Liberan a Pablo Díaz, asesino de nuestro compañero Mariano Ferreyra

Escribe Diego Rojas

Tiempo de lectura: 3 minutos

Pablo Díaz, asesino de nuestro compañero Mariano Ferreyra, ha salido en libertad. Así lo confirmaron fuentes oficiales del Servicio Penitenciario Federal a Política Obrera. Según estas fuentes, el jueves 6 de mayo del corriente año Díaz abandonó el Pabellón 33 del penal de Ezeiza, donde debía cumplir una pena de 18 años. No fue así: la justicia acaba de liberarlo luego de diez años de prisión, cuando restaba todavía la mitad de la condena.

Díaz, que lideraba la Comisión de Reclamos del Ferrocarril Roca, había sido el hombre designado por el fallecido José Pedraza y Juan Carlos “El Gallego” Fernández (que hoy cumple prisión domiciliaria y porta una tobillera electrónica para monitorear sus movimientos) para fungir como jefe de la patota que atacaría a los tercerizados en protesta aquel 20 de octubre de 2010. Luego de atacar dos veces -en colaboración con la policía bonaerense y la federal- a los manifestantes, Díaz planificó el ataque final cuando la movilización había plegado sus banderas y se estaba retirando en el barrio de Barracas. Según testigos del crimen, Díaz le preguntó a Cristian Favale (un lumpen barrabrava contratado para tirar contra los tercerizados) si “había traído los fierros”. Desde el terraplén, Díaz dio la orden de dirigirse corriendo hacia los manifestantes. Se comprobó que Gabriel “El Payaso” Sánchez (miembro de la barrabrava de Racing y ferroviario) y que Favale (del grupo de choque de Defensa y Justicia de Florencio Varela) dispararon a matar, hiriendo gravemente en la cabeza a nuestra compañera Elsa Rodríguez e hiriendo de manera fatal a Mariano Ferreyra, quien fallecería en el hospital Argerich.

El ataque fatal tuvo la complicidad abierta del gobierno kirchnerista de entonces y de las empresas tercerizadoras que se beneficiaban económicamente con el régimen imperante. Al día siguiente del homicidio, el entonces ministro del Interior y hoy interventor de Yacimientos Carboníferos Fiscales, declaró a Ernesto Tenembaum que la policía había actuado a la perfección, una afirmación desmentida durante el juicio, cuando se dio por probada la liberación de la zona para la acción de la patota de la burocracia sindical. El juicio condenó a diez años a dos comisarios responsables de servir a sus patrones gubernamentales y empresariales para la comisión de un asesinato.

Al momento del ataque patotero, “El Gallego” Fernández se encontraba en un evento de Latin Rieles, una revista que agrupaba a las tercerizadoras del sector. Desde su celular se realizaron decenas de llamas a Pablo Díaz para dirigir a la distancia la represión a los tercerizados, que ponían en riesgo un negocio millonario (valga señalar que hoy mismo los gobiernos macristas y kirchneristas continúan con el modo tercerizado y fraudulento que promueve la precarización laboral). Debe señalarse que el mismo José Pedraza era parte del negocio empresarial de las tercerizadas y que, cuando se lo apresó en su domicilio en una torre de Puerto Madero, no tenía expedientes sindicales en su escritorio, sino folletería publicitaria de la empresa tercerizadora Unión del Mercosur.

Hoy, Pablo Díaz está libre

Las condenas a los autores intelectuales y materiales del asesinato de Mariano Ferreyra se lograron a través de una larga y persistente movilización popular, en particular impulsada por el Partido Obrero, organización política en la que Ferreyra militaba. Las constantes movilizaciones y reclamos y la estrategia legal elaborada colectivamente logró que se condene por primera vez a los autores intelectuales de un crimen político, como José Pedraza (que accedió a la libertad condicional y falleció en un pent house en Palermo Chico) y “El Gallego” Fernández, a la vez que a los autores materiales y tiradores, entre los que se encuentra Díaz. Seguimos reclamando que los asesinos cumplan sus penas.

Mariano Ferreyra, nuestro compañero, era un militante socialista y un luchador. Se había movilizado junto a los ferroviarios tercerizados por el pase a planta permanente, es decir, por el fin de la flexibilización. Fue asesinado por una patota de la burocracia sindical comandada por Pablo Díaz. Sus asesinos deben cumplir sus condenas en la cárcel.

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