El PTS lanza un globo de ensayo electoral

Escriben Marcelo Ramal y Julio Quintana

La claridad ante todo, siempre.

Tiempo de lectura: 14 minutos

Acerca de un texto del PTS

El PTS acaba de publicar un globo de ensayo electoral, que incursiona en forma tardía, pero sobre todo oportunista y caprichosa en lo que llama “diferencias políticas no esenciales” (sic), de un lado entre nuestra Tendencia y el aparato oficial del PO, que expulsó en forma sumaria a mil doscientos militantes, y del otro con la izquierda en general y con el PTS. A diferencia de la distinción que hace la cuarentena entre las labores que son esenciales y las que no lo son, en la política socialista eso no se aplica. Es claro para cualquiera que las diferencias que no son esenciales no ocupan ningún espacio propio, ni siquiera en las sectas, que son tales porque sus posiciones no son parte de la agenda de la lucha de clases. Los frentes entre partidos de izquierda, para el caso, no ocurren porque sus protagonistas no tengan diferencias esenciales, sino que responden a los agrupamientos de fuerza que se desarrollan en un momento determinado, para intervenir en una situación política concreta. Un decreto de necesidad y urgencia que establezca que la diferencia de planteos y estrategias entre los partidos de izquierda son “no esenciales”, sólo tiene el propósito de sustituir la política de partido por el movimientismo, donde, como se sabe, todos los gatos son pardos y sus adiestradores son inamovibles.

Derecho de tendencia

El PTS endilga su clasificación de no esenciales a las diferencias políticas con el aparato oficial del PO. Pero lo hace con dos peculiaridades, pues sólo llama a la Tendencia a “sobreponerse” a esas diferencias políticas, y a hacerlo en función de acuerdos electorales indefinidos. Con este movimiento de cintura poco elegante, evita aludir a las diferencias de programa y estrategia con el propio PTS, y de paso con Izquierda Socialista y el MST. Esquiva, al mismo tiempo, a ponerle el mote de camarilla al aparato del PO por haber expulsado a medio partido en base a diferencias ‘no esenciales’.

En tal estado de cosas, la crisis del PO obedecería a rivalidades de carácter personal; el PTS, en cambio, no tiene divergencias ni de principios. En realidad, el PTS está encubriendo al aparato del PO y a sí mismo. Porque la Tendencia, como lo reafirma con su nombre, nunca rompió el PO, sea por divergencias esenciales o no esenciales, personales o colectivas. Reclamó, en conformidad con todos los requisitos que exige el estatuto partidario, el derecho a Tendencia. De modo que antes que se le ocurriera al PTS invitar a diestra y siniestra a “sobreponerse” a las diferencias “no esenciales”, la Tendencia viene librando una lucha que tiene ya dos años, a favor de la discusión democrática, en la forma de Tendencias, dentro del Partido Obrero. Planteamos una cuestión de principios y la unidad del partido -el llamado ‘personalismo’ es un recurso que han utilizado todos los oportunistas o sectarios en la historia, desde Bakunin contra Marx, los mencheviques contra Lenin, el stalinismo contra Trotsky, y para no estrechar el ángulo, los gusanos de Miami contra Fidel Castro. No necesitamos recurrir al oportunismo, como lo hace el PTS, para defender la unidad en la claridad. Mirado desde otro ángulo, el PTS avisa a sus militantes que no va a admitir la formación de Tendencias sobre la base de posiciones que ella calificará de no esenciales. Esto explica que la prensa del PTS pueda fijar posición acerca de los conflictos de frontera entre China y la India, por el control de Nepal, pero que no se haya pronunciado por un asunto más vecinal, pero no por ello menos internacional, como el del derecho a Tendencia en los partidos revolucionarios. ¿O la cuestión de este derecho es “no esencial”? En caso de respuesta afirmativa, esperamos un artículo pronto acerca del error descomunal que habría cometido Trotsky al formar la Oposición de Izquierda, como Tendencia del partido comunista, y pelear durante una década por la reforma política de ese partido acaparado por la burocracia stalinista. Todos estos dislates demuestran que el artículo del PTS es un globo de ensayo electoral, que exime de su lupa esencial-no esencial al conjunto del FIT-U. El PTS, por otro lado, ejerce un derecho de Tendencia, llamémoslo al cuadrado, cuando actúa en forma permanente, sin plazo de vencimiento, dentro de partidos centristas, con autonomía organizativa, a los que defiende políticamente.

