Respuesta a Giachello y a Pitrola

Escribe Colectivo de dirección del Partido Obrero (Tendencia)

Acerca de la historia ´mecanicista´ del Partido Obrero.

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A mediados de 2018, Pablo Giachello encontró una frase que no le gustó en un muy valorado artículo de Altamira -“Panorama Mundial”-, que advertía un escenario internacional y continental de rebeliones populares que, potencialmente, o sea, sujeto a diversas alternativas y, sobre todo, a la calidad de su propia política, la “iniciativa estratégica pasaba a manos de la izquierda revolucionaria”. El texto enumeraba los países en que esta perspectiva podía ser relativamente inmediata, donde destacaba a Chile. Giachello alegó que la burguesía contaba con los medios para “contener” las crisis políticas y sociales, apuntando como evidencia a Jair Bolsonaro. Giachello, en definitiva, estaba más doctorado acerca de la burguesía que de las masas y esgrimía la manguera contra incendios como un perfeccionado derrotista. Unos meses después estallaban las rebeliones en Ecuador y Perú; las primeras huelgas nacionales contra Bolsonaro y principalmente, el proceso revolucionario en Chile. No solamente esto; el golpe de estado en Bolivia enfrentó un conato de guerra civil y agota sus posibilidades políticas. ¿Debemos agregar la enorme rebelión multirracial en Estados Unidos contra el racismo y la brutalidad policial, o el levantamiento popular en Bielorrusia? Desde entonces, todo el aparato del PO, con Giachello, ha dedicado sus peores empeños y sin el menor sentido del ridículo, a justificar los dislates perpetrados en 2018, para recuperar una autoridad política que nunca tuvieron fuera del marco de construcción histórica del Partido Obrero. Giachello denuncia “el ´mecanicismo´ de Ramal y Altamira”, y Pitrola condena a “los mecanicistas al basurero de la historia”, como la brujería a la hoguera. Es obvio que uno y otro ignoran el aporte del mecanicismo al conocimiento científico y el de los mecánicos a la construcción y reparación de los más diversos artefactos.

Señalamientos, pronósticos y acción política

Giachello y el PO (oficial), como recita Serrat: “llega(n) siempre tarde donde nunca pasa nada”. Han convertido en una falacia la ´capacidad´ de “contención” de la burguesía, que siempre se encuentra defendiendo alguna trinchera que está más atrás de la que acaba de perder. Hasta 2018, el que ´contenía´ era Macri y su coalición a la carta con el peronismo y la burocracia sindical. La ´restauración conservadora´ duró un suspiro y se desplomó en 2018, a pesar del apoyo macizo que recibió Macri de Trump y la UE y el conjunto del capital financiero; la nueva ´contención´ es la coalición F-F del FdT. Esta ´capacidad´ de ´contención´ no tiene fecha de vencimiento – a cada retroceso o revés del capital, éste dispone de una nueva ´contención´. La “revolución permanente”, la ley del desarrollo de la revolución mundial, se ha convertido en la “contención permanente”. Por cierto, aseguran estos pontificadores, esa contención sería quebrada casi automáticamente por un partido revolucionario actuante, en un olímpico desconocimiento de las derrotas que han sufrido numerosos partidos revolucionarios. El método que han reservado al PO es expulsar a 1.200 militantes, que nunca infringieron resoluciones políticas votadas, en el golpe más artero que se haya dado a la construcción de ese partido. La autoproclamación del aparato oficial del PO no se condice, o probablemente sí, con los dos quórums que dieron a ´Coqui´ Capitanich, para consumar dos estafas inmensas: el Presupuesto de ajuste 2021 y el remate de tierras fiscales.

Hace un par de días, Giachello volvió a sus andanzas con un artículo, que copia en forma vergonzante la tesis del PTS contra el PO – a saber, que los de la Tendencia somos “mecanicistas”. La pregunta que sigue es inevitable: ¿por qué el PTS no embocó ningún pronóstico y nuestra corriente casi todos? ¿De dónde sale la capacidad del “mecanicismo” que nos atribuyen para abrir las bóvedas que para los teóricos de la ´multicausalidad´ permanecen siempre cerradas? El PTS se anotó un famoso ´hit´ cuando anunció que Saddam Hussein lideraría una revolución proletaria en Irak, pero sin llegar a tanto mencionemos que denunció como “catastrofista” la serie de artículos nuestros que advertían, en 2007/08, la inminencia de una bancarrota financiera, y la cual anticipamos aún más con el “martes negro” de julio de 2007. Para probar nuestro “mecanicismo” deberían refutar la cadena de señalamientos que hemos hecho en nuestra historia, ¡arrancando con el ´Cordobazo´!

