Quiénes están “por fuera” y quiénes estamos por dentro de la historia del Partido Obrero

Escribe Mesa Nacional de la Tendencia del Partido Obrero

La Tendencia del Partido Obrero, ante la realización del 27 “Congreso” del Partido Obrero (oficial).

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El Congreso del Partido Obrero (oficial) convocado para estos días ha sido privado de la facultad irrevocable que le cabe de decidir sobre la expulsión sumaria de 1.200 militantes, resuelta entre gallos y medianoche hace año y medio por un grupo innominado, que las disfrazó como un ´apartamiento´ voluntario de los expulsados. Si por acaso coloca el punto en su agenda, la validez está definitivamente cuestionada por desconocer el derecho a la defensa de los ´imputados´. Se trata de mucho más que la tercera parte de la organización, que reclamó el derecho estatutario de Tendencia, fundado en un documento político. Entre los expulsados se encuentran constructores históricos del PO y de la IV Internacional, compañeros y compañeras fogueados en la lucha gremial y política, que lideraron al partido contra la dictadura de Onganía, en el Cordobazo, en las huelgas generales de los 70, en la lucha por la condena de la banda de Pedraza por el “crimen político contra la clase obrera”, como hemos caracterizado el asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra; que conocieron los campos de concentración de Videla, la cárcel y el trabajo clandestino; que llevaron al Frente de Izquierda a su punto de desarrollo más alto; y que, desde su expulsión, señalaron inconductas políticas muy graves, como la habilitación del presupuesto y la venta de tierras por parte de Capitanich o el llamado ´voto sionista´ en la legislatura porteña, entre otras. Estas graves acciones, lejos de ser sancionadas, han sido encubiertas, cuando nada de esto puede ser imputado a los expulsados que forman la Tendencia. Ha quedado expuesta una ´homogeneización´ negativa y oportunista del aparato oficial. Sin derecho a defensa política, antes o ahora, el 27º Congreso se apresta a ´legalizar´, si vale esta expresión, esta faena de liquidación política y organizativa del Partido Obrero.

Las exclusiones que hemos padecido no reúnen ningún requisito estatutario, el cual no contempla la exclusión sumaria y en bloque. Las sanciones requieren que algún organismo se haga cargo de las mismas. Nuestro estatuto establece que “el congreso, el Comité Central, los Comités Regionales y las células son los únicos que tienen poder de sanción” (artículo 51), pero ninguna de estas instancias ha puesto su firma ni se ha expedido al respecto. En el nefasto comunicado “Altamira y su grupo rompen con el Partido Obrero” (29/6/19), -que invoca la firma del Comité Central sin que conste prueba alguna de que éste efectivamente se hubiera reunido y debatido- se afirma que “El Comité Nacional del Partido Obrero considera (sic) que el grupo dirigido por Altamira ha resuelto romper (sic sic) con el Partido Obrero para formar su propia organización”. Es una afirmación mentirosa. Es una forma cobarde de anunciar un trabajo liquidador. “El Comité Nacional ´considera´” – es una falacia, sólo puede votar a favor o en contra, y debe registrar el voto de cada uno. No corresponde lo que el CC “considere” sobre la supuesta “resolución” de otros sino llamar las cosas por su nombre. Si el CC decide expulsar a todos a los militantes que suscribieron un documento político para, en el marco de los presentes estatutos, ejercer su derecho a conformar una tendencia o fracción (ver capítulo IX, artículos 39 a 44), debe hacerse cargo de su decisión y fundamentarla políticamente (artículo 45). La fórmula del “CC” repite un ´estilo´ del estalinismo, como bien les señaló Savas-Matsas a los comisionados del aparato partidario en la reunión mantenida en Atenas en julio de 2019. Esta fórmula -“considerar” que otro “ha resuelto romper” -, en lugar de llamar a las exclusiones por su nombre, se tradujo hacia el resto del partido como “se colocaron por fuera”. ¿Puede alguien declarar que un militante “se coloca por fuera” por suscribir un planteamiento político que se encuentra perfectamente encuadrado dentro de las coordenadas establecidas por resoluciones políticas precedentes – fuera Macri, Asamblea Constituyente, gobierno de trabajadores? La pretensión de que ese “CC” resolvía “unánimemente” nuestra expulsión fue desmentida poco después por Alejandro Crespo, quien junto a otros compañeros del SUTNA repudió las expulsiones. Quedó de manifiesto, así, la mentira y la impudicia con la que se actuó en esas horas. A la orden de expulsión siguió una purga organizativa, exclusión de grupos de WhatsApp, apropiación de cuentas de redes sociales, usurpación de locales e intervenciones políticas y judiciales contra círculos y comités enteros, bajo amenaza de “aplicación del Código Penal”, en el caso de Tucumán. Se reclamó al Estado el respaldo a esta purga.

