Escribe Pablo Busch
Tiempo de lectura: 2 minutos
La multinacional anglo-holandesa Unilever anunció a los medios internacionales que probará en su sucursal de Nueva Zelanda, por el término de un año, la reducción de la jornada semanal de sus empleados a cuatro días por semana. La prueba, en caso de resultar positiva, se implementaría luego en sedes de otros países.
Nick Bangs, Jefe Ejecutivo de Unilever Nueva Zelanda, dijo que sus 81 empleados empezarán a trabajar 4 días por semana, mientras son pagados por cinco y que no significa que los trabajadores harán diez horas por día. "La premisa central es no hacer 40 horas en 4 días" (nzherald.co.nz).
Si bien Unilever no tiene plantas de producción en Nueva Zelanda, la reducción de la semana de trabajo anunciada será reemplazada por un régimen de trabajo por objetivos. Unilever arreglará individualmente con cada trabajador cuáles jornadas de la semana no trabajará y cuáles sí. El trabajo “por objetivos” (a destajo) es un anhelo universal de la clase capitalista. Para introducirlo, se vale de la fruta envenenada de la reduccion de la jornada. "Esta es la última forma de flexibilidad. Queremos trabajar en ella con cada individuo y decir ¿Que funcionaria mejor para vos para permitirte estar lo mejor posible?” (nzherald.co.nz).
Al igual que otras reducciones de jornada, como la jornada de 35 horas semanales impulsada en Francia a principios de siglo, el objetivo de la reducción de la jornada tiene por objetivo introducir en los convenios de trabajo cláusulas de flexibilización laboral. Como suele decir el abogado De Diego, que asesora a Unilever de Argentina, "hay que mostrarle a los trabajadores el lado positivo de la reforma laboral". Hace pocos meses, el convenio Unilever-Chevrolet en Rosario logró quebrar la rigidez del convenio Smata, a través de la contratación temporal de los operarios metal mecánicos suspendidos en la planta de Unilever en Villa Gobernador Gálvez.
Como se ve, detrás de la “reducción de la jornada”, se halla un plan profundo y conciente de flexibilización de las relaciones laborales, introducida a través de concesiones que no afectan la producción. La implementación de la semana reducida traerá aparejada la del “Banco Anual de Horas”, que permite la ampliación de la jornada cuando la empresa lo requiera, a cambio de reducirla en baja temporada.
Mientras Unilever propagandiza pour la gallery una cantidad de derechos laborales y mejoras en la vida social de sus empleados de sus sucursales europeas o de países donde no tiene fábricas, en los países donde tiene instaladas sus fábricas viene llevando adelante una cantidad de recortes de derechos, cuando no llega al cierre de las plantas y despidos masivos. En los últimos años, viene de cerrar su planta en La Rioja, de desvincularse de la producción de Jugo Ades en Pilar y recientemente, de cerrar su planta de elaboración de Té Lipton en Chile. Las plantas de Unilever Pilar, Rosario y Gualeguaychú han sido reducidas compulsivamente de dotación, a través de despidos masivos.
En la totalidad de sus plantas, lejos de la supuesta jornada de 4 días neozelandesa, se trabaja 6 días por semana con un solo día de descanso, y en varias de ellas con turnos rotativos que impiden cualquier tipo de vida social regular a sus empleados. La reducción de la jornada semanal en sus plantas de Knorr, Hellmann´s y La Rioja -antes de ser cerrada- fue conquistada por medidas de fuerza de parte de los trabajadores, y resistidas como la peste por la multinacional.
La reducción real de la jornada de trabajo, el reparto de las horas entre todos los trabajadores, sin afectar el salario es una consigna contra el capital: no provendrá de ningún pulpo capitalista, sino de un gobierno de trabajadores.