Los ´pronósticos´ políticos no son una variante de la profecía sino el procedimiento para determinar una guía para la acción. Quien no establece una perspectiva está imposibilitado de actuar y luchar en forma consciente y, lo que es más importante aún, corregir su línea de acción conforme a las divergencias entre los pronósticos alternativos, de un lado, y el desarrollo real, del otro. La larga trayectoria de señalamientos y pronósticos de la corriente que hoy representa la Tendencia, en medio siglo, han cimentado el desarrollo del Partido Obrero. Cualquier cosa que se diga al margen de esta historia, y para colmo desconocerla, es practicar el macaneo.

En noviembre de ese mismo 2018, cuando Giachello se vio alterado por el Panorama trazado por Altamira, caracterizamos, en la conferencia latinoamericana de ese año, en pleno ascenso de Bolsonaro, que se abría “un proceso de polarización política, que no tendrá un carácter rectilíneo, por su propio carácter convulsivo, pero que excluye toda posibilidad a un retorno al status quo previo”. En su mayoría, la actual dirección del PO boicoteó a aquella conferencia, y sólo concurrió a su sesión de cierre para intentar torcer su rumbo e imponer una declaración política contraria a las conclusiones que se había arribado en ella. Las sucesivas caracterizaciones de la crisis brasileña, de parte de quienes constituimos la Tendencia, hasta la asunción de Bolsonaro, ofrece un registro imbatible de unos y otros – de la futura Tendencia y del aparato. Desde el artículo “Se sacude, se sacude pero no cae, por ahora”, en referencia a la situación de Dilma Rousseff, hasta la caracterización de un golpe de estado con soporte militar, hemos estado muy por encima de las banalidades de quienes apuntaban a un ´impeachement´ perfectamente constitucional, como decían el PSTU e IS, y de parte de quienes se abonaron al ´golpe parlamentario´ - una contradicción en términos, porque en un régimen parlamentario el parlamento se supone soberano para tomar decisiones políticas.

¿Hay alguien que duda aún de que se trató de un golpe de estado de esas características, con los miles de militares en activo que pueblan el gobierno de Bolsonaro? Giachello quizás obtenga el Nobel por sus divagaciones sobre la ´capacidad´ infinita de ´contención´ de la burguesía, pero el único análisis concreto de la política de esa burguesía, en el caso de Brasil, ha sido de autoría de nuestra Tendencia. ¿Giachello no recuerda que su colega Heller anunció en Prensa Obrera que el candidato del imperialismo, en Brasil, era el petista Haddad, mientras Altamira denunciaba la coalición de Bolsonaro con Trump y el capital financiero, en la misma Prensa Obrera? Heller ni podía reivindicar el ´mecanicismo´ para justificar su dislate – simplemente había copiado la opinión que había vertido The Economist contra Bolsonaro. Los ´mecanicistas´ hacen más que eso para arreglar un aparato.

Volviendo a la conferencia latinoamericana de 2018, allí nos esforzamos por desarrollar la función política transicional, es decir movilizadora, de una consigna como la Constituyente Soberana, que menos de un año más tarde fue eje político de la rebelión chilena del 18 de octubre. Así, quedó saldada en la práctica la especie sostenida por la camarilla del PO oficial de que ningún trabajador sabe cómo se come una Constituyente (Soberana). Quedó saldada la discusión acerca de las consignas políticas transicionales, como la Constituyente para combatir a Macri y hacer frente al derrumbe de su gobierno, y dejar de esconderse bajo el slogan atrapatodo, “que la crisis la paguen los capitalistas”, que difumina la cuestión política del poder. Posdata. Una Conferencia que arriba a conclusiones políticas presta un servicio superior a los trabajadores, que la reciente del FIT-U, que no llegó a ninguna conclusión sobre nada y añadió un reguero más de enconos entre sus participantes.