La cuestión del derecho a Tendencia viene asociada a algo peor: el recurso al aparato del Estado para dirimir cuestiones de un partido revolucionario. Es lo que ha ocurrido en Tucumán y Jujuy, que fueron intervenidas por una dirección para partidaria (no la elegida en el Congreso). El atropello cometido, en ambos casos, demuestra que el aparato del PO no cuenta con el apoyo del partido, o más claro, es una minoría espantosa, y en el caso de Jujuy, no cuenta con nada, como lo sabe el PTS mejor que nadie. Para el PTS se trata de una cuestión ‘no esencial’, en especial a la hora de tratar cuestiones electorales. ‘Personería mata militancia’. Estamos ante la cuestión ‘no esencial’ de la integración de la izquierda al Estado. Semejante cosa sí debería ser motivo de expulsión – siempre, claro está, con derecho a la defensa. La ‘tesis’ de que un partido no se entromete en las cuestiones de otro es un agravio a la inteligencia de los militantes, luego de décadas de luchas políticas en la izquierda Es oportuno volver a recordar, antes de cambiar de tema, que cuando el actual PTS fue expulsado de las filas del MAS, hace 30 años, Altamira lo denunció, señalando que “el centralismo democrático no admite, por principios, ninguna clase de restricciones al debate de ideas –las que pueden ventilarse en forma de documentos internos, en la prensa partidaria y aún en la prensa y medios de comunicación externos al partido”.(Altamira, la estrategia de la izquierda, p.172). El PTS, una vez más, no considera “esencial” a la cuestión de la democracia obrera, en definitiva, “el derecho y la obligación del militante revolucionario a pensar por su propia cabeza”.

Mientras el PTS “lamenta” las diferencias que no serían “esenciales”, la cuestión se dirime en estas horas entre los más explotados de nuestro campo político, o sea, los compañeros desocupados y precarizados del Polo Obrero, cuyas asambleas se pasan a las filas del Polo Tendencia, porque, ¡oh sorpresa! rechazan los manejos de ‘ordeno y mando’, del Polo oficial. Este desarrollo de la conciencia política de los compañeros más golpeados por el capital, no debe sorprender, porque está asociado al alcance de la lucha contra la burocracia sindical, el aparato de los aparatos del movimiento obrero, y más directamente la lucha contra los punteros del Estado. En los barrios de La Matanza, los desocupados ven lo que “La Izquierda Diario”, “con corresponsales en 70 países”, no puede ni quiere ver.

Regodeo

El globo de ensayo electoral del PTS no sólo pretende convertirse en la Corte Suprema que dirime la ‘esencialidad’ de las diferencias. Asegura que los medios de comunicación de Salta de la burguesía y la burguesía se “regodean” con los choques públicos entre el PO, que integra la Tendencia, y el sector que se referencia en Del Pla.

El PTS, sin embargo, no ofrece ninguna prueba en ese sentido. Por el contrario. En un país donde la disputa en el campo patronal es feroz y descalificatoria, en particular en los medios, nuestro manejo de la controversia ha sido un escuela de pedagogía política; es lo que dicen, al menos, los activistas. Lo del PTS, de todos modos, quizás tenga algo de cierto, porque Cristina Foffani ha calificado públicamente a nuestras compañeras de “delincuentes”. A lo mejor tiene razón, porque ella quiere imponer una legalidad de estado, como en Jujuy y Tucumán, mientras el PO de Salta se atiene rigurosamente a los estatutos de nuestro partido. No es novedad que, para la burguesía, los y las revolucionaria/os no pueden ser sino delincuentes. El PTS, sin embargo, lanza globos de ensayo en connivencia con el grupo de Cristina Foffani. La burguesía, en Salta, es, sin embargo, más sofisticada que el PTS. Godoy, el ex presidente del PJ y de cámara de diputados, ha caracterizado a la crisis del PO de Salta como la última prueba de la omnipotencia política del peronismo, que ha derribado diversas oposiciones en los últimos años y ahora busca refugio en Gustavo Sáenz, el gobernador. Altamira respondió al planteo en una entrevista radial. El aparato – ‘no comments’; el PTS lo mismo, salvo el ‘le hacen el juego a la burguesía’, un viejo recurso del viejo partido comunista para justificar su política. Algo similar a lo de Godoy podrían decir el mendocino Suaŕez y el cordobés Schiaretti. Abramos un debate sobre estos hundimientos políticos y dejemos las pavadas, que son siempre algo más que ‘no esenciales' – son perniciosas.

