“Ya no estoy aquí”, o el viaje transformador de Ulises

Escribe Diego Rojas

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En La Odisea, de Homero, Ulises emprende un viaje y en ese transcurso la travesía lo transforma. Luego de haber hecho la guerra en Troya y volver a Itaca, Ulises comprueba esa transformación. Tal vez se podría decir algo parecido sobre el Ulises de Ya no estoy aquí, la película mexicana preseleccionada para el Oscar; un film muy hermoso, extraño, que renueva el cine hecho en Latinoamérica, Argentina incluida, sobre los sectores de la clase trabajadora más postergados, fuera del pobrismo, la exaltación de la violencia o las miradas condescendientes.

En una zona de barrios populares, semejantes a las villas porteñas por sus pasillos, del norte de Monterrey, se desarrolla un movimiento que reúne a diferentes bandas unidas por las precarias condiciones en las que viven y por la música y el baile, dominado por una cumbia ralentizada colombiana. “Rebajada”, le dicen. Ulises lidera la banda Los Terkos, protege a sus miembros, baila con ellos. Un incidente con el cartel narcotraficante, que entrega dádivas como bolsones de alimentos, lo lleva a Nueva York, lejos de los suyos.

Viaja. Sin saber inglés, trabaja. Se relaciona. Es golpeado. A una chica, de ascendencia china e hija del dueño de un supermercado, le enseña los secretos de su baile, aunque ella no entienda. Vuelve.

El viaje ha transformado a Ulises. El tiempo de su ausencia transformó el puerto, Monterrey, desde donde partió. Entonces, todo ha cambiado.

Protagonizada por actores no profesionales, se trata de un film que hay que ver.

Es la primera película del director y su protagonista. El retrato su las peripecias de un sector social que linda con la clase obrera se realiza con las mejores herramientas narrativas.

Dos consejos: programar los subtítulos en español para un film cuyos diálogos son realizados en el español de Monterrey. Mirar hasta luego de terminados los subtítulos.

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