El aparato del PO puede justificar su mediocre performance en cuanto al señalamiento de perspectivas y pronóstico, con un módico consuelo: “quien no caracteriza no se equivoca”. Pero el pronóstico es una guía para la acción –el paso ineludible para trazar una orientación, consignas, una política. En el Manifiesto del Partido Comunista, Marx y Engels previeron la revolución alemana de marzo de 1848, pero la caracterizaron a la vez como “el preludio inmediato de una revolución proletaria”. El pronóstico, por un lado, se confirmó por negativa – la burguesía había dejado de ser una clase revolucionaria, Marx escribiría que “una revolución puramente burguesa es imposible en Alemania”. Luego se confirmó por la positiva, la revolución burguesa triunfó en Rusia bajo la dirección del proletariado, lo cual la convirtió en socialista.

Giachello todavía no les pasó la factura a los redactores del Manifiesto (Pitrola, el vaciador de basura, solo escribe sobre asuntos del día), pero muchos ya lo han hecho. Para Lenin y Trotsky la revolución de octubre era el “primer paso de la revolución mundial”; de nuevo, el pronóstico se confirmó, pero por la negativa – la derrota del proletariado alemán llevó a la degeneración del estado soviético, a la victoria del nazismo y a la segunda guerra. Si Lenin y Trotsky hubieran partido de la imposibilidad de la revolución mundial, dejándose agobiar por la especie de que el capital mundial ´contendría´ la revolución, no hubieran liderado la revolución de Octubre – y hubieran liquidado sin pelea la experiencia de un gobierno de la clase obrera, que ejecuta todas las tareas históricas pendientes del país, además de derrotar una gigantesca intervención militar extranjera. Con el diario del lunes, muchos declaran a la Revolución de Octubre un salto al vacío; con ese mismo diario, nosotros sostenemos que abrió el horizonte más consistente hasta ahora para la lucha por la emancipación humana. A la hora de caracterizar al nazismo, Giachello lo presenta como un ejemplo de la capacidad y la sabiduría de la burguesía para ´contener´ a las masas, pasando por alto que llevó “ciegamente a la burguesía al abismo” - en palabras de León Trotsky.

La historia del PO

El ´mecanicismo´ es el recurso fácil de los charlatanes para descalificar las caracterizaciones que no entienden, o que rechazan porque las entienden demasiado. A finales del 2000, el PO, sostuvimos el histórico planteo en la calle y en el parlamento de la caída de De la Rúa y la convocatoria de una Constituyente Soberana. Lo fundamentamos en la quiebra del país y en el impasse manifiesto de la burguesía, por un lado, en el marco de una crisis mundial gigantesca que llevaba quince años, y de otro, en un descontento popular enorme, que se manifestaba en la aparición en masa del movimiento piquetero y en un principio de radicalización de las clases medias. En un debate en la Legislatura, Altamira dijo, textual, el destino del gobierno “se decidirá en la calle”. Lo mismo señaló como miembro informante de la primera Asamblea Nacional de Trabajadores ocupados y desocupados. Fuimos tan mecanicistas que caracterizamos la renuncia de Machinea a favor de López Murphy como “la penúltima etapa de la crisis”, y la salida luego de López Murphy por Cavallo como “la última etapa de la crisis”. No hay que confundir la precisión mecánica con el ´mecanicismo´. Con estos antecedentes, ¿por qué el PTS y el aparato siguen aferrados al ´mecanicismo´ sino para ocultar que no se les cae una idea de la cabeza, en medio de crisis de sistema gigantescas? El crecimiento del PO en el movimiento piquetero respondió por entero a esta orientación; dio lugar a una enorme politización de los trabajadores desocupados. Con este método, porque se trata de un método, el 16 de diciembre, en el Pic Nic del PO, advertimos que la rebelión popular se consumaría en la semana que se iniciaba y convocamos a una nueva consigna: Asambleas Populares en todos los barrios. Caracterización, perspectiva, línea de acción. Giachello pontifica acerca del ´mecanicismo´ sin mencionar este poderoso pasado del partido que lo acogió como militante. Posdata. En los aniversarios del ´Argentinazo´ el aparato ha dejado de exhibir el Pic Nic del 16 de diciembre de 2001. Hay un libro sobre este período y la política del PO: “El Argentinzao, el presente como historia”.

