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Anoche falleció en Villa Constitución Alberto Piccinini, el dirigente metalúrgico que lideró una de las luchas obreras más importantes de la clase obrera en los 70. Piccinini fue parte del clasismo y la corriente antiburocrática que recorrió en profundidad a la clase obrera de aquella década. En Villa Constitución, esa tendencia se expresó, primero, a través de la recuperación de la comisión interna de la estratégica fábrica Acindar, y, luego, en la conquista de la misma seccional de la UOM.
En enero de 1973, la Lista Marrón, dirigida por Alberto Piccinini, conquistó el cuerpo de delegados y la comisión interna de Acindar. La burocracia de Lorenzo Miguel, sin embargo, continuaba en la dirección de seccional. La nueva interna, a través de paros y movilizaciones, consiguió conquistas que aún perduran como derecho adquirido: por caso, en relación a los ritmos de producción, las categorías, los accidentes de trabajo, la insalubridad y el servicio médico de planta.
La actitud combativa de esa interna fue creando una situación de enorme tensión con la patronal y la burocracia de la UOM, que veía cómo en las demás fábricas crecía la simpatía hacia los delegados de Acindar. En el contexto de la crisis política desatada por el desplazamiento del presidente Cámpora, por una derecha que conducía Perón y los grupos de tareas de la burocracia sindical, el avance del clasismo en un centro industrial fundamental, desató una reacción política estratégica. A fines de febrero de 1974, la UOM nacional envió, como interventores de la seccional, a dos provocadores que casi son linchados en una asamblea de la planta. En esa misma fecha, una asonada minoritaria de la Policía de Córdoba derribaba al gobierno de la izquierda peronista.
La burocracia expulsó del sindicato a toda la comisión interna de Acindar. En diversas asambleas a lo largo del día, los trabajadores declararon un paro por tiempo indeterminado y la toma de la planta, con retención de directivos de la empresa. Un día después se sumaron al paro con ocupación de sus plantas los obreros de Metcon y Marathon, expulsando a su vez a la burocracia y eligiendo internas combativas en cada una de las fábricas.
Una larga semana de ocupaciones, con asambleas diarias de hasta 7.000 trabajadores, concluyó, finalmente, con un enorme triunfo: la reincorporación de la interna de Acindar a la UOM; el compromiso del llamado a elecciones en la seccional en el término de 120 días, la destitución de los provocadores al frente de la Intervención, y la constitución de una comisión normalizadora integrada en forma mayoritaria por delegados electos en asamblea. La empresa, el gobierno, la policía, la Justicia y el sindicato asumieron el compromiso de no tomar ninguna represalia por la toma.
Al conocerse el resultado del conflicto, el 16 de marzo de 1974 el pueblo entero de Villa Constitución salió a las calles a celebrar el triunfo de los obreros de Acindar y demás fábricas metalúrgicas de la ciudad, en pleno gobierno de Perón. Esa movilización de 20.000 trabajadores y trabajadoras quedó registrada como “el villazo”, y fue la mayor expresión de lucha del clasismo después del Cordobazo.
El “villazo" fue visto por los luchadores y los activistas de todos los sindicatos como una posibilidad de unir todos los procesos antiburocráticos que se desarrollaban en Córdoba, y de centenares de fábricas del Gran Buenos Aires recuperadas de la burocracia sindical.
Bajo la dirección de Piccinini, el 20 de abril de 1974 fue convocado uno de los plenarios antiburocráticos nacionales más importantes de la historia de la clase obrera, que se reunió en el Club Riberas del Paraná. Allí participaron, entre otros, Agustín Tosco de Luz y Fuerza de Córdoba y René Salamanca del Smata, junto a más de un centenar de representantes de comisiones internas de distintos lugares del país.
El histórico plenario, sin embargo, no culminó con un programa ni un plan de acción. La necesidad de una Coordinadora nacional que emergiera de ese gran plenario, fue planteada por Jorge Fischer, miembro de la comisión interna de la fábrica Miluz y militante de Política Obrera.
En noviembre de ese mismo año, la Lista Marrón, encabezada por Piccinini, gana finalmente las elecciones de Comisión Directiva en la UOM de Villa; derrota ampliamente a la lista de las 62 organizaciones peronistas. Pocos meses después el gobierno de Isabelita y la gran patronal denuncian "un complot subversivo de todo el cordón del Paraná” - o sea, desde San Nicolás hasta San Lorenzo, en Santa Fe. En la madrugada del 20 de marzo de 1975, se produce una verdadera invasión de Villa Constitución, con cuatro mil fuerzas policiales conjuntas, que produjeron unas 150 detenciones y 15 asesinatos. Entre los detenidos estaban los activistas de la CGT regional y los integrantes de la comisión Directiva de la UOM, excepto Luis Segovia, que logró escapar y fue el dirigente indiscutido de la huelga que se desató en respuesta al criminal ataque político del gobierno peronista.
Esa huelga, el 21 de marzo, constituyó un peldaño superior del Villazo. En reemplazo de los dirigentes detenidos se conformó un Comité de Lucha, que mantuvo la huelga durante 61 días, con el apoyo de toda la clase obrera, las familias de Villa y los comités barriales. Día a día los piquetes obreros se enfrentaban con los carneros pagos de otros pueblos, y por sobre todo con los elementos parapoliciales que ya tenían protagonismo nacional. La huelga mantuvo asambleas diarias y el comité de apoyo se extendió a centenares de fábricas del país. Fueron detenidos durante la huelga y pasados a disposición del Poder ejecutivo decenas de activistas de distintas organizaciones de izquierda - entre ellas varios militantes de Política Obrera, que se instalaron en Villa para colaborar con la huelga, como Néstor Correa. Los presos de Villa Constitución fueron trasladados a diferentes cárceles del país, torturados y castigados de diferentes formas.
El 17 de mayo de 1975, una asamblea de 2.500 trabajadores aprobó unánimemente el levantamiento de la huelga. La derrota no borró nunca de los obreros de Villa la conciencia de esa huelga extraordinaria. Después de cinco años de cárcel donde su salud se quebrantó, Piccinini le volvió a ganar la histórica seccional a la burocracia, en 1983.
Bajo el gobierno alfonsinista, la política y la estrategia de Piccinini se convirtió en democratizante. Piccinini era el dirigente más destacado de Poder Obrero, una escisión de corrientes foquistas, que buscaba adaptar el foquismo a las luchas obreras. El giro político lo llevó a apoyar un proyecto de "reforma sindical" de Alfonsín, que también fue acompañado por corrientes de izquierda, como el partido comunista y el morenismo, orientado desde el propio Estado.
Ya alejado de una perspectiva obrera, Piccinini fue constituyente en 1994 y candidato a gobernador por el Frepaso. Agravados sus problemas de salud en su última etapa como dirigente, fue testigo del desmantelamiento de fábricas, cierres como el de Paraná Metal y la tercerización de las grandes plantas.
En la memoria histórica de la clase obrera de Villa, Piccinini será siempre el combatiente del Villazo y de la grande, enorme, gigantesca huelga de marzo de 1975.