Escribe Tribuna de Salud CABA
Pongamos en pie asambleas y coordinemos un plan de lucha unificado.
Tiempo de lectura: 3 minutos
El Hospital Garrahan lleva varias jornadas de paro votadas en asamblea por un 50% de aumento en una sola cuota, contra los aprietes de las autoridades y la burocracia sindical. Es la misma necesidad de todos los trabajadores de la salud pública y privada. Es el momento de generalizar esta lucha a todos los hospitales, clínicas y sanatorios, asociándola a la defensa de un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar.
El paro de Médicos Municipales del martes 13/7 luego del recorte de las licencias fue la respuesta a la evidencia de que el gobierno porteño no tenía otro plan de contingencia frente a la pandemia que ajustar aún más las tuercas contra los trabajadores de la salud. Mientras retacea las licencias a la salud pública, Larreta anuncia el retorno completo a la presencialidad en escuelas y lugares de trabajo. Este nuevo empuje al contagio seguro se da cuando el ministro Quirós asegura la inminencia de una “tercera ola” por la llegada de la variante Delta a la Argentina. El gobierno apuesta a que esta “nueva normalidad” sea bancada por un sistema de salud que ya no aguanta más.
La burocracia de Médicos Municipales festejó el lastre que tuvo que echar el gobierno con las licencias, pero no dijo nada de seguir el plan de lucha por el salario. Vienen de entregarnos con un 30% en cuotas, que ni siquiera cobramos, contra una inflación que se proyecta al 50%, cuando ya veníamos de perder 15 puntos el año pasado. El salario de un profesional ingresante bordea la línea de pobreza. Poco hacen al reconocimiento los bonos miserables de $6500. Por eso, a pesar de la burocracia, el paro del martes fue acompañado por movilizaciones y asambleas.
En el sector privado, la burocracia sindical de Daer convoca a paros, que luego levanta, en acuerdo con las prepagas que buscan arrancarle un tarifazo al gobierno contra los usuarios, es decir, los trabajadores. Sin embargo, las asambleas y cortes se hacen sentir en efectores como el Italiano, Dupuytren, Sagrado Corazón, Británico, entre otros. La defensa del salario debe ser incondicional, no puede supeditarse al lucro de la medicina privada.
Los trabajadores y profesionales de la salud ponemos el cuerpo pero las burocracias sindicales diluyen nuestra fuerza y nos subordinan a las prioridades de gobiernos y patronales. Para ponerle fin a esta situación necesitamos asambleas en los hospitales tanto públicos como privados para votar un plan de lucha unificado. La coordinación es fundamental porque, ante un problema general como el salario, la salida no puede ser sectorial. El camino ya lo marcaron los autoconvocados en Neuquén con una huelga por tiempo indeterminado, que triunfó porque logró el apoyo de toda la población.
La persecución a los activistas de la lucha del Garrahan debe ser entendida en este contexto. Es una práctica que utilizan las burocracias sindicales en conjunto con las direcciones de los hospitales para quebrar a los compañeros que salen a luchar. Además de fondos de huelga, tenemos que aumentar el número de compañeros que se organizan, para poder pegar con un solo puño.
En plena pandemia, tenemos cierre de concurrencias y miles de renuncias en enfermería por la falta de reconocimiento profesional con salarios que no llegan a los 45 mil pesos. El poder adquisitivo de nuestro salario se disuelve mientras los gobiernos ajustan para el FMI y pagan millones de dólares en rescate a bancos, bonistas y empresas. Es claro que la precarización en salud no distingue entre públicos y privados. Tenemos una salud pública desvencijada, de un lado, y una “industria de la salud” que parasita de los fondos públicos y de los aportes obreros, del otro. Para defender la salud, y a sus profesionales, necesitamos un sistema único y estatal, dirigido por representantes de los trabajadores de la salud.
Para conquistar el 50% en una cuota y un mínimo inicial igual a la canasta familiar, hoy en 140 mil pesos, tenemos que marchar a un plan de lucha conjunto de todos los trabajadores y profesionales de la salud, con paros progresivos, movilizaciones y acciones concretas resueltas en asamblea. Pongamos en pie una coordinadora inter-salud que articule la lucha de públicos y privados y nos permita unificar nuestra fuerza.
“La única lucha que se pierde es la que se abandona”, pero en la lucha por la defensa de la vida y la salud los trabajadores no podemos perder ni abandonar.