Arrancamos el examen de pronósticos y políticas con 2001, porque es la experiencia de mayor alcance acerca de la metodología del PO, la base de su crecimiento. Pero es sólo un ejemplo, porque en el cierre del Congreso de 2002, en Comunicaciones, advertimos que la continuidad de la etapa abierta por el ´Argentinazo´ dependía de la marcha de la crisis mundial, que había llevado a la crisis asiática de 1997/8 y a la de Rusia y Brasil enseguida. En efecto, la economía mundial consiguió un respiro en la crisis, a partir de la intervención de China, que irrumpía como factor decisivo (ver ´acople China-EE´, en Programa IV Internacional, enero 2004). No sacamos de allí la conclusión, sin embargo, esta sí que ´mecanicista´, de que la burguesía ´contenía´ a las masas, sino que solamente cambiaba el escenario productivo y comercial de una tendencia de la lucha de clases de alcance histórico – de ningún modo episódico. Evitamos, de este modo, tropezar con la piedra que hacer perder el equilibrio al aparato todo el tiempo – ir a la rastra de los acontecimientos. Toda esta labor teórico-política del PO recayó en quienes integramos la Tendencia, por lo que somos la incuestionable continuidad histórica del PO, a diferencia del aparato que intenta ´de-construir´ esa historia. Salvo la palabra ´mecanicismo´, tomada sin permiso del PTS, el aparato no ha aportado ni creado nada. Salvo los quórums parlamentarios y el voto favorable a un proyecto de ley del sionismo que impulsa la Cancillería, el cual consagra el delito de opinión, ha sustituido el debate político por las descalificaciones – el refugio de los necios.

Una de las mayores polémicas en las que intervino el PO fue acerca de la tendencia a crisis mundiales crecientes, de un lado, entendidas como crisis de conjunto del capital, y por lo tanto expresión de la tendencia hacia su disolución. El debate ocupó tiempo y espacio en la CRCI, frente al PCL de Italia y el DIP de Turquía. La tesis central está descripta en el prólogo al libro “La estrategia de la izquierda en Argentina”, que es de 1989. En 2007, al iniciar la campaña electoral de ese año, en Argentinos Juniors, advertimos la inminencia de un derrumbe hipotecario internacional y la crisis financiera, como pronosticaban unos pocos economistas, y denostaba la inmensa mayoría. Con el antecedente de la crisis de 2001/2 en Argentina, señalamos que golpearía la línea de flotación del capital, lo que se reveló enseguida con la quiebra de Lehman Brothers y de AIG, la mayor aseguradora mundial. En noviembre de 2008, la economía mundial sufrió, durante un par de semanas, un paro cardíaco, en medio de una transición de gobierno en Estados Unidos. La secuencia genética de esa crisis explica todo el proceso mundial actual, acicateado por una pandemia indisociable en su causa y en sus consecuencias de la organización capitalista del mundo. Cuando todas las clases se encuentran sacudidas y golpeadas por esta conmoción inmensa, la ´reflexión´ del aparato se apasiona por la ´capacidad´ indefinida de ´contención´ de la burguesía. Estamos ante el retrato de una enorme mediocridad.

Hay un episodio poco conocido que ilustra acerca de la bancarrota política del aparato y de su deshonestidad intelectual. En 2016, las tesis del Comité Nacional al congreso del PO caracterizan la existencia de una crisis de poder, que fue cuidadosamente refutada por Altamira en el BI del PO, replicada y vuelta a refutar por unos y el otro. En 2017, las elecciones de medio término dieron razón al refutador, sin el menor síntoma de autocrítica de los refutados. Un ignoto Bullrich derrotaba a CFK en el Petrogrado de Argentina – la provincia de Buenos Aires y varios distritos industriales del conurbano. Altamira advertía contra las conclusiones ´mecanicistas´ de lo que ya funcionaba como un aparato. Cuando el macrismo se viene abajo, con la crisis de 2018, las posiciones se invierten: el aparato asegura que todo está contenido, o sea que la ´crisis de poder´ que habría existido durante dos años, desapareció ¡en 2018! - con el macrismo en desplome y el peronismo dividido. En 2018, la única agenda de los críticos del ´mecanicismo´ era asegurar para ellos la primera candidatura a diputado por el FIT para 2019. El resto fue ´distraccionismo´.

