Escribe Pablo García
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El arte siempre nos brinda la posibilidad de captar las ideas de una época, ya sea porque sus creadores quisieron mostrar algo de manera directa, o también porque esas ideas se plasman de forma involuntaria. Lo que sigue a continuación tratará de rastrear cuál es el clima social y político analizando algunos grandes éxitos de la industria del cine y las series de los últimos años.
Crisis
Una de las principales características de la sociedad actual es la sensación de malestar con respecto a la economía, la política o las perspectivas de futuro. La última gran muestra de esta sensación de catástrofe es Joker (1), que está batiendo récords de taquilla en estos días. Pero podemos hacer un rastreo más extenso de elementos que nos pueden mostrar un panorama de crisis mundial a través de otros grandes éxitos comerciales de cine y televisión.
Un punto de partida para este análisis podemos ubicarlo en los lugares donde transcurren los hechos. En general las grandes ciudades, ya sean reales o ficticias. Grandes ciudades gobernadas por la corrupción (Ciudad Gótica en las diferentes versiones de Batman) y, dependiendo el caso, directamente por regímenes fascistas (Inglaterra de Adam Sutler en V de Vendetta) (2).
La violencia es la normalidad y la marginalidad nos da la idea de una ausencia de perspectivas de futuro para las masas que viven allí. Porque la materia prima de las obras literarias o cinematográficas se encuentra en la realidad, y durante las últimas décadas el panorama social es de enormes turbulencias, con los atentados de septiembre de 2001 en Nueva York y la guerra en Irak y Afganistán; la cuestión del terrorismo como nueva amenaza según los gobiernos occidentales y el endurecimiento de la represión por parte de esos mismos gobiernos hacia la población.
La cuestión de la crisis económica es el otro factor que enmarca la situación actual. Con desequilibrios que venían desde tiempo atrás y que la situación post 2001 agudizó (alza de los precios del petróleo por la guerra en Medio Oriente, por ejemplo). Tenemos también el estallido de la crisis de 2008 producto de la especulación inmobiliaria y que tuvo como consecuencia la quiebra de grandes bancos y fondos de inversión que provocaron un aumento de la miseria y la desocupación, mientras los gobiernos se dedicaban a rescatar a esos grandes grupos económicos y los más pobres sufrían los desalojos. No es de extrañar entonces que en un film como Batman el caballero oscuro (3), la mafia de Ciudad Gótica tenga lazos estrechos con los grandes bancos, en lo que es una visión completamente negativa de las grandes corporaciones financieras. También podemos mencionar como parte del contexto de las producciones cinematográficas de los últimos tiempos que influyen en el descontento social, a la crisis comercial a nivel mundial y el crecimiento de la competencia económica que puso en crisis a la Unión Europea (Brexit) y a estados como Reino Unido o el Estado Español con grandes movimientos separatistas (Escocia, Cataluña).
Ese mundo real de crisis también estuvo regado de rebeliones como respuesta. Desde los indignados europeos, pasando por el movimiento ocupa en EE.UU., varias rebeliones populares que tumbaron gobiernos en América Latina con el cambio de siglo, y las masas árabes estallando contra dictaduras en todo Medio Oriente y el Norte de África a partir de 2010. Luego la guerra en esa misma región y la emergencia de masas de refugiados que buscan escapar de bombardeos y destrucción de sus países echándose al Mar Mediterráneo y en muchísimos casos, perdiendo la vida.
La crisis económica y la desocupación (y los indignados), son entonces el fondo donde actúan los ladrones de la serie española La casa de papel (4). Estos “villanos” tienen la simpatía general de la población debido a que los crímenes los cometen, como dijimos antes, contra instituciones que son consideradas las grandes culpables del malestar social, como la Casa de la Moneda y Timbre.
Máscaras
Así, los ladrones le roban al gran ladrón, y las máscaras que usan se convierten en símbolos de rebeldía. Tanto la máscara de Guy Fawkes que utiliza el superhéroe V en V de Vendetta, como las de Dalí en La casa de papel o la del Guasón en Joker, pueden ser vistas en manifestaciones de todo el mundo, como símbolo de lucha contra el sistema. La rebelión pasa a estar a la orden del día y los (anti)héroes manifiestan la bronca contenida de las personas frente a la violencia del capitalismo. Por eso los “nuevos malos” ya no son rechazados por el público, sino que son festejados y reivindicados, convirtiéndose en “villanos-héroes” que pasan a la acción con métodos drásticos. En el caso de V, haciendo estallar el Parlamento inglés en lo que es una manifestación clara de apelación al “terrorismo” como forma de destruir símbolos y llamar la atención sobre la necesidad de un cambio más profundo que lleve a las masas a movilizarse contra la injusticia.
Las masas también están en la calle en estas producciones, lo cual es un dato nuevo en relación de las producciones de épocas pasadas donde el protagonista exclusivo era el superhéroe; aunque en general son masas todavía pasivas, el fondo sobre el que resalta el protagonista individual. En La casa de papel cuando los ladrones asaltan el Banco de España puede observarse a una multitud que está expectante tras las vallas policiales y que apoya a los atracadores. Son masas que apoyan a los protagonistas, pero no buscan convertirse en protagonistas de sus propios destinos. Por su parte en Joker, la multitud sale a la calle en apoyo a un villano que hace su presentación como asesino de altos ejecutivos de la firma del multimillonario Thomas Wayne (el padre del futuro Batman). Y la consigna de esas masas enfurecidas es “eliminar a los ricos”. Así, la lucha de clases pasa a formar parte de las tramas, quedando en un plano secundario la idea de lucha entre el bien y el mal que caracterizaba a las producciones de épocas anteriores, cuando los héroes y los villanos no tenían mayores matices ni complejidad. En ese sentido, las producciones actuales buscan desarrollar personajes complejos y contradictorios y eso los hace más “reales” y atractivos para el público (5).
