Gustavo Quiroga

Círculo Fabril de Villa Ortúzar.

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El viernes pasado falleció debido al Covid nuestro compañero Gustavo Quiroga, trabajador y activista de Lodiser.

Desde que empezamos a ver con atención el problema del coronavirus, los debates giraron en torno a un problema: ¿cuán limitante puede llegar a ser el orden social capitalista para poder enfrentar esta posible amenaza internacional?

Esta pandemia, fruto de la putrefacta relación que establecemos con la naturaleza y la respuesta coordinada-o más bien boicoteada- por parte de las potencias capitalistas y los monopolios a las que representan, pondría de manifiesto en forma aguda la caducidad de una organización social.

En esos días, cuando los funcionarios se referían a que el Covid es una gripecita, que era un problema de China y que había más gente que se moría por otras enfermedades, o que era una enfermedad de “chetos”; el compañero Ramal había escrito una importante nota Coronavirus: la verdadera pandemia, publicada antes de la llega del virus al país, que leímos con atención para debatir con los compañeros.

Nos encaminábamos a una reunión de círculo compleja, porque en Lodiser, fábrica donde trabajaba Gustavo, se habían quedado sin comisión interna; un paso atrás en la organización, con una burocracia que no estaba organizando a los obreros, ni tenía intención de hacerlo, ni mucho menos convocar a una nueva elección (Con el paso del tiempo, esta situación quedaría sepultada por la reglamentación anti-obrera del gobierno que decretaba la prohibición de asambleas y reuniones y elecciones sindicales).

¡Pero de todas maneras se tenía que discutir el problema del virus en la reunión! Aunque parecía lejano, toda nuestra acción política iba a vérselas con él en poco tiempo. Algunos compañeros miraron con cara rara al responsable cuando encaró toda la situación política desde allí, a excepción de Gustavo, que escuchó con profunda atención.

Desde entonces, y en todas las actividades que desarrollamos como círculo, tanto en las aficheadas de notas centrales, las volanteadas en puerta de fábrica y en la estación del ferrocarril, las marchas o concentraciones de las que hemos participado, siempre fue el más preocupado y que más enfatizó en las medidas de protección, protocolos, etc.

Defendía que nuestras reuniones fueran al aire libre y en plazas, bajo la pandemia con distancia, en un cuadro difícil, pero seguro. Como buen delegado de tus compañeros, responsable ante tus pares, primaba ese espíritu en tus intervenciones y ejemplo.

Faltando tan solo unas semanas para que le tocara vacunarse, habiéndose cuidado como nadie, se contagió la mentada "gripecita", dicen que debe haber sido una cepa más mortífera.

Estabas asustado y dolorido...

Ese virus al que patronales y gobiernos nos exponen día a día, bajo nuestra "propia responsabilidad", con toda la evidencia mundial del peligro que representan las variantes, la extensión de los contagios, el porcentaje alto de no vacunados y menos con las dosis que corresponden, sin mencionar el carácter de emergencia de las vacunas.

El lucro privado no puede ser el fin, lo debe ser la necesidad de los trabajadores de ser vacunados, la necesidad de no exponerse cuando no es esencial hacerlo y que de serlo, se haga bajo las mejores condiciones posibles, y esa posibilidad no estar mediada por un negocio sino por la necesidad social y la potencia productiva.

Gustavo era un obrero sensible y consciente de los enormes problemas a los que se enfrentaban en su fábrica, en un momento de debilidad extrema, al que sus compañeros siempre le consultaban ante las arbitrariedades que en la fábrica se viven. “Reverendo” le decían, con su seriedad característica, monje de la organización anti-burocrática. Defensor del pase a planta para los eventuales, de la lucha contra la destrucción del convenio colectivo y la política criminal de la patronal bajo la pandemia. Defensor de los sábados en casa. Nos quedan de recuerdo, un último testimonio de tu lucha, los audios que mandaste a tus compañeros de círculo tratando de, a pesar de tu deteriorada salud, poner en pie una respuesta obrera ante los ataques actuales y futuros de la patronal.

Gustavo Quiroga, la mejor forma de poder reivindicarte hoy es redoblando la lucha por la unidad de los trabajadores de Lodiser y de la alimentación en general, rama estratégica para estructurar a nuestra clase por una salida ante la catástrofe capitalista, por el socialismo.

¡Hasta la victoria siempre, Gustavo!

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