Rosalía Reyes, perdió el bebé víctima de la explotación

Escribe Agustina Vaccaroni

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Rosalía Reyes, trabajadora precarizada y condenada a 8 años de prisión en febrero de 2020 por la muerte de su hijo recién nacido, acaba de ser absuelta por la Sala I del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, integrada por los jueces Daniel Carral y Ricardo Maidana.

Rosalía trabajaba 12 horas diarias en un frigorífico avícola -creado por la Universidad Nacional del Sur- con un contrato precario. Era su único ingreso monetario para mantener a sus hijos. Ocultó su embarazo por temor a ser despedida. En 2005, ingresó en trabajo de parto a la noche, luego de trabajar desde las 5 de la mañana hasta las 21 horas faenando pollos. Parió en el baño, con inmensos dolores y hemorragias. Tuvo un desmayo. Al despertarse, encontró a su bebé sin vida. Rosalía estuvo detenida un año y en 2006 el defensor consiguió una excarcelación extraordinaria mientras se sustanciaba el juicio. En ese proceso, la mujer huyó de la ciudad a conciencia de que una condena significaba que sus hijos fueran separados e internados en hogares. El calvario de Rosalía se reanudó en junio de 2019, cuando fue reconocida por una cámara en Retiro y detenida.

Los jueces Daniela Castaño, Eugenio Casas y Eduardo D’Empaire, integrantes del Tribunal Criminal N° 3 de Bahía Blanca, la condenaron por homicidio agravado por el vínculo, casi 15 años después del parto y luego de permanecer detenida por 9 meses. El aberrante fallo que la condenó hablaba de “conductas omisivas”, señalando que, por ser madre de otros cuatro hijos, Rosalía “tenía que saber cómo salvar al bebé”.

El objetivo del fallo fue aleccionar a las mujeres pobres y trabajadoras, para quienes el “deber” de ser madre debe sobreponerse a la falta absoluta de condiciones sociales mínimas e incluso sanitarias. El Estado que no garantiza un trabajo en condiciones, obligando a madres a tener que trabajar todo el día para mantener a sus hijos y sin poder tener un servicio de salud adecuado, condena a las mujeres para disciplinarlas. Es la situación calcada que hoy enfrenta Yolanda Vargas en Salta, a quien hace 4 meses se le incendió la casilla de madera donde residía. En esa tragedia fallecieron sus hijos, Thiago y Melani, de 4 y 6 años.

A Yolanda le acaban de negar el sobreseimiento; el juez aludió a la “subjetividad” de los testimonios de amigos, compañeros y familiares en favor de Yolanda. Como sucedió con Rosalía, en este caso no se investigaron ni tomaron en cuenta las condiciones de miseria en las cuales estaba inserta Yolanda, obligada al trabajo precario, sin guarderías donde dejar a sus hijos, sin posibilidades de tener un techo adecuado.

Al ser consultada por la noticia de su absolución, Rosalía no dudó en destacar que, luego de 16 años de lides con la justicia, se imponía un agradecimiento a las “mujeres de pañuelo verde” (FM de la Calle, 16/06). Remarcó que nunca se sintió sola. Es que su libertad primero, lograda en marzo de 2020, y ahora su absolución estuvo acompañada por una campaña de solidaridades de organizaciones locales y más allá de Bahía Blanca también. En aquel momento hubo reuniones con su abogada, Fabiana Vanini, para organizar estos apoyos. Se constituyó un comité por su libertad y absolución. El reclamo por Rosalía estuvo presente, de allí en más, en todas las movilizaciones y actos que realizamos en la ciudad.

Lo sucedido con Rosalía refuerza la necesidad de un camino de organización independiente de las mujeres trabajadoras. Por el pase a planta y salario igual a la canasta familiar, que Rosalía no tuvo. Por guarderías en los lugares de trabajo y estudio, a los cuales sus hijos no tuvieron la oportunidad de concurrir. Por atención médica y psicológica y mayor presupuesto en salud, cuya ausencia llevó a esta situación desesperante a esta mujer trabajadora. La victoria que aconteció ayer da impulso a la campaña por Yolanda. Sus casos, aunque separados por kilómetros, son dos de los miles de ejemplos de penalización y aleccionamiento del Estado sobre las mujeres trabajadoras en este régimen social que enfrentamos con organización y lucha.

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