El PTS no se coloca “por encima de las fracciones”, ha tomado partido activo. En efecto: la adaptación parlamentarista –¿una diferencia programática ‘no esencial’? - ha sido denominador común del PO oficial y del PTS. ¿No contribuyeron juntos, en el Congreso, a darle unanimidad –con excepción de la diputada de Izquierda Socialista- a la ley de “emergencia alimentaria”, un acuerdo sin grietas para sacar a los desocupados de las calles durante una transición política surcada por un derrumbe económico y social sin precedentes? El voto obedeció, como ocurre en la mayoría de los casos con el FIT en el parlamento, al ´qué dirá la opinión pública´, algo que se ve ahora con el planteo de “presencialidad segura”, que ha sido justificada, en especial por el PTS, con ese argumento. El PTS reparte palos a las ‘peleas’ en el PO para sacarle el cuerpo al hecho de que él ha sido el inspirador de esta línea estratégica, que el aparato ha hecho suya. Si hay ‘diferencias no esenciales’ es entre los grupos políticos del FIT, que nunca pueden darle a esas diferencias un carácter programático. Esas diferencias se superan, por eso, por medio de un reparto de apetencias en las listas de candidatos a las elecciones.

¿No compartieron en la legislatura porteña un voto sin precedentes –pero en este caso en la izquierda internacional- a favor del sionismo, en torno de una ley que instauraba el delito de opinión contra cualquier posición antisionista en el país? El PTS y el aparato, que conocieron el proyecto de ley con considerable anticipación, decidieron votar a favor, cuando leyeron que el proyecto ‘permitía’ toda clase de críticas al estado de Israel, con excepción de su condición sionista. Una posición ‘no esencial’, que archivaron como “un error” de los asesores, sin mencionar que la votaron en bloque con el FdT y JxC. Ni antes ni después de la votación, esto fue discutido en el seno del PO.

Esta coincidencia se volvió a plantear en un asunto comparativamente menor: el voto a favor de los negocios inmobiliarios en Boedo. Izquierda Unida no se atrevió a tanto; muchísimo menos Luis Zamora. Esto no puede ser más significativo cuando se tiene en cuenta que el aparato del PO considera al FIT-U actual, una superación estratégica en relación a la alianza del entonces MAS y el partido comunista. Todo el mundo tiene derecho a tirar globos de ensayo electorales, como está haciendo el PTS, e incluso envolverlo en un planteo manipulador – mucho mayor es el deber de ponerlo de manifiesto y de decir las cosas como ellas son.

El PTS, y no sólo él, tampoco considera “diferencias esenciales” a la habilitación de la banca del PO chaqueño al Presupuesto 2020 y, después, a la enajenación de predios del Estado – privatización del patrimonio público. Hace dos años, el PTS prometió que se pondría “a estudiar” esa entregada parlamentaria. La Izquierda Diario no atendió para nada a la vigorosa polémica que entablamos entonces con el ‘Coqui’ del aparato partidario. De tribuna política de un partido revolucionario, el parlamento ha sido convertido, por parte del FIT-U, en un escenario de colaboración de clases. De nuevo, una comparación con Izquierda Unida, cuyo emblema era la “democracia con justicia social”, les resultaría fatal. Quienes aseguran que la burguesía se ´regodea en Salta con las polémicas políticas´, deben haber querido evitar lo mismo en Chaco, donde los privatizadores se han más que regodeado con la habilitación de la izquierda a la venta de terrenos públicos. Cualquier persona llegaría a la conclusión, visto que el FIT no denunció el quórum otorgado en Chaco, que el PTS coincide con esa política; ‘lo que no repudio, lo acepto y acojo`. El grupo empresarial de Tinelli Lammens no se ha ‘regodeado’ con las diferencias en la izquierda por el negociado inmobiliario, simplemente porque el aparato y el PTS han metido la cola entre las piernas y no han querido polémica alguna; ni qué decir de la satisfacción que les ha producido el voto de la izquierda a favor del negociado. El parlamento no ha sido utilizado como tribuna revolucionaria, sino todo lo contrario. Con un adicional: que la adaptación tampoco ha dado resultados prácticos, la aspiración suprema del oportunismo. El Partido Obrero, el único realmente tal, puede reivindicar la sanción de la jornada de seis horas en el Subte, que colaboró a abrir tendencias combativas en la clase obrera pos argentinazo, o el otorgamiento de la gratuidad de la vacuna contra la hepatitis A a los menores de doce años (venciendo la oposición de todos los bloques) o la recuperación de algunas empresas, y diversos proyectos que convertirá en leyes un gobierno de trabajadores, en especial aquellos referidos a la salud pública y a los trabajadores de la salud. No menor: una polémica ininterrumpida de defensa socialista con los representantes de los partidos patronales