Nuestro estatuto establece que “toda sanción puede ser objeto de una apelación ante la célula, el Comité Regional, el Comité Central, el Congreso y de una demanda de investigación por parte de la Comisión de Control”. El 27° Congreso ni siquiera ha convocado a los expulsados para que puedan ejercer ese derecho elemental, aún a sabiendas que nos consideramos parte del PO, en calidad de Tendencia, cuyo reconocimiento reclamamos. La expulsión será perpetrada o “legalizada” en ausencia de los involucrados.

Debate político

La metodología cobarde del autodenominado “CC” se ha repetido, en vísperas de la máxima instancia de la vida partidaria, el congreso, con el ocultamiento de su informe político. Es un evidente intento por colocar un bozal en el debate del 27° Congreso. Nuestra respuesta a este bozal ha sido la “Crítica al informe político del Partido Obrero (oficial)”. Nos colocamos en el terreno que nunca hemos abandonado: el político. La respuesta del aparato lo retrata de cuerpo entero: dice que se trata de una “delación policial”. Advertimos acerca de la amenaza de violencia que emerge de esta calificación. La descalificación de nuestra crítica como un “amontonamiento de palabras e insultos” es una excusa grosera para no responder, una manifestación de bancarrota teórica, política y metodológica. Se nos enmienda que “el documento de convocatoria al XXVII Congreso de nuestro Partido es público y fue dado a conocer en marzo de este año a través de nuestra revista teórica En Defensa del Marxismo Nº54”. Pero esto no es así. En esa revista no hay anunciado ningún informe político y sería subestimar al prójimo considerar como tal el artículo escueto, con pretensiones editoriales, que lleva la firma de Gabriel Solano. Fue publicado seis meses atrás, antes de la declaración de la pandemia, mal puede servir de base para una discusión actual. El único “informe político” es el que lleva ese nombre, dirigido al 27° Congreso, objeto de nuestra “Crítica”. La fracción “oficialista” debe responder por qué razón pretende que el 27° Congreso transcurra en el mayor sigilo. Esto es particularmente importante en el cuadro de discusiones cada vez mayores, incluidos choques facciosos, o sea sin principios, que sacude al FIT-U. Denotan la ausencia completa de propósitos estratégicos y de una comprensión adecuada del período histórico presente – solo comparable a las grandes crisis que conmovieron a la humanidad en el pasado. El FIT ha sido sistemáticamente saboteado por el aparato oficial, de un lado, y el PTS y el MST, del otro, en función de apetitos electorales. La línea de defensa del FIT formulada por los ahora dirigentes de nuestra Tendencia, en la Conferencia de Emergencia de junio de 2017, contra los planteos rupturistas de un sector del aparato actual, reaparece ahora con mayor virulencia. Lo mismo vale para la propuesta de los ahora dirigentes de la Tendencia, a favor de un debate político escrito y organizado dentro del FIT, contra la respuesta liquidacionista del aparato actual, a mediados de 2018. Denunciamos la agresiva política de autoaislamiento y la autoproclamación, o sea carente de principios, exhibidos por los partidos del FIT-U en todos los terrenos – del llamado “Plenario Sindical Combativo” y el Encuentro Memoria Verdad y Justicia, hasta los centros de estudiantes y el movimiento de desocupados. La Tendencia es la única fuerza que se opone a la liquidación del FIT, por un lado, y a los compromisos electorales de aparato, sin principios, por el otro.

Dicho esto, transcurrido un año desde las expulsiones sumarias, ilegítimas y anti estatutarias, debemos denunciar que quienes han violentado, en la acción práctica del partido, las resoluciones del 26° Congreso y toda la política y tradición partidaria fijadas por el ejercicio consuetudinario de la actividad revolucionaria del PO a lo largo del último medio siglo, han sido, precisamente, quienes hoy se arrogan la representación “oficial” del Partido Obrero.

