Tiempo de lectura: 7 minutos
Desde hace algún tiempo, el programa de TN A Dos Voces se encarga de entrevistar en una sola emisión a las cabezas de listas al momento del cierre de las presentaciones. Es lo que volvió a ocurrir e sábado pasado por la noche; la mayor parte de los pre-candidatos en las PASO hicieron uso de la palabra durante algunos minutos. Allí estuvieron, entre otros, Diego Santilli, Victoria Tolosa Paz, Patricia Bullrich (que no es pre-candidata), Leandro Santoro, María Eugenia Vidal y Florencio Randazzo.
La participación de Jorge Altamira y Marcelo Ramal, representando a la lista Política Obrera, o sea a la Tendencia del PO representó por sí misma una importante conquista, fruto de un destacado esfuerzo militante. Jorge y Marcelo demostraron en su intervención que estaban allí en representación de una definida corriente política – el Partido Obrero sin tergiversaciones. Además de Política Obrera, participaron, por el lado de la izquierda, el FIT-U, - el PTS, por un lado, y el MST, por el otro; y el Nuevo Mas. El gran ausente fue el PO oficial, que resignó los primeros lugares en las listas al PTS. En 2015 había ganado el primer lugar en Capital y Provincia, bajó a uno solo en 2017, por la negativa a luchar en las Paso, y ahora fue desalojado por completo, de nuevo por la falta de política propia o independiente en las Paso actuales. Fue comido por un pac man -el PTS- sin lucha y sin pelea, con quejas e imploraciones, sin poder evitar tampoco las Paso que no quería, que tendrá que ‘sufrirlas’ en Capital y Provincia, Córdoba, Chubut y otros distritos. El espectáculo de Del Caño y Bregman, por un lado, y Ramal y Altamira, por el otro, fue visto como la metáfora de un derrumbe del aparato oficial, incluso por numerosos de sus militantes. Visto más de conjunto, como la metáfora de una sucursal del morenismo. Del Caño y Bregman contarán esta vez con los votos del aparato oficial contra Ramal y Altamira. Es una necedad ignorar esta voltereta política.
Los primeros entrevistados de la izquierda fueron los candidatos del PTS. La entrevista arrancó con una interpelación acerca de la llamada “fragmentación de la izquierda”, que Bregman y Del Caño esquivaron con el señalamiento de que el FIT-U representa al 80% de ella y asegurando, antes de ver los resultados de septiembre próximos, que son “la tercera fuerza”. Sacaron patente de corso e ignoraron no ya la “fragmentación de la izquierda” sino del FIT-U; en Córdoba, por ejemplo, IS, enemiga fanática de las Paso, ‘arregló’ con el PTS, para ir contra el aparato del PO y el MST. Esto es una expresión típica de “fragmentación” porque los protagonistas aseguran que no tienen diferencias de principios ni programas, sino que la disputa obedece a los cargos. O sea que invitan a los trabajadores a hacer el trabajo sucio que no pudieron hacer satisfactoriamente entre ellos, como si este papel de jurado fuera lo que los obreros y los jóvenes pretenden, y no una propuesta vigorosa de lucha contra la gran patronal y su Estado. En Córdoba medró en los últimos años Eduardo Salas, que avala una interna luego de haber escrito sandeces, hace pocos días, contra la caracterización de las Paso, por parte de Altamira, como un mecanismo del Estado para contener la disgregación de los partidos históricos de la burguesía nacional en Argentina.
La frase “el 80% de los votos de izquierda están concentrados en el FIT-U”, es significativa. No se refiere a influencia política ni a reclutamiento de trabajadores. Ese 80% está en retroceso desde 2015, en especial en las provincias donde el crecimiento antes había sido explosivo – Jujuy, Salta, Mendoza. El FIT-U presenta sus estadísticas al estilo del FMI, que, en lugar de poner los números, informa sobre el porcentaje de lo que sea sobre el PBI. El PTS acaba de reconocer que ha retrocedido en caudal de militantes en los dos últimos años, que atribuye, en onda kirchnerista, a la pandemia. Ni una palabra acerca de su política electorera y mediática, replegado sobre sí mismo, justificando todo el tiempo, entre propios y extraños, ese electoralismo mediático en el argumento de que “la clase obrera no da”. En la reciente crisis por la presencialidad escolar, adoptó la posición presencialista alegando que es lo que quiere “la opinión pública”. Con esta política, la insistencia autorreferencial en A Dos Voces retrata una completa desnaturalización política.
En esta misma onda del palabrerío y la falta de contenido, los candidatos del PTS sostuvieron que “acá estamos los que priorizamos la unidad”. El macaneo no solo está probado por el rechazo a “unas Paso de toda la Izquierda” que hiciéramos el PO (Tendencia), sino por el trabajo de socavamiento que el PTS hace en sindicatos y centro de estudiantes, por ejemplo, en el Sutna. Fortalecer al FIT-U es apoyar el trabajo de división en el Sutna y en otros sindicatos o lugares de trabajo como Acindar Villa Constitución. El voto a una fuerza de izquierda de orientación pequeño burguesa tiene un doble filo: es, por un lado, un voto contra los partidos patronales, pero constituye, al mismo tiempo, un apoyo inconsciente o no deseado, a una corriente que socava la organización de clase de los trabajadores. En su campaña de firmas por “la unidad”, el PTS buscó la de quienes, como el constitucionalista Roberto Gargarella, pocos días más tarde, apoyarían la intervención norteamericana en Cuba, para hacer valer “libertades y derechos humanos”. El electoralismo es insaciable. Con estos métodos, el PTS cerró una maniobra política ‘unitaria’ que redujo la representación del aparato de Pitrola y Solano en las listas, y luego se largó a las Paso en varias provincias, para completar la faena.
