La crisis de la vacunación en la Unión Europea

Escribe Emiliano Monge

Tiempo de lectura: 3 minutos

The Economist indica que Europa “a pesar de sus recursos, sistema de bienestar, y consenso político”, durante la pandemia “ha trastabillado”. La revista indica que “a la UE en su conjunto le ha ido menos mal que a Gran Bretaña o EEUU, con 138 muertes registradas por cada 100.000, en comparación con 187 y 166 respectivamente….” (31/3). "Fiasco" es la palabra que utiliza la revista para describir la crisis de vacunación.

Otro de los problemas que marca The Economist es la falta de centralización de los sistemas de salud. Esto no sólo resultó en una respuesta desigual frente a la ocupación de camas, sino también de recursos sanitarios (Italia recibió médicos cubanos, vacunas rusas, y ayuda sanitaria de China, y no de alguno de los países miembros de la UE).

El Dr. Hans Kluge, director de OMS para Europa dijo que “sólo el 10% de la población europea ha recibido una dosis y que solo el 4% ha sido completamente protegido con dos dosis” (AP, 2/4). 13 países de la UE decidieron detener el uso de la inyección AstraZeneca mientras se investigaban los posibles efectos secundarios.

Europa denunció la “guerra de ofertas”. En junio de 2020, los 27 estados miembros se unieron a un plan para que la UE compre vacunas. Que rápidamente entró en crisis: en enero de 2021, en el caso de AstraZeneca, problemas en la planta belga de la vacuna redujo de los 80 millones de dosis esperados para fines de marzo, a 31 millones. Pfizer también había reducido la producción de su vacuna.

En febrero, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reconoció los fallos de las vacunas de la UE (BBC, 2/4).

Nacionalismo

De 90 millones de dosis de la inyección para fines del primer trimestre, AstraZeneca dijo que solo podría administrar 40 millones. Luego se redujo a 30 millones. La UE presionó limitando la exportación de vacunas producidas en su territorio, pero esto puede generar una crisis superior, porque, en última instancia, la cadena de suministro es internacional y si una nación dejara de enviar materias primas a la UE, por ejemplo, eso podría frenar la producción dentro del bloque (ídem). Todas las potencias imperialistas están jugando al mismo juego, que para algunos expertos podría “paralizar” la producción y distribución de vacunas. Según el FMI, mientras China, Rusia, India y a UE exportan vacunas, EEUU y Reino Unido no han exportado ni una sola dosis.

Los más “cosmopolitas” se convirtieron en nacionalistas (ídem). Merkel llamó a la cepa británica “el virus Británico”, emulando a Trump con el “virus Chino”. El ministro de Salud alemán, Jens Spahn, dice que el país debe asegurar vacunas de refuerzo para 2022, incluso si eso significa actuar de forma independiente de la Unión Europea (DW, 2/4).

A finales de abril de 2020, 17 países del espacio Schengen informaron que habían reintroducido los controles fronterizos, no solamente de personas. “Algunos estaban deteniendo la exportación de equipos de protección” (ídem). El 25 de marzo, los líderes europeos acordaron tentativamente seguir controlando las exportaciones, sobre todo a GB, luego del Brexit. El gobierno italiano impidió que un envío de AstraZeneca fuera a Australia en marzo. La centralización en la UE también fracasó cuando algunos países de Europa central amenazaron con “romper filas” y procurarse vacunas rusas y chinas, pasando por encima de las regulaciones de la comisión de salud europea, como es el caso de Hungría.

Crisis de producción y comercialización

Algunos países europeos se opusieron al precio de las vacunas (mrna) de BioNTech, una empresa alemana de biotecnología, en asociación con Pfizer, una empresa farmacéutica estadounidense. Otros diplomáticos sospechaban que Francia y Alemania, el corazón farmacéutico de la UE, apoyaban a sus industrias nacionales; Sanofi, un farmacéutico francés, recibió un gran pedido de vacunas.

A medida que se acercaba el invierno y una segunda ola, Moderna advirtió que Europa estaba demorando las negociaciones. En diciembre, Sanofi como AstraZeneca retrasaron la distribución. En ese momento el aumento de los casos en Europa (en pleno invierno) empeoró las cosas. Se le sumó las variantes de Covid-19 conocida como “la cepa británica” (B.1.1.7), que impulsó la “tercera ola de contagios”, impulsando nuevos cierres en el continente.

El gobierno alemán firmó su propio acuerdo paralelo con Pfizer por 30 millones de dosis adicionales en septiembre. En enero, la Comisión Europea se negó a decir si esto había violado los términos del esquema de la UE.

La Comisión Europea apuesta a vacunar al 70% de la población adulta en julio, pero “las cifras de las encuestas de todo el continente muestran que el público pasó de pensar que las cosas se estaban gestionando bien a mal”, y no se cree poder cubrir esa meta.

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