En efecto: en el 25º Congreso del PO (abril 2018) propusieron acelerar los pasos para el lanzamiento de la campaña electoral prevista para un año y medio después, con el argumento de que “no pasaba nada”. Meses después, los antimecanicistas cerraron los ojos ante una manifiesta crisis de régimen. Los mecanicistas, en cambio luchamos por Fuera Macri, Asamblea Constituyente, coordinadoras, huelga general. La inocuidad de la izquierda, fundada en aferrarse a las rutinas electorales, terminó entregándole al kirchnerismo, que demoró más de un año en armar una alternativa, la oposición política al desquiciado régimen macrista. Ahora, cuando “es mejor que te quedes en casa”, Giachello se distrae con el ´mecanicismo´, mientras Pitrola oficia de cazador de brujas. No aprendieron nada de la historia del PO – o, simplemente, esa historia no encaja con aspiraciones que van en sentido contrario. No hay mejor forma de discutir el ´mecanicismo´ que el cotejo con lo que cada uno hizo hasta aquí. Lo demás es un verso.

“Táctica genial”

Todo el texto de Giachello pivotea en torno de una cita del discurso de Trotsky en “una escuela de estrategia revolucionaria” (1921), ya usada y abusada por el PTS. Todos los intelectuales “escépticos” (un dicho de Romain Rolland que se atribuye a Gramsci) abrevan en ella – un espacio de contactos. Allí, LT convoca al movimiento comunista internacional a tomar nota del escenario planteado por el fracaso de la revolución alemana, la derrota del Ejército rojo en Polonia y las dificultades que enfrentaba el bolchevismo para ampliar su influencia en la clase obrera europea. Luego de afirmar que el fin del capitalismo no llegará “automática ni mecánicamente”, Trotsky señala que “la burguesía no es un producto pasivo del desarrollo económico, sino una fuerza histórica, activa y enérgica”. Giachello se ha embelesado con este párrafo, al cual, como señalara Pablo Rieznik hace más de diez años, “se recurre (a él) una y otra vez para tergiversarlo”. Giachello oculta que apenas unas líneas más abajo, LT explica a dónde va la burguesía como “fuerza activa”: a “reunir en sus manos al ejército, policía, ciencia, escuela, iglesia, parlamento, prensa, etc.; tirar sobre los renegados y decirle, con el pensamiento, a la clase obrera: ´Sí. Mi situación es peligrosa. Veo que a mis pies se abre un abismo. Pero veremos quien cae primero en él. ¡Acaso, antes de morir yo, pueda arrojarte al precipicio, clase obrera!´ ¿Qué significa esto? Sencillamente la destrucción de la civilización europea en su conjunto”. Trotsky llama la atención de la IC acerca de la necesidad de organizar un choque mortal de fuerzas – a la luz de los errores gravísimos cometidos en la derrotada revolución alemana de meses antes. La burguesía es una fuerza viva que se debate en la agonía de su espacio histórico. En su decadencia, dice Trotsky, comportaría el hundimiento de la humanidad en su conjunto, como se comprobaría en las dos décadas posteriores.

Hace cuarenta años, en Argentina, cuando el tercer gobierno de Perón asistía a su decadencia irreversible, la izquierda peronista solía justificar todos los dislates y atropellos de su líder atribuyéndolos a una “táctica genial del General”. Ahora, el aparato del PO- ha decidido aplicarle el sambenito de la ´táctica genial´ a la burguesía mundial, aún en plena etapa de catástrofe y decadencia. La prueba de esa genialidad, dice Giachello, es el fascismo – un planteo que no debiera aparecer en una prensa socialista por su desvarío. Para Trotsky: “La burguesía en declinación es incapaz de mantenerse en el poder por los medios y métodos del Estado parlamentario que creó. Recurre al fascismo como arma de autodefensa, por lo menos en los momentos más críticos”. “La burguesía, prudentemente, no ve con buenos ojos la forma fascista de resolver sus problemas, pues las contusiones, aún provocadas en interés de la sociedad burguesa, son al mismo tiempo peligrosas”. Concluye: “a la burguesía le gusta tanto el fascismo como a un hombre con el maxilar dolorido le puede gustar que le arranquen un diente”. Y aludiendo al fascista polaco Pilsudski, añade: “Los círculos más fuertes de la sociedad burguesa acompañan a disgusto al ´dentista´ Pilsudski, pero, finalmente, se someten a lo inevitable”. (LT, “Revolución y contrarrevolución en Alemania”). Cuando un aparato permite la distorsión que hace Giachello sobre el fascismo, ni siquiera es digna del basurero de la historia – alcanza con el contenedor de la calle. Si la “genialidad” de la burguesía se extiende al fascismo, entonces alcanza también a la guerra.

