Dengue en Misiones: otra crisis humanitaria del capitalismo

Escribe Mario Coutouné

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La pandemia y la llegada de las bajas temperaturas han relegado de las primeras planas la epidemia de dengue, que asola a buena parte del país. En particular, la situación en Misiones es grave.

Un reciente estudio de la presencia de larvas de mosquitos en los domicilios indica que los barrios populosos de Posadas han pasado a ser considerados zona roja. No hay información sobre el resto de la provincia. Esta situación es peligrosa dado que buena parte de la población de esta ciudad ya ha tenido una primera infección y por lo tanto es esperable la presencia de muchos casos graves, todo esto se da al mismo tiempo en el que los hospitales están saturados por enfermos de COVID. La reinfección de dengue puede ocasionar fiebre hemorrágica y causar la muerte del afectado.

A pesar de la gravedad de la situación, el gobierno ha dejado de lado cualquier intento de erradicación del Aedes aegypti, el mosquito transmisor del virus del Dengue, y de otros virus como el de la fiebre amarilla, Zika y Chikungunya. Se limita a una política de “contención” que consiste en el bloqueo de una zona con acción intensiva con insecticidas en el domicilio del o los afectados y los domicilios vecinos; luego queda la tarea en cada casa de la eliminación de recipientes que puedan contener agua y albergar las larvas (descacharrizado). De este modo, en cada brote disminuye la masa total de mosquitos y con ello la tasa de infectados, pero sólo hay que esperar el aumento de cierto número de mosquitos para tener otro brote.

El mosquito es el único reservorio del virus. Su erradicación es la piedra angular para erradicar la enfermedad, por lo menos hasta que haya vacunas seguras. La erradicación es una tarea que requiere el rociado o fumigado de la totalidad de los hogares de la provincia en una acción de barrido sistemático del territorio, el descacharrizado, la inversión en viviendas para todo la población y la creación de un sistema de control de vectores. Implica una movilización de recursos muy significativa.

La política de contención que aplica el gobierno de Misiones fue definida en un trabajo de simulación hecho por miembros de la Dirección Nacional de Epidemiologia del Ministerio de Salud de la Nación en el año 2007, en el que se llega a la siguiente conclusión: “El análisis de sensibilidad mostró que sería necesaria una incidencia total de dengue (casos autóctonos e importados) superior a 29 casos por 1.000 habitantes (1.363 casos de dengue y más de un caso de dengue hemorrágico para Clorinda) para que la estrategia de control vectorial resultara más interesante desde el punto de vista costo-beneficio” …..”La variación en las otras variables estudiadas como la tasa de dengue hemorrágico/dengue, el ahorro de días laborables y la disponibilidad a pagar por no sufrir un episodio de dengue o de dengue hemorrágico, no demostraron mayor influencia en el resultado.”

En pocas palabras, el control de vectores solo resulta aceptable en términos de costo-beneficio si la cantidad de casos es considerable – cuando el desastre ya ocurrió. Esto es un recurso formal para justificar el abandono de la política de erradicación, ya que los primeros casos de dengue en Misiones datan de 1998; 22 años después lo único que vemos es el agravamiento de la epidemia.

Hay otros recursos que provee la ciencia como liberar al medio mosquitos Aedes infectados con una bacteria que impide que adquiera el virus, o la liberación de machos estériles para reducir la población total del insecto, pero previamente es necesario reducir de manera drástica la población total del vector y, como continuidad a las medidas propuestas, la estructuración de un sistema de vigilancia de vectores con personal y equipamientos adecuados.

El planteo de erradicación es incompatible en un régimen social que en su agotamiento liquida lo que él mismo creó en materia de salud pública, y lo hace en el altar del pago de la deuda externa, subsidios masivos y tolerancia al contrabando y fuga de capitales.

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