Rebelión popular en Nigeria

Escribe Hernán Gurian

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El pasado sábado 17, Lagos -la ciudad más populosa de Nigeria y la segunda de África- se vio sacudida por enormes movilizaciones contra la creciente violencia policial. Las protestas se extendieron por una semana y culminaron con una manifestación que reunió a más de 10 mil personas. Exigían la disolución del tenebroso Escuadrón Especial Anti-robos (SARSE, por su sigla en inglés), una unidad de la policía creada en 1992 para combatir casos de robos y otros crímenes violentos que se transformó en una verdadera organización criminal y de terror contra la juventud, acusada de extorsiones, torturas y asesinatos.

A pesar de que las movilizaciones fueron pacíficas, la policía anti-disturbios reprimió con extrema brutalidad. Grupos de tareas fascistas, amparados por las fuerzas represivas del Estado, dispararon armas de fuego contra los manifestantes, cobrándose la vida de al menos 10 personas e hiriendo decenas. Nuevas marchas y actos están programados para la próxima semana exigiendo ahora el castigo a los culpables de la sangrienta y letal represión y la renuncia del mandatario Muhammadu Buhari.

La chispa que encendió la ira popular fue un video divulgado en las redes el 3 de octubre pasado, donde quedó registrado el momento en que agentes de la SARS retiran a dos hombres de un hotel en la ciudad de Lagos, disparándole a uno de ellos. Inmediatamente comenzaron a viralizarse decenas de videos de abusos policiales e historias de víctimas de estos abusos. El hashtag "#EndSARS" (fin del SARS) se viralizó mundialmente. Al otro día, las manifestaciones se extendían por las principales ciudades del país. "Las protestas comenzaron hace una semana en Lagos y Abuja, pero ya se han extendido a unos 30 estados del país” (Punch, 18/10). Incluso celebridades de diferentes partes del mundo sumaban su apoyo a los manifestantes, como en el caso del jugador de fútbol inglés Marcus Rashford, el cantante nigeriano Wizird y el rapero americano Kanye West. El periódico New York Time informó sobre manifestaciones en Berlín, Londres, New York y Atlanta, entre otras.

De acuerdo a un informe de Amnistía Internacional, entre 2017 y 2020 hubo 82 casos de violencia, como golpizas, torturas y asesinatos cometidos por el SARS. Según dicho informe, las principales víctimas son jóvenes entre 18 y 35 años, la mayoría de bajos recursos. Los agentes de esta unidad terrorista de la policía nigeriana circulan sin identificación.

El gobierno de Buhari, atemorizado por el carácter combativo y la extensión de las movilizaciones, echó lastre disolviendo el SARS y prometiendo una investigación para llevar a la justicia a los responsables de los actos denunciados por sus víctimas. Los manifestantes anunciaron que continuarán movilizándose, cuestionando al conjunto de la institución policial corroída por la corrupción y los métodos de violencia contra la población trabajadora y juvenil. Las demandas incluyen el pedido de una compensación a todas las víctimas del SARS, que todos los agentes implicados sean severamente investigados y castigados y que esa investigación sea conducida por una comisión independiente, imparcial y transparente. Las protestas se enmarcan en una situación económica y social explosiva: según los datos del Bureau Nacional de Estadísticas, la tasa de desempleo es del 27%, la mayor de la década, alcanzando entre los jóvenes al 34% en una población de la cual la mitad tiene menos de 30 años.

La única respuesta del gobierno, luego de la represión a la manifestación del sábado, fue decretar la prohibición de nuevas protestas en la capital Abuja usando como argumento la diseminación del coronavirus. Hay fuertes indicios de que el gobierno podría estar contemplando una acción militar para liquidar el proceso de movilizaciones populares. El portavoz del ejército, Sagir Musa, advirtió a "los elementos subversivos y alborotadores" para que desistieran de realizar nuevas protestas (Punch). El ejército emitió un comunicado afirmando estar preparado para restaurar el orden en el país. El toque de queda está siendo evaluado por el gobierno en caso de que las protestas se desarrollen ignorando las amenazas y prohibiciones gubernamentales. El ejército anunció el lanzamiento de los ejercicios militares bautizados "Crocodile Smile 6" (desde el 20 de octubre hasta el 31 de diciembre), una operación de guerra cibernética "diseñada para identificar, rastrear y contrarrestar la propaganda negativa en las redes sociales y en todo el ciberespacio" (The Guardian, 18/10). Un tribunal nigeriano ya había declarado ilegal la Operación “Crocodile Smile 6”.

El gobierno, junto a algunos de los más importantes líderes empresariales, había intentado persuadir a los jóvenes para que abandonaran las calles, pero los manifestantes han insistido en que hasta que el gobierno implemente sus demandas, las manifestaciones continuarán. Las principales carreteras de todo el país se han bloqueado, lo que ha paralizado, de hecho. todas las actividades económicas.

Como bien ha caracterizado un miembro nigeriano de la Ascab (siglas de “Alliance on surviving covid-19 and beyond”), "las protestas (nigerianas) tienen características comunes a Hong Kong, Estados Unidos, Sudáfrica y Bielorusia", es decir, que se inscriben en el ascenso de la luchas de las masas, rebeliones populares y revoluciones que enfrentan con sus propios métodos la descomposición de los diferentes Estados nacionales burgueses, de sus aparatos represivos y, fundamentalmente, la crisis y bancarrota capitalista mundial que amenaza con llevar a la humanidad a un nueva y mayor catástrofe.

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