La lógica de esta irracionalidad es patente: si el aparato sobrevive, el que lo maneja es una fuerza ´viva´ y sus atropellos ´geniales´ - la supervivencia es confundida con la vitalidad. Lo que dice Trotsky, en este juego necrológico, es que el capitalismo es un cadáver insepulto. Giachello atribuye a la la burguesía “genialidad” y refinación” (textual) en el momento más agudo de su declinación. Estamos ante una expresión grosera de subjetivismo, pues le atribuye una posibilidad que va más allá de la decadencia y el desplome de su organización social. El COVID ha puesto al descubierto que la máquina de beneficios del capital no deja lugar a la vivienda, la salud, el crecimiento personal, la paz, y que ha convertido a fondo la página abierta de la vida en la incertidumbre de la supervivencia. La glorificación de la burguesía, en tales condiciones, pone de manifiesto la veloz decadencia del aparato oficial que usurpa el PO.

“Factor económico” o crisis mundial

Giachello -y quienes lo mandan al frente- ha echado mano de un viejo recurso para acomodar su conservadurismo político. En ´lo económico´, nos dicen, somos catastrofistas –lo seguimos a Rieznik, y rechazamos a Mandel, a Kondratiev y al PTS. Otra cosa es lo ´político´: allí, nos topamos con la ´genialidad´ de la burguesía, capaz de las maniobras más sutiles y finas, aún en plena decadencia del régimen social que la tiene como portavoz histórica. Giachello descubre la rueda, porque desde Marx la lucha por un partido obrero tiene que ver con el combate a los recursos de dominación de la burguesía, con todas sus porquerías y crímenes, a las que Giachello llama ´geniales´. “Una cosa es la crisis capitalista”, nos dijeron Santos y Solano el día que decidieron expulsar a 1200 militantes del PO. Otra cosa es la “lucha de clases”. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, es una tesis que fue refutada en Grecia hace casi tres milenios. El elenco del aparato, que no conoce los aportes de los griegos, la desconoce.

Pero el proceso histórico no es una suma de factores independientes, sino una totalidad en desarrollo. El ruso Plejanov y el italiano Labriola refutaron, hace un siglo y medio, que el materialismo histórico consistiera en el predominio del ´factor económico´. Refutaron toda la teoría de los factores – políticos, culturales, identitarios. El materialismo histórico en una totalidad determinada, que se desarrolla de acuerdo a sus contradicciones, con las consecuencias correspondientes en todos los planos. De modo que el único mecanicismo posible es el de nuestros censores, que se atribuyen la medición de cada factor en un proceso que, por el contrario, los engloba. Las fuerzas productivas no existen con independencia del capital, son fuerzas productivas del capital; su desarrollo histórico no lo mide el PBI, sino el desenvolvimiento social en su conjunto, como sistema mundial. Cuando un régimen social se reproduce de modos cada vez más explosivos, incluido el socavamiento de su dominación, como ocurre con las revoluciones sociales, es claro que ha llegado al cenit de su desarrollo. Cada paso adelante multiplica, acrecienta y fulmina las contradicciones que le son propias, al punto de su extinción. Este es el proceso vivo y real, porque en cuanto a racionalidad social, Trotksy ya mostró que ´teóricamente´, el socialismo podía suplantar con ventaja al capitalismo, ya en el siglo XIX. Sólo en este marco se puede hablar de la crisis de dirección del proletariado, o sea de su inacabada experiencia política, atravesada de victorias y derrotas inmensas. Que la burguesía sea desafiada por los explotados en cuanto a su dominación histórica, es una prueba definitiva de la decadencia del capitalismo y del desarrollo de una época de revoluciones socialistas.

Es bueno recordar, sin embargo, que estos catastrofistas ´económicos´ censuraban a Altamira en abril-mayo de 2018, cuando éste caracterizaba una “Argentina en default”, y mandaban sus artículos a la sección ´opinión´ para no comprometer al partido con ´semejante pronóstico´, escandalosamente confirmado. La palabra ´default´ sólo fue readmitida en el léxico de Prensa Obrera cuando el ministro Laspina resolvió el reperfilamiento de la deuda, después de las PASO. O sea que el ´catastrofismo´ que esta gente reclama para sí - el llamado ´económico´- ha quedado para los días de fiesta. El oficialismo partidario se ufana de combatir la astucia de la burguesía brindándole quórum en la legislatura del Chaco al presupuesto provincial y a la privatización de tierras; o en el Congreso nacional, ante la reforma jubilatoria judicial que abre el paso para las reformas previsionales fondomonetaristas y la votación de la “emergencia alimentaria” de Macri-Fernández. Con adversarios de este porte cualquier burgués hace gala de astucia.