Al final de la entrevista, el PTS llamó al electorado a una “reflexión”: que si la izquierda no se convierte en tercera fuerza, lo hará la derecha. Es decir que es una tercera fuerza del 3 o 4 por ciento condicional – podría quedar cuarta o quinta, detrás de Randazzo o Milei. Cantan victoria a destiempo – es a lo que conduce el electoralismo mediático.
El MST y el NMas, con algunos matices, no se diferenció demasiado del PTS – son ramas de un mismo tronco. Bonelli y Alfano le pidieron a Manuela Castañeira que explique las expectativas del NMas. La respuesta fue enumerar las provincias en las que se presenta y objetivo de “renovar a la izquierda”, o sea que la voten a ella por su edad. Tenemos entonces una competencia entre renovadores, sin que nadie explique por qué entonces van separados. No se recuerda en toda la historia de la Izquierda, planteamientos tan carentes de contenido en medio de una crisis histórica. No ignoramos que esta izquierda produce materiales con más ideas de las que transmite por televisión, pero de esto sólo se desprende que encaran a los trabajadores como un grupo de menores de edad, incapaces de comprender un planteo político.
Por el lado del MST, interpelado por los mismos asuntos, denunció a todo el resto como sectario y dogmático, incluidos sus competidores dentro del FIT-U. Bodart, el pre-candidato del MST, reclamó que “la izquierda se tiene que modernizar, tiene que evolucionar para ponerse un poco a tono con los tiempos que corren”, una suerte del ´socialismo de siglos XXI-XXII´. A nadie se le escapa, sin embargo, que “los tiempos que corren” son los de la decadencia capitalista e incluso de la catástrofe – con bancarrotas, empobrecimiento, pandemia y crisis climática. Cuando los periodistas aprovecharon este ataque reaccionario a la izquierda para indagar si la izquierda se puede “aggiornar” o si es “como muchos dicen que la izquierda en Argentina atrasa”, Bodart fue por más: “nosotros, respondió, somos los que estamos proponiendo eso [aggiornar a la izquierda] y habló de “re-evolucionarnos”, o sea un evolucionismo al cuadrado. Martín Lousteau fundó un grupo, precisamente, que se llama Evolución.
Como se pudo observar, esta izquierda no aprovechó un solo segundo de la exposición que brindó el programa para arrojar algo de claridad al electorado acerca de la situación política y las tareas del movimiento obrero. Las entrevistas en vivo no tienen la misma ventaja que puede tener un texto escrito, meditado y revisado pacientemente, con lo que la mente puede ser víctima de olvidos o errores momentáneos. Pero no fue este el caso. Ninguna de estas respuestas fueron improvisadas, sino que más bien fueron largamente preparadas y memorizadas. No había ninguna intención de aportar alguna claridad sobre algo, sino que más bien se trató de una gran operación de ocultamiento. Detrás del discurso de diferenciarse de los “partidos tradicionales”, esta izquierda ya se ha “aggiornado” a los tiempos que corren, utilizando el espacio en los medios para repetir slogans y frases vacías.
El latiguillo de la “tercera fuerza” esgrimido por los dos partidos del FIT-U busca ofrecerse como una mejor oferta de esta temporada electoral. Con ese motivo destacaron que son “el 80% de los votos de izquierda”. El FIT-U espera una emigración de votos desde el kirchnerismo, con el argumento de que no han cumplido su programa, pero esto no es lo mismo que un voto de clase, o sea por otro programa y por una perspectiva antagónica al kirchnerismo y a los Fernández. No llaman a los trabajadores a romper con los partidos patronales, sino que intentan atrapar a los votos que se caen de esos partidos por su decepción con los gobiernos. No es así como se desarrolla una clase obrera socialista y revolucionaria.
Nuestra corriente participó del programa con otra perspectiva. Nuestros compañeros arremetieron de entrada con la denuncia de que ya está decidido que el Congreso que salga de esta elección vote el acuerdo con el FMI. El propio FMI quiere las huellas digitales del Congreso en el programa que impondrá a los Fernández. Las “cartas marcadas” de esta elección, que denunció Altamira, desenmascaró el carácter de clase de estas elecciones y el engaño político que perpetra el kirchnerismo. El zócalo del programa denunciando el “piripipí” de Cristina Fernández, cuando denuncia al FMI, o cuando lo ataca el Senado, dió en la yugular del oficialismo, que quedó pegado a la oposición macrista. Quedó en claro el carácter falaz e ilusorio de unas elecciones que pivotean en una supuesta grieta, que desaparece ante el Fondo Monetario Internacional. “Si votás a la grieta, gana el Fondo de la miseria y el hambre”. Para imponer las reivindicaciones hay que quebrar a los partidos del FMI.
Política Obrera fue la única corriente, en el meteórico programa, que mencionó la situación que vive América Latina, atravesada por rebeliones populares, y señaló una tendencia a la rebelión en Argentina. Política Obrera aprovechó cada segundo de su participación con este objetivo y asimismo lo hará durante toda la campaña electoral.