/8).

La caída del precio del petróleo desde la bonanza de años previos ha sacudido las economías del Medio Oriente. La mayoría de ellas, y muy especialmente Arabia Saudita y los EAU, estaban empeñados en inmensos planes de inversiones para diversificar sus economías atendiendo a la tendencia al agotamiento de los pozos. Los príncipes herederos de los EAU, MBZ y su par saudí Mohammed bin Salman (MBS) fueron la cabeza de ese giro. Esa caída, lejos de atenuar los conflictos en la región, acentuó, en particular, las divisiones en el mundo árabe. Constituiría un error caracterizar que el Medio Oriente ya no es lo era por la declinación de sus reservas petroleras. Al contrario, en tanto no hay tecnologías sustitutas para la producción en gran escala de energía barata el petróleo del Medio Oriente sigue siendo absolutamente estratégico. Otra cosa es que los costos de producción exigen ´ajustes´ y que hoy, a los países más vulnerables, sobre todo los más grandes, Irak e Irán, no los salva ya ni sus enormes reservas de petróleo. Precisamente la situación de inestabilidad de uno y los choques del otro con el imperialismo yanqui, sigue siendo la cuestión central. Irak se recuesta cada vez más en las milicias chiítas proiraníes y lo mismo ocurre en el Líbano con Hezbollá.

Por todo este cuadro saltan a un primer plano en el presente la cuestión iraní y la guerra de Libia. Arrancada “la paz con Israel” para MBZ su objeivo es “eliminar la objeción estadounidense restante a la venta de armas (los aviones F 35 yankis), y también sería una póliza de seguro para bin Zayed si Trump pierde en las elecciones de noviembre” (Zvi Bar'el, íd.). Hasta ahora esos aviones los posee sólo Israel.

Aun así, está lejos de ser claro que EE.UU. pueda llevar a término una ofensiva en regla contra Irán. En el Consejo de Seguridad de la ONU Trump acaba se fracasar en su pretensión de mantener el bloqueo imperialista que vence en octubre próximo. Trece de los sus 15 miembros se opusieron a ello, incluido el Reino Unido.

A su turno la cofradía de jeques del Golfo está bien lejos de ser uniforme. El emirato de Qatar rompió con los sauditas y todos sus pares del Golfo, dos años atrás, cuando saltó que mantenía estrechas relaciones con el Ejército Islámico. Qatar, sin embargo, no se priva de estrechas relaciones con los sionistas, no solo en materia de seguridad. Es en primer lugar, un garante de la ´tranquilidad´ en la Franja de Gaza. Qatar es el principal sostén del gobierno de los religiosos de Hamas. Además, está en sociedad con los sionistas en la explotación del gas frente a Gaza.

Pero incluso los dos socios que emprendieron la guerra de Yemen, bin Salman y bin Zayed, cinco años atrás para destruir la rebelión huti en Yemen está ahora en crisis. “Los dos líderes árabes tuvieron una pelea estratégica. Mientras Arabia Saudita se esfuerza por establecer un Yemen unido después de sacar a los hutíes de las áreas bajo su control, los Emiratos redujeron su deseo de dominar el sur de Yemen, para garantizar al menos la seguridad de navegar en el estrecho de Bab al-Mandab. Bin Zayed, con una subsidiaria de Blackwater, la compañía de seguridad que se hizo conocida por sus actividades en Irak, estableció milicias de mercenarios colombianos y sudafricanos que combatían en Yemen y entrenaron a las fuerzas leales a los Emiratos para salvar la vida de los soldados regulares. Esta diferencia entre las posiciones de Arabia Saudita y los Emiratos llevó a estos a apoyar a los grupos separatistas del sur de Yemen contra el gobierno yemenita reconocido apoyado por Arabia Saudita. Incluso se sospecha que los Emiratos proporcionaron armas estadounidenses a los separatistas (ídem).

Por el otro, Bin Zayed más pragmático que el otro, no le hace asco hacer negocios con Irán, al mismo tiempo que busca rearmarse contra los ayotallas: “firmó un acuerdo de cooperación con Irán para garantizar la navegación en el Golfo Pérsico y permitió que el gobernante de Dubai (parte de los EAU) otorgara visas de entrada a empresarios iraníes después de años de suspensión. A cambio, los hutíes dejaron de disparar misiles a los Emiratos” (ídem).

El otro gran eje de conflicto es la guerra de Libia. Los EAU son también aquí un actor de primer orden. Han sido un soporte fundamental de la dictadura de Abdel Fattah al-Sisi en Egipto: Bin Zayed financió el derrocamiento del régimen de los Hermanos Musulmanes en 2013. “Los EAU canalizaron miles de millones de dólares a Egipto para reforzar las reservas de divisas, que habían alcanzado un mínimo peligroso, alentaron a los inversores a desarrollar la infraestructura de Egipto, contribuyeron a proyectos en el Sinaí y convirtieron a Egipto en un aliado económicamente dependiente” (ídem).

En la guerra de Libia los EAU y Egipto se enfrentan directamente a Turquía, la otra potencia musulmana, si bien no árabe, del Medio Oriente. Turquía de ser miembro extra-Otan y socio militar de Israel desde su fundación se ha ido distanciando e implicado en el conflicto palestino. Entre otras cosas, porque la diáspora siria que llevó a 4 millones de refugiados a Turquía incluye a no pocos palestinos también. Turquía es, además, el principal refugio de los Hermanos Musulmanes.

Turquía en los últimos años ha chocado con los sauditas en torno a varios temas (la cuestión palestina, Líbano, la guerra de Libia). “Turquía estableció bases militares en Qatar y Somalia, y potencialmente una en la isla sudanesa de Suakin en el Mar Rojo y el Cuerno de África, donde Ankara, junto con Qatar, compiten por la influencia contra los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita” (Simon A. Waldman, Haaretz, 25/8). Turquía, a su vez, choca con Irak en torno a la cuestión kurda, pretende que Irak estrangule la región kurda autónoma lindante. Recientemente la inservible Liga árabe salió en defensa de Irak contra Turquía.

El alineamiento turco en la guerra de Libia con el gobierno de Trípoli, chocando contra el bloque que respalda Putín, no significa por otro lado que la alianza de Erdogan de 2019 para la provisión a Turquía de los misiles S-400 se haya roto. EE.UU. sancionó a Turquía no vendiéndole F-35 por esa operación. Ahora Turquía anunció que ampliaría la compra inicial de esos misiles.

El giro de Rusia junto a Egipto, los EAU, Grecia e Israel contra Turquía e Italia en la guerra civil de Libia procede al mismo tiempo que los enfrentamientos pre-bélicos entre Grecia y Turquía frente a Creta, por el petróleo del Mediterráneo Oriental. No está claro aún qué explica este realineamiento ruso respecto a lo que ocurrió en la guerra civil siria, cuando Putín cerró filas junto a Erdogán. Todo indica que la crisis en toda Europa del Este, en Ucrania y ahora Bielorrusia, donde Putín no permitiría jamás una intromisión imperialista en su ´patio trasero´ lo lleva a una política de toma y daca.

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