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El jueves 1 de octubre, en el marco del paro de enfermería, cientos de trabajadores autoconvocados de los hospitales de la zona sur se movilizaron hasta las puertas del Hospital el Cruce, en Florencio Varela.
Una coordinación interhospitalaria, como hace años no se veía, está en pleno desarrollo en las narices de la burocracia sindical. Hace sólo una semana atrás, en la primera movilización con estas características (de coordinación entre trabajadores de diferentes hospitales de la zona) fue menor, y con la presencia fundamentalmente de trabajadores de dos de los nosocomios: El Cruce y el Iriarte. Esta vez se hicieron presentes trabajadores, además, del Oller de Solano, del “Evita Pueblo” de Berazategui, “Mi Pueblo” de Varela, el Oñativia de Almirante Brown, el HIGA “San Martin” de La Plata, y otros. Es un proceso en pleno desarrollo.
Esta última movilización, con unos 300 trabajadores, se hace no a espalda de los sindicatos, sino con los sindicatos dándole la espalda. Ante una presencia que ya se palpitaba masiva, Cicop envió una bandera y una delegación. El resto de los sindicatos de la salud ni se arrimaron. En el acto a las puertas del Hospital, los trabajadores pedían medidas a fondo, fundamentalmente del aumento a $70.000 para el sueldo mínimos, la paritaria discutida por las bases, el aumento inmediato de la planta de personal, la provisión total de los EPP por parte del estado (muchos deben comprárselos ellos mismos), la renovación edilicia. Uno tras otro, los oradores denunciaban el lleno total de las camas de terapia intensiva, y el agotamiento de los internistas y enfermeros que aún cumplen funciones, lo que a su vez expone a esos trabajadores a más contagios.
El planteo de paro general de la salud fue completamente ignorado por el representante de Cicop, que se limitó a decir “estamos acá”, que esa coordinación era lo máximo que podían hacer. Luego del acto y abrazo al hospital, una asamblea interhospitalaria, con más de 100 trabajadores autoconvocados, discutió y votó una nueva movilización para el lunes 5 de octubre, desde el Hospital Iriarte, para cortar la Autopista Buenos Aires-La Plata, a la altura del peaje Quilmes. La elección de la fecha, a sólo cuatro días después de la demostración de fuerzas en el Cruce Varela, tiene que ver con la reunión paritaria de ATE prevista para el martes 6. Cortan antes, dicen, para demostrar a ATE “que no van a aceptar una nueva entregada”. Entre los autoconvocados conviven trabajadores afiliados a los sindicatos, con otros que plantean un repudio y rechazo total a los “gremios y sindicatos”, emparentando los sindicatos a la burocracia sindical enquistada y cómplice, cuando no partícipe directa, de los ajustes.
Los trabajadores de la salud pueden imponerle una derrota política a la burocracia sindical y al gobierno, reforzando las asambleas en todos los establecimientos, y la discusión de un programa de conjunto. En un escenario donde tanto el gobierno como la oposición pretenden hacer desaparecer lo poco que queda de la cuarentena a como dé lugar, está en juego la supervivencia del personal de la salud y cómo se enfrenta la pandemia. Una lucha a brazo partido por el control de los lugares de trabajo.
La respuesta obrera al desarrollo de la crisis por la pandemia está en pleno desarrollo. Guernica y la lucha de los trabajadores de la salud ponen en discusión la agenda obrera, contra la de los Fernández, Kicillof y el FMI.