La política parlamentaria oficial es puramente de aparato, no participan de ella las organizaciones del partido, ni los militantes. El voto ´sionista´ fue atribuido a una suerte de negligencia de un llamado “equipo parlamentario”, lo cual no impidió que los legisladores del PO y el PTS fueran enseguida a bañarse en las aguas del Jordán de la Autoridad Palestina, el órgano policial del sionismo en esos territorios. La misma excusa de aparato fue usada, no una sino dos veces, en el caso del Chaco. Quien ha roto con las decisiones de los veintiséis congresos al hilo del Partido Obrero, ha sido el aparato. ¿Qué tal si se le aplicaran los principios del centralismo democrático? Más recientemente, votó a favor de la suspensión del diputado Juan Ameri por parte del parlamento, violentando la conducta histórica del partido, que rechaza la “coacción” de esa institución del estado contra la soberanía popular de los votantes. Cuando hubo que sostenerla en los hechos, el aparato rechazó aplicar el principio de la revocatoria popular de los mandatos electorales.

Esta conducta de los legisladores del PO en el Chaco, en la legislatura porteña y en el Congreso Nacional se encuentra en flagrante violación de toda la acción práctica del partido desarrollada en las últimas décadas – desde su debut parlamentario, en 1994, en la constituyente de Santa Cruz. La “acción propositiva”, según la expresión acuñada por los miembros del oficialismo partidario, ha marcado el tránsito hacia un parlamentarismo estrecho, que siembra la ilusión de las reformas legales, incluso cuando no corresponden a tendencias de luchas propias de las masas – como el pedido solitario de juicio político a María Eugenia Vidal, una acción funcional al kirchnerismo, en el sentido más lato de la palabra.

Derecho de fracción o Tendencia

El estatuto de nuestro partido “reconoce el derecho de tendencia. Este derecho se expresa en la posibilidad de los militantes de la organización de agruparse sobre la base de una posición política determinada abiertamente defendida en el seno de la organización. El derecho de tendencia se sitúa dentro del marco de acción centralizada de la organización” (art 39).

La dirección “oficial” del Partido Obrero, sin embargo, ha calificado el documento “Por qué una fracción pública del Partido Obrero” como una “maniobra rupturista”. Pero el estatuto partidario establece que “una tendencia puede constituirse únicamente sobre la base de un documento presentado al Congreso o al Comité Central y publicado en boletín interno”, paso que fue cumplido al dedillo. Descalificar como “asamblea clandestina” la reunión de militantes que lo aprobó significa colocar el carro delante del caballo, porque naturalmente no puede presentarse un texto colectivo sin una instancia de debate. En especial, cuando se había desarrollado un sistema de censura fenomenal – desde la proscripción de la minoría del CN del 99% de los plenarios pre-congresales de 2019 y la prohibición a que Altamira disertara sobre el Cordobazo en ocasión de su cincuentenario. El 26° Congreso, a instancias del ejecutivo saliente, rechazó el reclamo de Altamira para responder al informe falaz de la Comisión de Control, desconocido con anterioridad, y que llevó a dos horas y media o tres abusivas de tiempo. No importa, salvo para un aparato vigilante, cómo deliberan los militantes, lo que importa en si encaminan las conclusiones dentro del estatuto que establece el régimen organizativo del partido. Los 372 de la reunión inicial y única se convirtieron enseguida en mil doscientos por la vía de adhesiones. El estatuto no admite tendencias que no estén fundadas en documentos, y es a eso que se abocó la asamblea original y única. El estatuto partidario prohíbe taxativamente (art.44) las camarillas, o sea los grupos internos que no se basan en planteos políticos escritos, lo contrario a lo hecho por la Tendencia.

