Un mes y un día

Escribe Politica Obrera

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Los Fernández han desplegado en el primer mes de su mandato las principales contradicciones y limitaciones de su hoja de ruta.

Argentina enfrenta, luego del estallido financiero del macrismo, una nueva crisis de financiamiento. Esta crisis no se manifiesta solamente en el default no declarado de la deuda externa, sino asimismo en la quiebra del Banco Central y el sistema monetario. El patrimonio del Banco Central es negativo, esencialmente porque sus reservas internacionales están prendadas y los títulos que posee del Tesoro no valen casi nada – son un pagadiós. Encima tiene una deuda con el sistema bancario local de un billón y medio de pesos, entre Leliqs y pases, que al tipo de cambio oficial representan casi u$s25 mil millones, con una carga de interés anual que está todavía por encima de un respetable 50 por ciento. El Tesoro nacional continúa deficitario, incluso después de las podas de gastos del macrismo, al punto que la obra pública ha desaparecido del radar. Los pagos de deuda han esquilmado al Fondo de Garantía de Anses, con una caída del 60% del valor de sus activos. Es cierto que Argentina cuenta con un módico superávit comercial, pero debido al derrumbe de las importaciones. ¡Nada más efectivo que una crisis industrial para atenuar las necesidades financieras!

‘Más de lo mismo’

Una crisis que se repite por enésima vez, claro que de una envergadura que no deja de crecer, es la expresión irrefutable de la caducidad de un sistema social. Pero una clase caduca es incapaz, por definición, de encontrar una salida la caducidad de su propio régimen de dominación. Así que: más de lo mismo.

Los estadígrafos no han cuantificado el tamaño financiero del impuestazo de estos treinta días, que no ha perdonado ni al último de los municipios. A la propiedad, a las ganancias, a los ingresos, al gasto y a los salarios, no ha perdonado a ninguna clase social, aunque el 90% de la carga recae sobre todo sobre los trabajadores – sea en forma directa o a través del traspaso a los precios. Calculado de este modo, es probable que los impuestos hayan pasado del 53 al 60% de los salarios. La pérdida por inflación debe también ser tenida en cuenta, porque el Estado se queda con una tajada de los ingresos, cuando el ajuste de estos por inflación se retrasa en el tiempo.

Los ‘Harvard boys’ de los Fernández aseguran que rascando de este modo el Tesoro resuelven algún punto de la crisis de financiamiento. Saben que no. El primer ítem del déficit público son los intereses de la deuda externa – u$s35 mil millones al año, más de dos billones de pesos. Contrariándose a sí mismos, sin embargo, han emitido, en un mes y un día, $400 mil millones, el 30% de la base monetaria, para financiar… al Tesoro. En estas mismas semanas, la inflación de precios merodea el 4% y la industria sigue en picada. Un impuestazo podría ser reactivador si el Estado usara el dinero para un plan de inversiones que el capital privado no estuviera dispuesto a ejecutar. No es el caso actual, donde la plata se va por la rejilla de la deuda, a las cuentas en el exterior. Todavía no se ha cuantificado el monto de los subsidios que se otorgará a los servicios y el transporte, por el congelamiento de tarifas.

En los 32 días de la luna de miel de los Fernández, no se ha escuchado nada sobre Vaca Muerta, la que tendría que transformar a Argentina de agro-exportadora en exportadora de combustibles y hasta en el incentivo para la petroquímica y los plásticos. AF desautorizó a Nielsen en el aumento del 5% a las naftas. Si se constata que las acciones de YPF siguen cayendo, al punto que hoy vale apenas u$s11 mil millones, y podría ser objeto de una oferta hostil de compra. Es que el precio internacional tampoco sube, aunque el Golfo Pérsico se encuentre al borde de la guerra. La industria del shale en Estados Unidos se encuentra en concurso de proveedores, porque se fundó y desarrollo en un régimen de bajas tasas de interés, que sustituyó capital propio por un enorme endeudamiento.

Quo vadis?

