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El martes 3 de agosto, la Federación de empleados de comercio (FAECyS), la Cámara Argentina de Comercio (CAC), la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) y la Unión de Entidades Comerciales Argentinas (Udeca), firmaron un reajuste paritario.
El acuerdo consiste en agregar al firmado en abril una “gratificación extraordinaria” por única vez de $4.000 a cobrar durante la segunda quincena de agosto y un “incremento” de 9% a partir de noviembre. Ambas cifras son no remunerativas, por lo cual no se computan con el presentismo, antigüedad, adicional cajero ni sobre el aguinaldo de diciembre.
Simultáneamente, se acordó la prórroga hasta diciembre de las suspensiones (art. 223 bis de LCT), de esta manera seguirán cobrando el salario reducido y se mantiene la cláusula de revisión para enero 2022.
Para nuestro bolsillo no significa ningún aumento frente a la inflación. Ayer mismo el Indec informó que los precios subieron 3,2% en junio; 25,3% en el primer semestre y 50,2% en los últimos 12 meses. En agosto, la inflación del 29% que había anticipado Martín Guzmán para este año en el presupuesto, ya habrá sido superada. Se estima una inflación superior al 50% anual. Los trabajadores de comercio venimos perdiendo un 10% del salario anualmente desde hace cinco años, entre paritarias y la devaluación del peso. Nuestro salario apenas cubre el 50% de la canasta básica familiar, hoy en $120.000, en un cuadro de mayores despidos y suspensiones en el gremio y una desocupación del 20%, que presionan fuertemente al salario.
Nuevamente la paritaria se firma “A través de la vía del diálogo”, dice Cavalieri, remarcando que estos acuerdos y negociaciones se hacen a espaldas de los trabajadores y sin lucha alguna, cuando tendrían que llevarse adelante debates en todos los lugares de trabajo mediante asambleas que mandaten nuestros reclamos salariales y de condiciones de trabajo y el plan de acción necesario para conquistarlos. Contrariamente con la función que debe cumplir un sindicato, evade la organización para seguir beneficiando a las patronales.
Hay una fuerte presión de las bases mercantiles que, en defensa de la salud y la vida en medio de una crisis humanitaria que ha expuesto la pandemia, desde el año pasado no han dejado de ser noticia los cientos de reclamos, protestas y medidas de fuerzas que recorrieron el país. Por los protocolos contra el Covid, por el cierre de los shopping, por la no presencialidad en las call center, por la reducción de la jornada laboral, por el plus por insalubridad que consiguieron los trabajadores de algunos mercados, por imponer el límite de clientes, las retención de tareas y cierres de los mercados por contagios e incluso la apertura de paritarias del año pasado y la más reciente la pelea que están llevando adelante los trabajadores de Garbarino contra los despidos y el reclamo de salario adeudados.
Esto es lo que sirvió de presión a Cavalieri y la oposición burocrática, que tardíamente se colgaron del carro y no por un interés genuino de organizar a los trabajadores para obtener mejores condiciones laborales y salariales, más bien porque se avecinan las elecciones del 2022. Las “medidas” que llevaron adelante como la movilización del 26 de julio de la mano de Ramón Muerza y del sindicato del Cis-CTA no fueron más que un globo de ensayo. Mientras ellos se pelean por nuestro voto, nosotros tenemos que ponerlos en jaque y exponerlos por lo que son, defensores de los intereses de las patronales, que utilizan los mismos métodos podridos que la burocracia sindical oficialista.
La defensa del salario, de la salud y de mejores condiciones laborales solo pueden ser garantizadas si están en nuestras manos. Debemos recuperar el sindicato para los trabajadores, desarrollando las autoconvocatorias y coordinadoras.