Pero si de pronósticos se trata, es bueno recordar varios episodios –y aciertos- históricos que siguieron el método que hoy rechaza el aparato partidario. Digamos, simplemente, que, en 1975, después del desarme de la huelga general de junio- julio, señalamos que se iniciaba la cuenta regresiva del golpe militar, cuando toda la izquierda se preparaba para la ´salida democrática´ de las elecciones de 1976. En la transición de Videla a Viola, dijimos que la dictadura se encontraba “bajo el signo de la catástrofe” (Política Obrera, marzo de 1981), cuando los partidos de la burguesía y la mayoría de la izquierda rumiaba la perspectiva de “años de dictadura”. Meses después, fuimos la única corriente que acompañó en las calles, con banderas y pancartas, la primera manifestación pública de Madres y Familiares. Sobre el PO y el Cordobazo, hemos escrito en su último aniversario acerca del acierto de nuestros pronósticos sobre ese acontecimiento extraordinario. Giachello y Pitrola se metieron en donde menos les convenía, pero, claro, más les interesaba liquidar: la trayectoria política del Partido Obrero.

La revolución y su partido

Giachello ha decidido dar lecciones acerca de qué es una situación revolucionaria. El asunto es oportuno para refrescar otra confrontación de pronósticos – el de Altamira, de un lado, y el del MAS, del otro, ante la asunción anticipada de Menem. En “La estrategia de la izquierda en la Argentina” (1990), polemizando con la tesis del MAS, que agitaba la existencia de una ´situación revolucionaria´, el “estallido” (textual) del peronismo y la toma del poder por la flamante dirección electa del morenismo el año antes, se señala que la creación de una situación revolucionaria dependería del desenlace de los choques del nuevo gobierno con las masas, y que no podía ser postulada antes de eso. No es suficiente que el proletariado tenga una conciencia de clase, que en el mejor de los casos quedará confinada a su vanguardia, para que emerja una situación revolucionaria; es necesario que la sociedad capitalista arribe a un impasse extraordinario. La divergencia con el aparato y los partidos del FIT-U consiste en que estos niegan que existe ese impasse, tomado en su conjunto, así de simple – o sea que han abandonado el punto de vista de la III y IV Internacionales al momento de su fundación. El papel del partido, “hacer consciente el proceso inconsciente de las masas”, requiere que ese partido tenga una noción del proceso histórico que hay que concientizar – o sea “decir lo que es” (Ferdinand Lasalle). En los artículos del libro, Altamira señala que el bloqueo para la situación revolucionaria ´es la política democratizante de la izquierda; los frentes no revolucionarios´ - en aquel entonces los Frentes del Pueblo e Izquierda Unida. Giachello excluye la política derrotista del aparato y del FIT-U de los ´factores´ bloqueantes de una situación revolucionaria. En esa crítica del 90, se subrayaba la contradicción que suponía, de parte del MAS, proclamar una ´situación revolucionaria´ y al mismo tiempo, agitar la “democracia con justicia social”. En resumen, estábamos ante una ´situación revolucionaria´ postulada ´pour la galerie”; el pronóstico del estallido del peronismo se convirtió en el estallido del MAS, sin que sus desprendimientos sacaran la menor lección de lo ocurrido. Fue una crisis de aparatos – lo que nuestra Tendencia combate en el PO. Cuando una corriente como la nuestra ha acertado tan escrupulosamente en los acontecimientos históricos fundamentales de Argentina, ¿cómo admitir la descalificación de ´mecanicismo´ por parte de quienes no pegaron una, y abundan en atrocidades parlamentarias que nadie hubiera imaginado?