Presencialismo

El mayor de los regodeos del gran capital y su Estado es la iniciativa del FIT-U para impulsar la presencialidad en los medios educacionales. La presencialidad escolar es la reivindicación política central de la burguesía mundial. La entiende clave para asegurar la circulación de la fuerza laboral en las fábricas y comercios y, punto fundamental, para evitar la bancarrota de la educación privada. La prensa internacional ya abunda en columnas de opinión que reclaman una reforma radical de la educación pos pandemia, mediante la privatización masiva de escuelas, colegios y universidades. Más cerca en el espacio, ya es objeto de una campaña en la ante-última página de las ediciones de La Nación.

Cuando la presión de la burguesía arreciaba a favor del “retorno a las aulas”, en vez de rechazarla y denunciar su función estratégicamente reaccionaria, la izquierda se sumó al campo de la presencialidad “cuidada”, “responsable” o “con condiciones”, a sabiendas –como también lo sabían los funcionarios del Estado- que ningún esquema de cuidados puede asegurar que las escuelas, en plena pandemia y sin vacunas, no se conviertan en un epicentro de contagios. Los partidos del FIT-U, sin excepción, acompañaron, como segundo violín, a la burocracia oficialista de CTERA, SUTEBA o UTE, negándose a rechazar y denunciar de plano –como sí lo hizo nuestra Tendencia- a la presencialidad letal. El viraje tardío al planteo de que “la suspensión temporal” lo hicieron junto con Baradel y Alberto Fernández, y sobre los hechos –dramática y letalmente- consumados. Para que no quede en el olvido, señalemos que el mayor empeño puesto en la presencialidad ocurrió en Salta, con Claudio Del Plá como bastonero. Dicho todo esto, queda lo fundamental: la izquierda democratizante internacional no acepta que la pandemia se desarrolla como una crisis humanitaria, o sea como un antagonismo histórico irreconciliable entre la organización social capitalista, de un lado, y la salud y la vida del conjunto del género humano. Acostumbrada a entender la polémica política como chicana o la polémica en general como un ejercicio académico, el PTS y sus compañeros de ruta ni se asoman a la cuestión histórica planteada.

En los sindicatos docentes, encontramos al PTS defendiendo a la presencialidad en nombre del qué dirán de la “opinión pública”; el aparato del PO, en sintonía, sostenía que el maestro no tenía más derechos que la cajera o el colectivero que llevaban a su hijo al colegio para luego ir a trabajar. El FIT-U ha convertido en ‘esencial’ a toda la clase obrera - ¡no podría haber un planteo capitalista más integral! En la cuestión de la presencialidad, los partidos del FIT U dejaron de lado la política de clase para abrazar la del electorado, al cual, por supuesto, como ocurre en el parlamento, tampoco se dirigen como socialistas.

Pero las “diferencias” en torno de la presencialidad no tienen un carácter ‘puntual’. Para la izquierda, donde revistan el PTS, el PO oficial y varios otros, la pandemia es un accidente epidemiológico, no tiene un carácter social ni de conjunto. La crisis del capital sigue confinada a la sobreproducción, no es de civilización. Los enemigos jurados del ‘reduccionismo económico’ han mostrado la peor hilacha reduccionista. No siguen a Lenin, cuando advirtió, en el estallido de la primera guerra mundial, “un cambio de época”. Desde la depredación climática hasta la destrucción de los sistemas de salud, pasando por una medicina de mercado, que convierte al ser humano en dependiente indefinido de medicamentos cada vez más caros, la pandemia constituye un salto cualitativo dentro de ese cambio de época. La decadencia del capitalismo como formación social histórica no puede ser malversada como “una tendencia al estancamiento secular”, porque incluso esa tendencia parcial es contrarrestada por el desarrollo de fuerzas cada vez más destructivas. El Covid, antecedido por numerosas plagas en las últimas dos décadas, es asociada por la mayoría de los científicos a la destrucción del medio ambiente. Cuando el desarrollo de las fuerzas productivas plantea al máximo el metabolismo entre el ser humano y la naturaleza, la salida no puede ser sino socialmente consciente, en oposición a la anarquía capitalista. El socialismo es el primer gran paso histórico para superar la alienación del ser humano y el ambiente que le es propio.

