El pañuelazo anuncia un gran ascenso de la lucha de la mujer

Escribe Olga Cristóbal

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El jueves 19, miles de mujeres con pañuelos verdes y no pocos jóvenes volvieron a sitiar al Congreso de la Nación, convocadas por la Campaña por el Aborto Legal Seguro y Gratuito y por un cúmulo de organizaciones que participaron de la asamblea preparatoria a dos años del primer gran “pañuelazo federal”. La enorme multitud que asistió a la concentración, en plenas vacaciones y a pocos días del 8 de Marzo, señala que asistimos a una fase de ascenso de la lucha de la mujer, que va a sobrepasar todo lo ocurrido en el pasado reciente.

El espíritu de la concentración era entusiasta y mostraba la experiencia política que dejó en el movimiento de mujeres la traición del Senado hace dos años. “Esta vez sí” y “ahora lo conseguiremos”, fue un grito coincidente. El escenario de un gobierno que promete llevar al Congreso un proyecto de legalización no surge de ninguna reconversión ideológica de un personal político que es mayoritariamente clerical. Por eso se combina con las reservas que despierta; un proyecto que -ya se anticipó- no será el de la Campaña.

La demanda del casi centenar de adhesiones leídas desde el escenario fue el reclamo de la aprobación inmediata del proyecto de legalización de la Campaña y la advertencia de que debe ser aprobado sin cortapisas. “No a la objeción de conciencia”, “Aborto legal, seguro y gratuito”, “Separación de la Iglesia y el Estado”, “Fuera los rosarios de nuestros ovarios”, “Educación sexual laica en todos los niveles de la educación”, las consignas históricas se iban desgranando en las intervenciones y en los carteles, algunos manuscritos, que llevaban las más jóvenes. No es solamente un planteo de salud pública, es un planteo anti-clerical. La inmensa mayoría de las mujeres comprenden que el control de la salud y de la educación, por parte de la Iglesia, es incompatible con el objetivo emancipatorio que anida en el proyecto de la campaña. El movimiento de la mujer desarrolla, a través de la lucha y de la experiencia cotidiana del impasse mortal a que ha sido llevado el país, una concepción cada vez más amplia de sus objetivos

A mediados de la tarde, las referentes de la Campaña leyeron una declaración donde subrayaron que el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo “es el resultado del consenso de cientos de organizaciones" y que “es una exigencia al gobierno nacional y también a los gobiernos provinciales". La declaración contiene dos puntos fundamentales. Admite las asesorías a las personas que quieren abortar, pero subraya que "el acceso a la información sobre el aborto debe ser pertinente, precisa, laica, actualizada y científica” y que no sean “condición necesaria para la realización del aborto". Que "todas las obras sociales, sistemas de salud y prepagas deberán garantizar la práctica de manera gratuita y obligatoria, se debe incorporar al Plan Médico Obligatorio". “Nuestro proyecto no habla de objeción de conciencia, y jamás aceptaremos la objeción de conciencia institucional”, agregaron. No es difícil advertir entonces la fisonomía ideológica que va plasmando el movimiento de lucha de la mujer.

En los últimos días, distintos voceros del gobierno deslizaron que el proyecto oficial admitirá la objeción de conciencia institucional. La advertencia es la prueba de que el oficialismo ha recogido el guante de la lucha del movimiento contra el clero y el fetichismo religioso. Horas después del pañuelazo, el ministro de Salud Ginés González García advirtió que la legalización del aborto “no tiene que ampliar la grieta”, que “la objeción de conciencia es un detalle” y que el presidente mandará su proyecto cuando quiera porque es Fernández “el que define los tiempos políticos”. Cuando la ‘grieta’ realmente importa y no es una chicana entre partidos, la coalición pejota-K propone saltearla.

La objeción de conciencia es el “detalle” que esgrime Ginés, para que en Italia, por ejemplo, a medio siglo de aprobada la legalización del aborto en Italia, el 70% de los ginecólogos sea objetor y haya zonas enteras del país donde no existe una sola institución, ni pública ni privada, que interrumpa el embarazo. Situación similar viven las uruguayas, portuguesas, españolas, irlandesas, mexicanas, y un largo etcétera.

El #19F ha corroborado que para el movimiento de mujeres la legalización del aborto por la sola petición de la mujer es innegociable. Nadie aceptará en este tema lo que el gobierno hace con las jubilaciones, los salarios y las paritarias, donde se jacta de defender a los humildes para mejor liquidar conquistas históricas, y por sobre todo imprescindibles de la clase obrera.

Los compromisos con las Iglesias y con el FMI son incompatibles con la vigencia de los derechos de las mujeres y de los trabajadores.

La concentración del jueves fue un primer paso de un camino que tiene la próxima estación el 8 de marzo, cuando las mujeres ocupemos las calles del país y paremos por el derecho al aborto, en solidaridad con la rebelión de las mujeres desde Chile hasta Irak, para exigir el desconocimiento de la deuda, echar al FMI, por la reorganización del país sobre otras bases sociales.

Foto: RaraAvis

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