Turquía se retiró del Convenio de Estambul contra la violencia hacia las mujeres

Escribe Olga Cristóbal

Cuando se cuadriplican los femicidios.

Tiempo de lectura: 3 minutos

El gobierno turco se retiró el jueves 1 de julio del Convenio de Estambul, un tratado internacional firmado en la capital turca en 2011. El convenio propone combatir la violencia hacia las mujeres, las disidencias sexuales y dentro de la familia. Responsabiliza a los Estados por lo que cataloga como una violación a los derechos humanos, introduce una serie de nuevos delitos y establece formas de protección para las víctimas.

El martes, la justicia turca rechazó una apelación que quería evitar la decisión del gobierno islámico de Recep Tayyip Erdoğan. Los argumentos del presidente Erdogan son que el Convenio amenaza “valores familiares” y “normaliza la homosexualidad” al pedir que no se discrimine en función de la orientación sexual.

Miles de personas salieron a las calles de las ciudades más grandes de Turquía. "No seremos silenciados, no temeremos, no nos postraremos", corearon las mujeres entre una multitud que se reunió en la capital, Ankara. "No vamos a renunciar a la Convención de Estambul", decía una gran pancarta violeta” (Reuters, 1/7).

Erdogan arguye que “la lucha contra la violencia contra la mujer no comienza con el Convenio de Estambul ni terminará con la retirada de ella”. Las leyes locales, dice, alcanzan para defender a las mujeres.

Qué pasa con las mujeres

Según estadísticas oficiales, el 38% de las mujeres turcas sufre cotidianamente golpizas y otro tipo de violencia en el hogar.

En 2020, 300 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas. Pero otras 171 “murieron en circunstancias sospechas o su muerte ha sido catalogada de suicidio”, como en caso de una joven que “se cayó” por la ventana cuando discutía con su jefe. Este año, la cifra ya llega a 189 en la primera mitad de 2021. Los datos son del grupo “Pongamos fin a los feminicidios” que afirma que en los últimos cinco años los asesinatos de mujeres se han cuadruplicado. Y que todo se agravó con la pandemia.

La violencia, como siempre, comienza en el Estado. En las cárceles turcas hay más de 5.000 presas con sus hijos (780 de las cuales son bebés). Los penitenciarios las violan con frecuencia, a veces para obtener una confesión contra un pariente. (The Globalist, 6-6)

Las mujeres lesbianas y transgénero se enfrentan a una discriminación generalizada. Es la situación de toda la disidencia sexual. El 28 de junio pasado, la policía reprimió -con un saldo importante de detenidos y heridos- las marchas del orgullo GLTTB, que habían sido prohibidas por sexto año consecutivo.

Aunque la homosexualidad no está prohibida en Turquía -como ocurre en muchos países islámicos- la prédica homofóbica desde los funcionarios del Estado es constante.

Durante la última década, el gobierno promovió una visión conservadora sobre la maternidad y la familia, limitando los derechos que las mujeres habían ganado y agudizando las desigualdades. “La caída de los índices de aprobación llevó a Erdogan a acercarse al electorado más ortodoxo, y los grupos de presión más extremistas están ganando cada vez más influencia sobre las instituciones políticas” (Lifegate, 11/5).

Aunque el aborto sigue siendo legal, el gobierno del AKP multiplicó las dificultades para acceder a la práctica. Erdogan ha criticado repetidamente los métodos anticonceptivos, diciendo, por ejemplo, que "los verdaderos musulmanes no deberían usarlo". Las mujeres que se niegan a ser madres han sido calificadas de “incompletas y deficientes”, mientras que el propio Erdogan ha declarado que los hombres y las mujeres no pueden ser considerados iguales.

Para desalentar el divorcio, se promulgaron varias leyes que reducen la ayuda financiera a las mujeres divorciadas.

El gobierno ha ido desmantelando el sistema de protecciones en caso de abusos o violencia y llegó a proponer la amnistía para los abusadores de menores condenados cuando el delincuente decidió casarse con la víctima.

El desempleo femenino en Turquía llega una tasa asombrosa: el 70 por ciento. “Esto significa que 20 millones de mujeres turcas están excluidas de la fuerza laboral. En 2020, el país se ubicó en el puesto 130 de 153 en el Índice Global de Brecha de Género, que mide el grado de igualdad social y profesional entre hombres y mujeres. (lifegate)

“Desde el fallido golpe militar de 2016, Erdogan ha violado sistemáticamente los derechos humanos básicos de su pueblo y ha marginado sin piedad cualquier oposición a sus planes de difundir su doctrina islamista”, opina Globalist.

“La retirada es la punta de un peligroso iceberg contra los derechos humanos. Transmite a quienes cometen abusos, mutilan y matan un mensaje temerario y peligroso: que pueden seguir haciéndolo con impunidad”, afirmó Agnès Callamard secretaria general de Amnistía Internacional.

Turquía es el primer país europeo que retira de un pacto de derechos humanos. Azerbaiyán y Rusia ni siquiera lo han firmado.

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