Rebelión
En esas sociedades en descomposición, el caos es una pieza fundamental, y los (anti)héroes sacan partido de ello. Si en general la rebeldía se limita a escenas de saqueos y destrucción, hay momentos de verdadera revolución social. Este es el caso de V de Vendetta, cuando llegado el momento decisivo las masas se movilizan al parlamento completamente rodeado por las fuerzas armadas esperando la orden para abrir fuego contra la multitud. En ese momento puede verse cómo la marea humana hace vacilar a los soldados, que desisten de reprimir y las masas terminan pasando por entre los efectivos militares como una fuerza imparable. Una escena que recuerda el relato de León Trotsky cuando se refiere a las jornadas de febrero de 1917 en Rusia y nos cuenta cómo el (mismo) momento decisivo es la duda de los cosacos que permite que la revolución (es decir las masas) avance por debajo de los vientres de los caballos de los cosacos inmóviles, para finalmente derrocar al zar (6).
En todos estos casos que venimos señalando, se puede observar la frustración de las personas que son oprimidas, que no tienen esperanza en ningún futuro y que viven un mundo violento y sin contención alguna. Ese es el mundo que permite la emergencia de personajes que no necesariamente estaban destinados a volverse villanos, pero que la sociedad injusta e individualista lleva a la desesperación y a una transformación destructiva. Esto lo podemos ver en Joker, pero no sólo allí. También Breaking Bad (7), por ejemplo, muestra el camino extremo que toma Walter White, un profesor de química que al enterarse que tiene cáncer y que su muerte dejaría a su familia desamparada y con el peso de una hipoteca y estudios universitarios de sus hijos, imposibles de pagar, decide fabricar y vender metanfetaminas. En su desarrollo, la serie muestra el fenómeno del narcotráfico y la vida miserable y marginal de una parte importante de adictos sin perspectivas de futuro en el país capitalista más rico y poderoso del mundo. Walter White paulatinamente se transforma, pasando a ser conocido como Heisenberg y sumergiéndose en el mundo violento en el que para sobrevivir hay que recurrir a métodos y acciones extremas.
Futuro
La crisis mundial de la sociedad capitalista desde hace años está golpeando fuerte sin distinguir fronteras y la idea de que no hay futuro es la clave predominante. El extremo de esta imagen puede observarse en la explosión de ficciones que retratan un mundo post-apocalíptico, cuyos ejemplos más notables son The walking dead (8) y Fear the walking dead (9). Todo se desencadena cuando aparece una epidemia de origen incierto que provoca que las personas mueran y se transformen en “caminantes” (muertos vivientes o zombies) que asolan las ciudades y pueblos matando a la gente y convirtiéndola a su vez en nuevos “caminantes”. Uno de sus personajes dice al pasar cuando todo comienza que “cuando la civilización acaba, acaba rápido”. Y eso es lo que se ve en este caso: el final de la sociedad, la destrucción completa de ciudades, la caída del estado, el desbande de las fuerzas armadas y la confusión de las personas que mueren masivamente o que luchan en el medio de la barbarie por sobrevivir. Finalmente, cuando el fin del mundo parece irreversible, lo que queda son pequeños grupos de sobrevivientes que tratan de organizarse en un mundo sin electricidad, sin medios de comunicación, sin gobiernos y que afrontan conflictos muy agudos. Una especie de nueva edad media, ya que, para sobrevivir, lo más seguro es agruparse en terrenos cercados o amurallados que protejan a los pequeños grupos de las invasiones de muertos vivientes y de las incursiones de otros grupos humanos que buscan saquear los recursos disponibles. Así, como hace mil años, el futuro "fin del mundo" parece ser más seguro estando a resguardo y aislado de peligros por doquier.
Podemos observar de conjunto que la crisis es la nota predominante en estas manifestaciones culturales producidas para el consumo masivo. Ya sea en un mundo realista o fantástico, la catástrofe emerge en forma de violencia, de guerras, epidemias, explotación y destrucción. Todos estos son datos verosímiles para los espectadores de estas series y películas porque en primer lugar son espectadores y partícipes de la realidad actual, es decir de la sociedad descompuesta y sus guerras, de sus “catástrofes humanitarias”, sus crisis políticas y sociales. Señal interesante de estos tiempos es el hecho de que luego de algunas semanas del estreno de Joker, las masas chilenas dieron rienda suelta a su ira contra un gobierno y un sistema que desde hace décadas se basa en la mayor desigualdad e injusticia social, y prendiendo fuego edificios, vehículos y un "modelo" de sociedad que no era más que una máscara de la mayor explotación. Queda por verse si esa indignación masiva da como resultado el surgimiento de una dirección que le dé una salida que no puede ser más que política a la catástrofe real a la que asistimos y que una vez más la realidad supere a la ficción.
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