Como ha ocurrido en las grandes crisis precedentes, la crisis humanitaria del Covid ha puesto de manifiesto descarnadamente al carácter y la política de las fuerzas sociales y políticas en presencia: la barbarie sanitaria del derechismo y los fascistoides, ejecutada en nombre del capital; la claudicación del progresismo frente a las exigencias de esa barbarie; y finalmente, la adaptación al Estado de la izquierda que, adocenada a la rutina del parlamento, no está dispuesta a convertir a una crisis humanitaria en la premisa de una revolución social.

Unidad de la izquierda

El texto del PTS aborda la cuestión de la izquierda en una forma anti-marxista y no revolucionaria. “Toda corriente –dice - que se reivindica obrera y socialista que se niegue a la unidad para enfrentar a los partidos (sic) burgueses, objetivamente le estará haciendo el juego al régimen”. La lucha por el derrocamiento del estado se ha reconvertido en una pelea contra la partidocracia patronal – obviamente, es como plantea los problemas un electoralista. El PTS debiera haber dicho: ´todo partido que limite la unidad de izquierda a la lucha electoral, está defendiendo al régimen político existente, de palabra y de hecho´.

La unidad en sí misma, al margen de la política y la estrategia, es un recurso popularizado por el stalinismo y los partidarios del frente popular en general. En estos términos, es siempre ´a medida´. Esa expresión pujante de la ´renovación´ como se atribuye a si mismo el PTS, olvida que fue parido por una escisión de la izquierda, no la unidad – rompió con el MAS porque cuestionaba la continuidad de Izquierda Unida, a la cual había apoyado hasta entonces en forma sistemática. En 1985, el MAS rompió un frente ya acordado con el PO, para correr hacia la invitación del partido comunista. Es injusto señalar con el dedo sólo al PTS, porque los grandes escisionistas, primero, y defensores del frente con el PC, después, se encuentran en el MST e Izquierda Socialista. La abundancia de descalificaciones del texto del PTS, como que la burguesía se regodea y el que no está conmigo defiende al régimen, lo coloca en el tercer sub-suelo de la historia de las polémicas políticas. Es un globo de ensayo electoral (hoy se propone, mañana se retira), como lo prueba de que no registra el aval de ninguno de los asociados al FIT-U. La “unidad” de los diputados del FIT, en la legislatura porteña, con todos los partidos del “régimen” en el voto al sionismo y al negociado de Boedo, es indiscutible, pero no hay referencia a ellas en el texto bajo examen. Del Caño logró incluso la unidad con Espert, Lavagna, Macri y Alberto Fernández, nada menos que en un debate presidencial, cuando les propuso a ellos un minuto de silencio por las víctimas de la represión a la rebelión popular en Ecuador. Sólo para ilustrar, Luis Zamora protagonizó un incidente que se hizo viral cuando se negó a darle la mano a Macri para la foto.

La invocación a la “unidad” raya en la perversión, cuando el FIT U hace exhibición pública cotidiana de reyertas. Una “Conferencia Latinoamericana”, hace más de un año, fue desde el comienzo un torneo de chicanas y recriminaciones recíprocas. Han demostrado una dificultad ‘exponencial’ para discutir en forma respetuosa.

Como artífice de la formación del FIT, la Tendencia no acepta lecciones de quienes han hecho horas extras para hundirlo. Nuestro empeño se explica por la claridad que pusimos en caracterizarlo: un frente “oportunista”, que merecía la prueba de la experiencia. Nunca escondimos nada, ni jugamos a las diferencias ‘esenciales’ y las ‘no esenciales’, porque no íbamos a repetir el método del partido comunista.

Café sin cafeína

El PTS nos provee, finalmente, una sorpresa: como los electrodomésticos y la “letra chica”, el título –“El PTS llama a la unidad a toda la izquierda clasista”- muta, como el virus, en el texto. Luego de mandar al infierno a los que osen “rechazar esta unidad”, nos enteramos que “el comité nacional del PTS mandató a los compañeros que integramos la mesa nacional del FIT-U a llevar la propuesta (sic) de que el Frente de Izquierda haga (sic) un llamado abierto a las pocas expresiones de la izquierda que no integran nuestro Frente”. Estamos ante un globo de ensayo electoral ya arreglado en fondo y forma. La mesa del FIT-U mandató el PTS para que mandate a sus delegados a convocar a la “unidad” de la izquierda restante. Entre tantas calamidades epidemiológicas, aparece ahora el Tribunal Federal Supremo de la Izquierda, para dictar sentencia.

Algo se está pudriendo en Dinamarca.

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