Tiempo de lectura: 2 minutos
Con 25.000 contagios y medio millar de muertos diarios a causa de la pandemia, habiendo quedado la disputa de la presencialidad escolar en el ojo de la tormenta, Fernández acerca posiciones con Larreta y Acuña en la Ciudad. En función de esta aproximación, luego de una suspensión parcial de clases, acotada al AMBA, por el término de 15 días, el gobierno viene diseñando un esquema de “presencialidad administrada”.
La presencialidad “administrada” consiste en una serie de protocolos, similares a los vigentes hasta ahora, como el mismo Trotta reconoce.
Esta “administración” de la presencialidad, al menos en el AMBA, implicaría que las clases se desarrollen en forma presencial en los niveles inicial y primario. Se eximiría, únicamente, al nivel medio. En cuanto a la provincia de Buenos Aires, dicen desde la administración de Kicillof que "está contemplado en nuestro plan jurisdiccional de regreso seguro a clase”, con presencialidad y escalonamiento (Ámbito Financiero, 28/4).
Este pacto político es la consecuencia de la defensa de un programa capitalista frente a la pandemia – las fábricas y las escuelas no pueden cerrar porque es incompatible con una sociedad basada en la acumulación capitalista, y porque, en forma adicional, significaría financiar las licencias laborales para el cuidado de hijos menores o convivientes de riesgo. El pacto reitera la presencialidad para los niveles inicial y medio, ahora ‘monitoreada’ en tiempo real. Hay evidencia abundante de que el movimiento que genera la presencialidad educativa tiene impacto directo en el aumento de contagios. En Argentina, la asistencia cotidiana de docentes, no docentes, estudiantes, familias y actividades afines mueve de 10 a 12 millones de personas.
La docencia de CABA, mientras tanto, se encuentra protagonizando su segunda semana de huelgas parciales sucesivas, en una suerte de huelga indefinida también ‘administrada’. A esto se han sumado los paros de estudiantes secundarios, y familias de diferentes niveles educativos que optan por no enviar a sus hijos a las escuelas.
Se sigue desarrollando, también, el comité de docentes contra la presencialidad en pandemia – un reagrupamiento de fuerzas que pone la prioridad en la defensa de la salud y la vida, contra los intereses del capital, y que confronta con la adaptación de las direcciones sindicales a las presiones del estado. El movimiento contra la presencialidad en pandemia y sin vacunas, se desarrolla en la Ciudad, en decenas de distritos de la Provincia de Buenos Aires, en el movimiento auto convocado de Tucumán y en las luchas docentes que recorren diferentes provincias.
Mientras tanto, un comunicado de CTERA, que firma con otros sindicatos, incluida UTE, su seccional porteña, proclama que “Primero está la vida. Ya no hay tiempo, hay que parar”, pero no convoca a ninguna huelga. En lugar de llevar la palabra a los hechos, solicita la convocatoria a “una mesa de expertos que señalen las pautas de alarma para tomar medidas”, y apela a un diálogo “regionalizado” para “ir monitoreando el comportamiento de la pandemia en todo el país”. La izquierda ´presencialista´ sostiene esta misma orientación -administremos la peste. La línea oficial es que sin testeos, sin conectividad, sin sistema público de cuidados, sin vacunas y obligados a pagar la deuda pública y respetar los intereses de las patronales, no se puede hacer otra cosa que ‘restringir’ un poco y ‘recular en chancleta’ – lo que se dice jugar con la vida y disimular la bancarrota del régimen social y político vigente.
Estos planteos son un clásico callejón sin salida. No debe ser la opción de los trabajadores.