La cuestión del partido se resume en el método de la revolución. La declaración de ´ofensiva permanente´ de la burguesía; la negación del impasse histórico excepcional del capital; el faccionalismo rampante en y con la izquierda; no habilitan la construcción de un partido revolucionario, y ridiculizan la pretensión de que ese dominio, supuestamente indisputado de la burguesía mundial, obedezca a la falta de un partido. El partido no es un aparato: es un programa probado en la lucha; es una estrategia que ha sido sometido a la criba del proceso histórico; es un reclutamiento basado en ese programa y en esa estrategia; y es una organización de luchadores socialistas. Solo un aparato ajeno al trabajo político por la revolución mundial puede sacarse de encima su historia, expulsar en forma masiva y sumaria, renegar del debate democrático por medio de simulacros. La totalidad que reclamamos para las caracterizaciones históricas valen para la construcción del partido. Cuando las organizaciones del FIT-U acompañan con la complicidad los quórums y enseguida se suman a ellos; cuando no toman posición acerca de los métodos en la lucha interna en el PO; cuando hacen todo esto son consecuentes con su comprensión distorsionada de la crisis mundial y de la revolución mundial.

Pero si de partido se trata, digamos que los adoradores de la cuestión del Partido se encargaron de expulsar del PO a 1200 militantes; de forzar sus locales y cerraduras en un operativo comando de una tarde y una noche; de intervenir al partido de Tucumán de la mano de la justicia…Es ineludible volver una y otra vez sobre esta cuestión, porque el texto de Giachello no es una pieza `teórica´, por si faltara decirlo: es la justificación de un aparato que manda al frente a Giachello, como ocurrió cuando lo alentaron a ´criticar´ el artículo previsor si los hubo, sobre el Panorama Mundial. Capitanich debe ser el ejemplo de burgués genial y refinado que admira Giachello.

Giachello, finalmente, intenta achacarnos una oposición al frente único, cuando forma parte del elenco político que, con todo el FIT-U ha faccionalizado de un modo brutal las relaciones entre la izquierda y el activismo obrero. No han sido capaces siquiera de formar un bloque legislativo en el Congreso. Han armado un plenario sindical que no funciona por medio de mandatos de sus sindicatos, sino por compromisos entre sus aparatos partidarios. Los campeones del Frente Único han organizado una trifulca latinoamericana bajo el disfraz de conferencia, sin ninguna conclusión de conjunto ni plan de acción. Quienes integramos la Tenencia, en cambio, respondimos al planteo del PTS de un ´partido único´, con el llamado a organizar un debate programático y estratégico sobre la crisis mundial y las tareas, denunciando que, de otro modo, no pasaba de una maniobra electoral de baja monta. Finalmente, la denuncia de la Tendencia de un supuesto boicot al frente único, corre por cuenta de un aparato que forma barreras para responder con violencia a nuestra participación en múltiples actividades o actos. Nuestra posición es clara: advertimos contra la liquidación del Frente de Izquierda, que ya han intentado, una y otra vez, sus diferentes aparatos, y que en el caso del PO fue impedido por la oposición de Altamira, en la conferencia de emergencia de junio de 2017, a la resolución del Comité Ejecutivo de abandonar el FIT si Pitrola no reemplazaba a Del Caño en la lista bonaerense.

Cuál derrumbe

Los exabruptos de Giachello y de Pitrola preparan un viraje vergonzante, como surge de la “nueva oleada” que profetiza ahora Giachello, la cual plantearía a la izquierda un “gran desafío” (sic). Por caso, da por consumada la ´contención´ de las masas en Chile, en virtud de “un gran acuerdo nacional” que adjudica a todos los partidos y bloques políticos. Ni se interroga acerca de si la burguesía tiene los medios para alcanzar ese propósito, ni discute la re-emergencia de un Frente Popular nada menos que en Chile. La conferencia trucha reciente del FIT-U ni aludió a las condiciones pre-revolucionarias que existen en Chile. El pretencioso “desafío” en que se considera envuelto Giachello, tampoco dice nada de la crisis argentina, donde se armó un Frente de Todos cruzado de antagonismos, como último recurso para evitar la creación de una situación revolucionaria, mientras agrava todos los días los problemas que llevan a la creación de esa situación. Finalmente, el centro de la “iniciativa estratégica”, el bolsonarismo, asiste al impasse monumental de su política criminal frente al Covid, en medio de huelgas obreras y divisiones cada vez mayores en el aparato estatal de Brasil. En fin, la crisis boliviana, que es internacional. En suma, el aparato del PO se encuentra en un enorme impasse. La salida para la militancia revolucionaria del PO y el FIT es: 1. Reincorporación de los compañeros expulsados, investigación de los procedimientos utilizados, el derecho de Tendencia y un congreso extraordinario; 2. Preparar un Congreso programático de delegados de todos los partidos del FIT, acerca de la crisis mundial y las tareas.

5-9-2020

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