Vuelta a clases: por el derecho a la educación, la salud y el trabajo en las Villas

Escribe Laura – Polo Obrero (Tendencia) Villa 31

Tiempo de lectura: 3 minutos

El anuncio del gobierno sobre la vuelta a clases presenciales ha despertado fuertes temores entre los padres de la Villa 31. La vuelta a clases es presentada como una solución para todos los padres y madres que no podemos salir a trabajar por estar al cuidado de nuestros hijos. Con la pandemia se puso en evidencia que millones de trabajadores nos encontramos desocupados o completamente precarizados y con empleo en negro, por lo que nos inscribimos para cobrar el IFE. El corte de este subsidio, por parte del gobierno, es una presión sobre todos los trabajadores desocupados y precarizadas para la llamada “vuelta a la normalidad”.

Muchos de nosotros obviamente no tenemos dinero para pagar una niñera que cuide a nuestros hijos mientras salimos a ganarnos el pan. Sin un subsidio que cubra las necesidades elementales de una familia, nos vemos obligados a volver a trabajar, volver al trasporte público, a exponernos al contagio cada día, y a contagiar a otros, en trabajos precarizados, que no garantizan los protocolos mínimos de sanidad. El Estado fuerza la “vuelta a la normalidad” para que el patrón vuelva a la rutina de explotarnos.

La ausencia de un subsidio y el aumento de los precios de los alimentos básicos como el pan, nos empuja a que los trabajadores precarizados reclamemos por el reinicio de clases para poder salir a sufrir la explotación laboral a cambio de un sueldo miserable. La vuelta a clases implica para muchos padres algo más que poder tener tiempo libre para salir a trabajar. Implica además que nuestros hijos tengan el desayuno y el almuerzo que le brindan las escuelas, y que se cortó con la pandemia. En momentos en que los alimentos suben de precio, los padres debemos debatirnos entre exponer a nuestros hijos al contagio o garantizarles la alimentación. Es una extorsión perversa.

La experiencia familiar durante la pandemia ha sido traumática. En las villas no hay conectividad a internet, por lo que el Estado se desentendió de las necesidades educativas de los chicos. El gobierno no repartió manuales, ¡ni siquiera fotocopias!, para que la educación virtual pueda llevarse a cabo de mejor manera en las casas. En la villa 31 tenemos una sede del Ministerio de Educación en nuestro barrio; nos juntamos un grupo de madres pidiendo conectividad y nunca nos dieron respuesta hasta hoy. También hemos realizado movilizaciones a los diversos ministerios de desarrollo social (de Ciudad y de Nación) para que podamos sostener comedores populares para todas las familias que se quedaron sin el desayuno y el almuerzo de la escuela. Hasta el día de hoy no hemos logrado que se abra un solo comedor nuevo en el barrio y hasta han cerrado muchos de ellos. Hoy, ese mismo Estado que el año pasado dejó tirados a miles de chicos sin conectividad ni material educativo gratuito, ni alimentación, es el que se presenta como el más preocupado por “la educación de los chicos” para reclamar que vuelvan a las clases presenciales.

Dejar a los chicos con el docente es para todos los padres una gran tranquilidad. Nos quedamos seguros del cuidado de nuestros hijos. Pero con la pandemia ningún padre se queda seguro. Nos encontramos forzados a salir a trabajar y a mandar a nuestros hijos a las aulas, pero si los chicos se enferman se acabó la educación, nos enfermamos los padres y se acabó el trabajo, se enferma el docente y se acabó dónde dejar a los chicos. Durante la pandemia hemos reclamado por testeos masivos en el barrio, pero el gobierno prefirió el camino de la “inmunidad de rebaño”, que hizo que se contagien miles en las villas con decenas de muertos.

Nosotras las mamás necesitamos asegurar la salud de nuestros chicos y de toda la familia. Por testeos masivos en las villas y aislamientos preventivos.

Necesitamos que no nos falte un plato de comida. Por comedores en los barrios.

Necesitamos conectividad.

Necesitamos la reposición y triplicación del IFE.

Necesitamos un trabajo genuino.

Los derechos a la educación, a la salud y al trabajo no están garantizados en las villas. Llamamos a organizarnos para pelear por esos derechos.

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