Nuestro estatuto establece lo siguiente: “La discusión y la lucha política en el seno de la organización pueden conducir a la constitución de una fracción, cuando los miembros de una tendencia consideran que las divergencias tocan los principios mismos del programa. La fracción se distingue de la tendencia en que tiende a instaurar en su seno una disciplina general, por ejemplo, de voto. El reconocimiento del derecho de fracción se legitima como el último intento de preservar la unidad de la organización a través de una clarificación de las divergencias sin que éstas puedan contrarrestar el desarrollo de la actividad centralizada de la organización” (art 42). La actual Tendencia del Partido Obrero ha cumplido a rajatabla con toda la línea de resoluciones votada en veintiséis congresos – a diferencia del “oficialismo” partidario, que las ha infringido cuando le ha venido en gana, como lo hemos expuesto más arriba. Hemos llamado a votar, con nuestro enfoque -que recoge una larga elaboración previa- a las listas del Frente de Izquierda-Unidad, con actos públicos y declaraciones. Lo hemos hecho a pesar del boicot descarado, político y material, de parte del “aparato” partidario en la campaña de aquellas provincias y localidades donde las listas del FIT-U eran encabezadas por militantes de la Tendencia. ¡La camarilla saboteó al FIT-U cuando entendió conveniente para su política de expulsiones! Es un hecho innegable que la actual dirección partidaria pretende sustituir la disciplina militante -aquella que nace de la comprensión y asimilación del programa y propósitos comunes- por el sometimiento a la arbitrariedad. Quienes han incumplido con el estatuto partidario son los dirigentes actuales, que trabajaron a conciencia para sofocar disidencias en el 26° Congreso. Nuestro estatuto establece que “durante el período de discusión preparatoria del congreso, el boletín interno debe publicar todos los documentos y resoluciones presentadas por militantes u organismos de la organización” (art 13). En lugar de esto, la crítica al informe político que presentaron tres miembros del Comité Central saliente no fue publicada del mismo modo que el informe aprobado “por mayoría”. En ningún plenario al que eran enviados los emisarios de “la mayoría” ese documento era sometido a votación, salvo protesta de los militantes. Los dirigentes actuales, mientras desafiaban a Altamira, Ramal y Quintana a formar una fracción, trabajaron para ocultar sus posiciones e intoxicar al partido por detrás de escena. Conformada la fracción, la tacharon de “maniobra rupturista”. Es la descripción perfecta de la psicología de aparato.

La asimilación de nuestro planteo de fracción o tendencia pública con el PSOL y el NPA no resiste el menor análisis. Rechazamos convertir al FIT-U en “un partido amplio” y lo mismo vale para el PO. Es la camarilla la que ha adherido al ´partido amplio´ desde el momento que declara al FIT-U una experiencia “excepcional” a nivel internacional, así como un agrupamiento principista de “independencia de clase”. Es una ´independencia de clase´ sui géneris, porque menta el gobierno de los trabajadores los 1 de Mayo – pero lo deja afuera de la agitación política. En los hechos, el FIT-U actúa como un “partido de tendencias” incapaces de exhibir los contornos de una diferenciación política y programática adecuada. Las pullas exhibidas en ocasión de la llamada “conferencia latinoamericana” -donde los representantes del oficialismo partidario fueron vapuleados de manera inmisericorde por sus aliados, todos ellos integrantes del PSOL y del NPA, a través de sus “organizaciones hermanas” de Brasil y Francia, respectivamente- pusieron de manifiesto una bancarrota profunda. La Tendencia advirtió tempranamente sobre este rumbo. El derecho de tendencia significa una polémica organizada en todos los ámbitos del partido, en el marco de la unidad de acción – no de pensamiento. Lo contrario es aparatismo puro.

Régimen partidario

El Congreso será inaugurado por una Comisión de Control saliente cuya actuación es insalvablemente nula. El estatuto partidario establece que su propósito es “garantizar el cumplimiento del centralismo democrático por todos los organismos, incluyendo al Comité Central” (art 53). También que debe ser independiente del Comité Central (art 54). Su función, ahora que ha sido fagocitada, ella también, por el aparato de rentados y “militantes profesionales”, ha quedado completamente desvirtuada. De instancia de apelación del militante frente a la prepotencia de los organismos dirigentes, la Comisión de Control se ha convertido en un instrumento de persecución política contra los militantes críticos de la dirección. Ha convalidado las aberraciones más abyectas, en primer lugar, la intromisión en el correo privado de Marcelo Ramal , con la intención de “probar” supuestos vínculos irregulares, algo que jamás pudieron hacer. En su comparecencia a la citación de la Comisión de Control, Ramal presentó un escrito que fue olímpicamente ignorado, en el cual impugnaba un proceso basado en supuestas “pruebas” que nada probaban, y que fueron presentadas luego del robo de su correo electrónico. La intromisión en el correo de Ramal fue reivindicada por el elenco dirigente del PO como una expresión de celo revolucionario, mientras que ahora denuncian como “delación policial” la discusión de un “Informe Político”. Este atropello fue convalidado por la Comisión de Control. Solo una genuflexión ilimitada puede llevar a los miembros de la Comisión de Control a semejante conducta. Los delegados al 27° Congreso, ¿están dispuestos a tolerar la instauración de un régimen de espionaje y delación al interior del partido? El régimen interno de un partido encierra el germen del régimen político que éste pretende alumbrar. En este punto se han violado principios socialistas elementales.

