Pobreza infantil: 7 millones de chicos en la miseria

Escribe Ana Belinco

Una bomba de tiempo frente al derrumbe capitalista.

Tiempo de lectura: 3 minutos

Mientras que según el último informe del Instituto de Estadísticas y Censos (INDEC), la Argentina cerró el 2020 con un 45,3% de pobreza, equivalente a 20,5 millones de personas. Entre los menores de 14 años, alcanzó el 62,9%. Esto representa casi 7 millones de niñas y niños que viven en hogares sin ingresos suficientes para cubrir una canasta “de pobreza”.

Se llega a estas cifras alarmantes ´a pesar´ de la Asignación Universal por Hijos (AUH) que alcanza a 4,3 millones de chicos y adolescentes menores de 18 años, la tarjeta alimentaria para chicos menores de 6 años y otras ayudas sociales.

Según el INDEC, en la segunda mitad de 2020 la pobreza infantil había alcanzado al 57,7% de la población. Pero se confirmó, a partir de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del cuarto trimestre del año pasado, que había alcanzado el 62,9% entre octubre-diciembre (Clarín, 16/5). Este crecimiento de la pobreza infantil durante los últimos meses del 2020 va de la mano del aceleramiento de la inflación, la recesión, la caída del empleo y la discontinuación del IFE – que alcanzaba a 9 millones de personas.

El conurbano bonaerense, la región más poblada del país, es la que presenta la mayor pobreza infantil alcanzando, el 72,7%. Allí la pobreza aumenta exponencialmente y de forma acelerada, alcanzando actualmente al 51% de la población. Registra, además, el desempleo más elevado del país (14,1%). Al mismo tiempo se ubica en el primer puesto de los aglomerados argentinos con mayor porcentaje de indigencia (15,2%). Resistencia-Chaco, es el segundo aglomerado en el ´podio´ de la pobreza infantil alcanzando el 72,4%; le siguen San Luis y Mar del Plata, con 69,3% cada uno; y luego Corrientes, con el 68,9%.

En el segundo semestre de 2017, la pobreza infantil arrojaba 39,7%, lo que representaba 4,3 millones de chicos. En el mismo período de 2019, trepó al 52,3% alcanzando a 5.700.000 niños pobres. En el segundo semestre de 2020 llegó al 57,7%. Es decir que, en tres años, se generaron 2 millones de nuevos niños pobres. Se convierte así en un fenómeno social en ascenso continuo que compromete el desarrollo de las futuras generaciones al quedar privadas del acceso a una alimentación saludable, a la vivienda, a la educación y a la salud. Este escenario -sumado al hecho de que la mayor parte de los jefes de familias de los hogares que alojan a estos niños son trabajadores desocupados que perdieron el empleo en los últimos meses-, precarizados o subocupados que no tienen cobertura de seguridad social, amplifica la persistencia y la dimensión de la pobreza.

Este aumento de la pobreza alcanzó a todas las franjas etarias: “Entre los que tienen de 15 a 29 años (10,6 millones de personas) la pobreza es del 51,7% o 5,5 millones de pobres. Entre 30 y 64 años (18,4 millones) es del 39,7% o 7,3 millones de pobres. Y entre los más de 65 años (5,4 millones) el 13,6% o 735.000 no les alcanza para cubrir una canasta básica total” (Clarín, 16/5).

La situación social es una bomba de tiempo a los pies de un régimen incapaz de conjugar las contradicciones insalvables de la bancarrota capitalista. En el marco de una degradación social feroz, se impone la organización de una corriente que pueda actuar en todos los terrenos de la lucha de clases -los sindicatos, los lugares de estudio, los barrios y las elecciones- con un programa por vivienda, trabajo y salud para el conjunto de la clase obrera; para acabar con la enorme y creciente crisis habitacional y con la desprotección en la que son inmersos nuestros hijos. Un programa por un gobierno de trabajadores para levantar un mundo libre de todo mal, opresión y violencia, en el cual las infancias puedan desarrollarse plenamente.

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