Camino a los Premios Oscar (II): Promising Young Woman

Escribe Matias Melta

Alerta Spoiler

Tiempo de lectura: 5 minutos

Esta nota podría comenzar ahondando en las polémicas, los debates, las pasiones y detracciones que despertó Promising Young Woman. Pero no. Nominado a mejor película en los Premios Oscar, este excelente film es un viaje de ida, es visceral, no da tregua, agita, remueve, moviliza. Es de un suspenso agobiante. También es una aguda comedia negra y un drama. Por momentos es una película de amor, de desamor y, en gran medida, de venganza. Pero, fundamentalmente, es una denuncia sobre la violencia ejercida contra las mujeres, fabricada y normalizada por el sistema imperante.

La joven prometedora

PYW arranca con una escena que podría verse en cualquier bar de casi cualquier rincón del mundo: un grupo de hombres amigos divisa a una mujer muy borracha y uno de ellos va a hablarle. Ve el estado de vulnerabilidad que tiene pero decide llevarla a su casa para tener relaciones sexuales (no consentidas, debido a la borrachera de la mujer). Cuando están a punto de comenzar, ella se planta frente al él y lo frena en seco. En verdad no está para nada ebria, estaba actuando. Así desenmascara al hombre, quien se espanta totalmente. Esa es la presentación de la protagonista, Cassie, con la actuación memorable de Carey Mulligan.

Cassie repite, desde hace mucho tiempo este modus operandi semana a semana en un bar distinto. Lleva en un cuaderno anotado con palitos los hombres que van atravesando esta experiencia.

Pero, ¿qué es lo que lleva a esta joven inteligente y sarcástica a hacer esto? En la cafetería en la que trabaja se encuentra con Ryan, ex compañero de la facultad de medicina donde ambos estudiaban. Por él nos enteramos que Cassey, antes de dejar inconclusos sus estudios, era una excelente alumna. Luego de algunos traspiés, se hacen novios.

La llegada de Ryan remueve en Cassie un pasado extremadamente doloroso, el comienzo de su doble vida actual: en una fiesta que se realizó cuando ella y su mejor amiga de toda la vida, Nina, iban a la universidad, un alumno llamado Al Monroe abusó sexualmente repetidas veces de la última, que estaba muy borracha y casi inconsciente, frente a sus amigos. Al otro día Nina aparece llena de moretones. Cassie no estaba en la fiesta. Deja junto a su amiga la facultad para cuidarla, ya que esta queda extremadamente traumatizada por el abuso. Luchan porque se haga justicia en la institución educativa y en la corte. Nada de esto sucede, Nina luego muere.

Para Cassie llega la hora de llevar a cabo la gran venganza para hacer justicia por su cuenta por su amiga.

V de Vendetta

Más allá de mostrar prácticas y costumbres machistas enraizadas en diversos sectores de hombres, uno de los aciertos del film es que no coloca la violencia contra la mujer específicamente como una cuestión de género, clarificado por ejemplo en el hecho de qué hay personas del sexo femenino que entran dentro de la venganza.

La primera, Madison, es una ex compañera de la facultad que le echa la culpa por lo sucedido a Nina por haber estado borracha (algo así como el típico “ella se lo buscó”), además de haberse reído a sus espaldas.

La segunda es quien representa a la facultad, la decana Walker, que en su momento desmereció las denuncias de la alumna abusada, dejando impune al abusador.

El señor Green, abogado de Monroe, es el tercero de los destinatarios de la venganza de Cassie. Este hostigó y amenazó a Nina hasta lograr su cometido: que retirara la denuncia contra su cliente.

Cómo en la vida misma, son esclarecedoras las escenas en las que Cassie parece caer en contradicciones. Una es en la que perdona al señor Green luego de que este se muestra arrepentido por su deplorable manejo. Otra es en la que, en diálogo con la madre de Nina, le dice que siente culpa por no haber estado con su hija la noche en la que fue abusada. Vemos, entonces, cómo la misma culpa que inculca a las mujeres el sistema es el que en parte mueve a Cassie a llevar a cabo su accionar.

Cuando llega a manos de Cassie un video de la fiesta y ve que Ryan fue testigo y no hizo nada para impedir lo que sucedió, se decide por realizar la venganza final.

Y el final es doloroso pero muy poderoso: Cassie monta una puesta en escena para que el abusador de Nina la asesine, cometiendo femicidio. Hace llegar las pruebas al señor Green y la policía finalmente arrastra a Al Monroe. La protagonista entrega su vida para que se haga justicia por su amiga.

Socialismo o barbarie

Artísticamente la película no tiene fisuras: la dirección, el guion, las actuaciones, el diseño de arte, la fotografía, el vestuario, la banda sonora... todos los recursos se hermanan armoniosamente, nada sobra, nada falta, esa difícil tarea del director de cine de convertir las partes en un “todo compacto” en el film es realizado con maestría por Fennell, así como también la simetría desplegada en los encuadres que le da una belleza visual muy potente.

PYW da cuenta que la violencia contra la mujer es parte de un entramado en el que por ejemplo las instituciones o la justicia forman un papel protagónico, más allá de individualidades. Es el capitalismo el que perpetúa la doble opresión, la cual se recrudece cuando el mismo se encuentra en un estado regresivo como sucede en la actualidad. Esto quedó demostrado en el primer año transcurrido en pandemia: en todo el mundo los índices de violencia contra la mujer en sus hogares y de femicidios se dispararon por las nubes. El sistema no solo no tiene respuesta para la catástrofe social que creó con el Covid 19, sino que golpea más duro allí donde más duele.

Por eso, más allá de que Cassie se gane el mote de heroína en la película, las acciones particulares nunca han dado salida a problemas históricos.

Un ejemplo de esto fue la realización de la Women’s March el 21 de enero de 2017 en Washington, un día después de la toma de posesión de Trump como presidente. No solo fue una respuesta a sus comentarios misóginos o un llamado a defender los derechos de la mujer o la movilización más multitudinaria desde la Guerra de Vietnam, fue una acción histórica de masas porque se marchó también contra la institucionalización del racismo en el aparato policial, contra la persecución a los inmigrantes o por el derecho a la salud y la educación públicas. Es decir: empalmó los reclamos de la mujer con los de la clase trabajadora.

Esto nos lleva al hueso de la cuestión: pretender separar unas reclamos de otros, que en verdad forman parte de un todo unificado, es llevar la pelea por la igualdad de género a un callejón sin salida, que es de los ínfimos cambios que realizan gobiernos de turno o corporaciones, que son puro maquillaje del status quo y sirven para cooptar y regimentar al movimiento de mujeres. Para acabar con el machismo, la opresión y la explotación la clase capitalista, parasitaria y asesina, tiene que ser derrocada por el accionar conjunto de la clase obrera, que es la que hace realmente funcionar al mundo y que tiene como tarea pendiente emancipar a la humanidad. Conclusión: hoy más que nunca, socialismo o barbarie.

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