¿Qué se proponen entonces los Fernández? Obtener un semblante de “estabilidad” para negociar un alargamiento del pago de la deuda externa sus intereses. La ‘estabilización’ de un edificio en peligro de derrumbe no lo hace por ello habitable. Significa que no hay salida a la crisis industrial, ni una reactivación del empleo por la vía de una mayor demanda. La expectativa es que un acuerdo con los acreedores y el FMI reduzca la tasa de interés usuraria que Argentina debe pagar para volver a financiarse en el exterior. Esto no habilitaría un mayor endeudamiento para el estado, pero sí para el capital privado, que inclusive ahora, en medio del default, consigue préstamos en el exterior, aunque en casos contados. Es una apuesta dudosa a un casillero único. En este primer mes y un día, los Fernández no han ofrecido otro horizonte. Macri, alguien de mayor confianza del capital financiero, hizo un sinnúmero de acuerdos de deuda, varios con el FMI y otros varios con un pool de cinco fondos de inversiones, que terminaron mal en todos los casos. Sin contar, claro, el reciente pago ‘nacional y popular’ al fondo Pimco, sin descuento ni quita, al vencimiento de los Bopomo.

La salida a la crisis por medio de un acuerdo de deuda es lo que ha mantenido relativamente unida a la burguesía nacional en torno al apoyo al gobierno, y las salutaciones que mandan los voceros del FMI y los bonistas.

Esto significa que más allá de los condicionamientos, imposiciones y supervisiones que querrán imponer bonistas y FMI, la perspectiva de obtener financiación tampoco mejora. El capital extranjero, por ejemplo, se está retirando de la Bolsa de Sao Paulo, aunque Brasil no se encuentra en default y el Congreso acaba de aprobar una contrarreforma de la previsión social. Según algunos, esto ocurre por la reducción de la tasa de interés aplicada por el Banco Central y la devaluación del real. Pero el gran tema de las plazas financieras, la creciente iliquidez del mercado interbancario en EEUU, la UE y Gran Bretaña, sería suficiente para precipitar un retiro de capitales de los países emergentes, lo que elevaría mucho el costo del financiamiento, no importa si se ha arreglado con los acreedores o no. El modelo econométrico de los ‘nacionales y populares’ que se formaron en Harvard, es muy provinciano.

Kicillof ‘enter’

En apenas un mes y un día, la hoja de ruta de los Fernández sufrió un serio traspié político en la provincia de Buenos Aires, cuando Kicillof no pudo sacar su ley impositiva. El remedo que terminó pariendo, necesito de la ayuda del Presidente. Es que Buenos Aires, y provincias como Santa Fe o Mendoza, se encuentran en default; la ley cuestionada tenía el propósito de renegociar la deuda pública con los acreedores, en especial del exterior. Si saltaba el tapón bonaerense, la hoja de ruta podía enfrentar dificultades. Como Kicillof se vio bloqueado por una oposición conjunta, aunque separada, de macristas e intendentes pejotistas, la cuestión impositiva descubrió un filo político propio, más allá de la provincia, que crecerá en el curso del mandato. Lo mismo ha ocurrido en Santa Fe, entre Perotti y el social-lavagnista Lifschitz.

El mismo carácter potencialmente explosivo ha tenido el recule de los oficialismos de Nación y la provincia frente a la rebelión popular en Mendoza – contra el saqueo y la contaminación minera.

Las situaciones provinciales son explosivas; el brigadista Alberto Fernández acordó una suba masiva de Ingresos Brutos, al que siguieron aumentos espectaculares de tasas municipales, que ocupan el lugar del temido tarifazo macrista de los servicios públicos. La deuda externa que quiere patear para adelante Fernández no cubre a toda la deuda federal. De modo que, tempranamente, los Fernández han descubierto que su ruta podría estar encumbrada de bloqueos y crisis, que tienen la misma causa de fondo: la crisis de financiamiento – partera de tantísimas revoluciones.