La dirección partidaria se ha acostumbrado a desarrollar “reestructuraciones” y traslados de militantes al solo efecto de sofocar discrepancias y socavar el ánimo revolucionario de otros compañeros. El trabajo de desmoralización política del partido persigue el propósito de transformar al PO en un aparato de punteros electorales de izquierda. Esa labor de zapa es evidente en la manipulación de la historia y el archivo del partido. En el folleto sobre el 50 aniversario del Cordobazo, los recién llegados al partido durante esa rebelión obrera ningunean de manera descarada a sus fundadores y constructores en el movimiento obrero que los precedieron. Se han retirado de la venta los libros de los dirigentes de la Tendencia, piezas que en el pasado reciente eran motivo de orgullo por probar la capacidad y el método del Partido Obrero. Se ha desindexado de los motores de búsqueda la página de autor de Jorge Altamira, se ocultan del canal de YouTube los cursos dictados por Marcelo Ramal. En un extremo de manipulación que debe conocer pocos precedentes en la historia de la izquierda argentina, se ha elaborado una “historia” de la lucha por Mariano Ferreyra que nos cubre de vergüenza. ¿Puede alguien concebir un relato de aquella movilización a Plaza de Mayo del 21 de octubre de 2010, sin mencionar el discurso de Jorge Altamira y decir, en cambio, que “se leyó un documento”? Verdaderos enanos políticos que no han aportado un ápice a la literatura del partido se atribuyen el poder de decidir “qué figuras promover”, amputando la historia del partido con la displicencia que caracteriza al burócrata de mentalidad policíaca. El estalinismo ordenó retirar de las bibliotecas de la URSS las obras de oposicionistas como Trotsky y Preobrazhensky, reescribió la historia del partido y la revolución y hasta borró a Trotsky de sus archivos fotográficos. Esto, hasta ayer nomás, era unánimemente repudiado en el Partido Obrero. Ahora, estos procedimientos son justificados como acto de “fidelidad” al “partido de combate”. Un partido así no puede formar cuadros. La ruptura con los métodos, el programa y la historia del Partido Obrero que está llevando adelante su actual dirección no es una metáfora sino un proceso en curso.

Es inocultable la hipertrofia que ha experimentado el aparato partidario. El Comité Central saliente debería rendir cuentas y presentar ante los delegados al Congreso la nómina de “rentados” y sus salarios. Estos rentados no son votados por la base ni ratificados de acuerdo a un balance de esas mismas bases. En nombre del desarrollo de un aparato de comunicación, se ha constituido un aparato especial por tiempo indefinido y completamente sustraído al control de la base del partido. A la hora de los resultados, se pretende ocultar, bajo una maraña indiscriminada de datos, la completa bancarrota de Prensa Obrera, la renuncia de sus responsables a construir un periódico marxista y su vergonzosa rendición ante el “anticapitalismo” ecléctico del PTS y La Izquierda Diario.

Partido Obrero

No cabe duda, por todo lo aquí expuesto, de que el Partido Obrero ha sido amputado por un aparato. La expulsión de 1.200 compañeros, sin asumir la responsabilidad por ella, liquidando comités y regionales enteras, ha sido un golpe lapidario contra el partido. Esto se ha traducido en un proceso de deserciones que no ha llegado al final. Se pretende soslayar esta sangría mediante la inflación de los padrones internos, discordantes con la asistencia real a los plenarios pre congresales. Una parte significativa del padrón considerado interno vegeta en la periferia del partido, ajeno a la lucha política, y su participación en la vida partidaria se limita a actos de presencia puntuales. Es este Congreso se ha tomado como padrón la declaración de los comités de distinto nivel sin verificación de la realidad. Esto lo convierte, en principio, en un congreso de delegados designados desde arriba. Las expulsiones han sido también un golpe severo contra la CRCI, lo que se ha verificado a lo largo de todo este año.

Pero el Partido Obrero es una construcción histórica. Nuestra tendencia es la expresión, en primer lugar, de su legado político y metodológico, y el medio de elaboración, organización y acción de iniciativas políticas acordes a la bancarrota descomunal del capital, de un lado, y a las rebeliones populares que se extienden en respuesta a ella, del otro. La reivindicación del reconocimiento de la Tendencia, la reincorporación de los 1.200 compañeros y el restablecimiento del régimen interno del Partido es la condición para que el PO se desarrolle como vanguardia revolucionaria.

7.10.2020

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