Bolivarianos insepultos

Todos los medios coinciden en que la negociación de la deuda se encuentra condicionada por la crisis política en América Latina. Muchos deben haber supuesto, ingenuamente, que esto sería suficiente para plegar a los Fernández. Estos deben pensar algo parecido, pero al revés – que las crisis en Venezuela y Bolivia y las rebeliones populares en distintos países, serían una carta de presión del albertismo frente a Trump.

En el tiempo transcurrido, los Fernández han jugado al apaciguamiento con Trump. La expulsión de Evo Morales por medio de un golpe militar organizado por Trump, o las incitaciones violentas de las mismas patronales internacionales en Venezuela, han dejado ver una cobardía política que podría convertirse en capitulación. Una suerte de contrarrevolución exterior sería un golpe serio para el gobierno expresamente bautizado como “coalición”, y a un acortamiento del mandato. Es lo que ha ocurrido en forma continua desde la cesación de Zelaya en Honduras.

Alberto Fernández aboga por salidas democráticas, que en Venezuela supone un acuerdo del chavismo con la derecha, y en Bolivia una elección ‘transparente’ para mayo, en medio de una fuerte represión contra dirigentes del Mas y una fuerte censura a sus actividades. La utilización de la deuda externa para extorsionar a la política exterior de los Fernández desataría la tormenta perfecta – una extorsión que está funcionando a pleno. Este conjunto de factores convierte a Argentina en el epicentro de la próxima crisis política regional. La ruta del entendimiento con el FMI no enfrenta solamente obstáculos ‘económicos’.

Jubilaciones y salarios

Alberto Fernández ha sido muy claro en su disposición para golpear las jubilaciones y los salarios. Los ‘Harvard’ del nacionalismo popular consideran al sistema de previsión y a las paritarias, inflacionarias. Acá no estamos ante un problema de ‘ajuste’ o financiamiento, cuya crisis no dejará de existir incluso si liquidan a una y a las otras. Los límites de la acumulación capitalista son propios del capital, no de las jubilaciones. El alcance último de las declaraciones oficiales acerca de Anses apunta a convertir la previsión social en un sistema de pensión a la vejez – siempre reivindicando, por supuesto, la preocupación ‘por los que menos tienen’. La liquidación del derecho previsional, de la negociación colectiva y del derecho laboral, todo apunta en una dirección evidente para todo el mundo, que es la más completa precarización del trabajo.

Es clara la necesidad de una campaña de alcance estratégico por las reivindicaciones históricas del movimiento obrero. El 82% móvil, un salario y jubilación mínimos igual al costo de la canasta familiar, movilidad de los salarios por inflación, derecho incondicional a plantear reivindicaciones y demandas y a iniciar huelgas y otras medidas de acción directa.

Bien mirado, la Previsión Social, lejos de haberse tornado inviable, podría convertirse en el pivote de una vasta reorganización social. Los aportes que reciba se convertirían en un fondo de monto creciente para aplicar a la inversión productiva y de servicios, que hoy se encuentra en caída libre en todo el mundo, de modo de asegurar jubilaciones mejores a partir de un crecimiento de la productividad del trabajo y de la producción. El desarrollo de un sistema de planificación a partir de esta base es incompatible con el método de anarquía del capitalismo y con el capitalismo mismo. La idea de que el poderoso sistema de creación de bienes y servicios de la actualidad es incapaz de asegurar una vida digna a la población retirada, es simplemente absurda, que sólo se explica por la contradicción que representa para la acumulación capitalista privada.

La sola intención de llevar adelante una ofensiva de la magnitud que requiere un ataque de este alcance señala que Argentina camina a convertirse en el epicentro de una gran crisis nacional.

Las grandes alamedas

Pocas veces en la historia reciente se ha presentado, para Argentina, una combinación tan explosiva de crisis sociales, políticas e internacionales. Es decir que todas las reivindicaciones del pueblo trabajador interactúan unas con otras, y que al mismo tiempo sería peligroso separarlas cuando se desarrolla un cuadro de crisis general.

Un mes y un día son suficientes para avanzar en una caracterización del gobierno y del régimen político, y en los desafíos que presenta y sus perspectivas.

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