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Durante la última semana, la aparición en redes de fotos de la cantante y actriz Jimena Barón, promocionando su último tema ("Putx"), con carteles que simulan los papelitos de promoción de prostitución que vemos en las ciudades, despertó nuevamente el debate sobre este tema y la trata de personas en el movimiento de mujeres. Sobre todo, porque la artista miembro del colectivo Actrices Argentinas, subió a sus redes una foto con Georgina Orellano, la Secretaria General de AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina), organización que hace años realiza un abierto lobby por la regulación de prostitución, agrupada bajo el ala de la CTA. La organización Madres Víctimas de Trata sacó un comunicado respondiendo las publicaciones: “El sistema prostituyente funda sus bases en un entramado oscuro, perverso y poderoso que lejos está de nuestros sueños de libertad y emancipación feministas. Lo sabemos, lo conocemos bien, porque ése es el entramado que se llevó a nuestras hijas” (3/2/20). Como contra respuesta desde AMMAR se realizó una conferencia de prensa donde plantearon que van a presentar un proyecto de ley de regulación de la prostitución y pedirán también la “reforma de la Ley de Trata que criminaliza a muchas compañeras por el solo hecho de organizarse” (Emergentes, 13/2/20).
El debate, envuelto en la dicotomía entre regulacionistas y abolicionistas está teñido muchas veces por señalamientos de características moralistas e individualistas como la soberanía de los cuerpos o la "libre elección", o la no victimización de las mujeres que ya se han empoderado lo suficiente, y plantea una idea de que la cosificación de las mujeres podría modificarse por un deseo o compresión individual. A esta altura del debate, está saldado que, por las dimensiones del tema (miles de mujeres en situación de prostitución para poder sostenerse económicamente y un negocio millonario de explotación esclava detrás), se trata de un problema social, cuya resolución nunca puede tener entonces una salida individual.
Por eso, nos interesa tomar el aspecto material que adopta en este contexto social y político, relativo al sistema capitalista donde se desarrolla, la prostitución y la trata de personas desde una perspectiva marxista, corriente que desde hace casi doscientos años ha escrito sobre el tema, de la mano, por ejemplo, de la socialista Flora Tristán.
En 1902, el Dr. Blesko (médico dermatólogo que se dedicó a investigar enfermedades venéreas y condiciones sanitarias en los prostíbulos de Berlín, a principios del siglo XX), escribía: “Aunque la prostitución existió en todas las edades, es el siglo XIX el que mantiene la prerrogativa de haberla desarrollado en una gigantesca institución social. El desenvolvimiento de esta industria con la vasta masa de personas que compiten mutuamente en este mercado de compra y venta, la creciente congestión de las grandes ciudades, la inseguridad de encontrar trabajo, le dio un impulso a la prostitución que nunca pudo ser soñado siquiera en periodo alguno de la historia humana.”
Para entender las dimensiones de lo que se ha convertido en uno de los negocios más redituables del mundo tenemos que saber que, según el “Informe Global sobre el Tráfico de Personas 2018” (ONU), existen 24,9 millones de personas en situación de esclavitud en el mundo. El 72% del total de las víctimas del negocio de trata los ocupan las mujeres y niñas. Y en un 59% son explotadas sexualmente en el negocio de la prostitución, el rubro de mayor acumulación dentro de la trata. Estamos hablando de casi 15 millones de personas sometidas a la explotación sexual más brutal.
La crisis capitalista que explotó aquel martes negro de 2008 ha profundizado el grado de descomposición social. Los negocios ilegales crecen así en proporción a la caída de los negocios legales. La mayoría de las captaciones de las redes de trata se dan como promesa de trabajo, la generación de una deuda interminable y no tener otra opción de salida laboral. El régimen social capitalista no puede ofrecer a las mujeres trabajadoras una solución a la explotación servil si sus políticas llevan a la desocupación, la precarización, el trabajo en negro y a salarios de pobreza.
En marzo de 2019, fue noticia una familia de Rafaela (Santa Fe) que se dedicaba al proxenetismo, donde se rescata el testimonio de una de las víctimas (de 14 años) que contaba que la obligaban a prostituirse "Todos los días, de 7 de la mañana a 7 de la tarde. (...) Treinta 'pases' por día, 200 o 300 pesos cada uno" (Infobae, 23/03/2019). Una sola chica prostituida deja una ganancia de más de 200 mil pesos mensuales, en una red familiar y en un contexto social de pobreza. Se estima que las redes de trata mundiales tienen una ganancia de 32.000 millones de dólares al año (informe OIT, 2005), suma similar a la del narcotráfico.
Esta enorme ganancia no sólo sostiene los activos de las bancas de todo el mundo, sino que además sostiene al propio aparato político del Estado. La reciente causa de los aportantes truchos son la demostración del lavado de dinero de los negocios ilegales que van a las campañas electorales de todos los partidos patronales, entre ellos la trata de personas. No existe causa sobre casos de trata que no involucre a funcionarios públicos: intendentes, gobernadores, ministros, jueces, comisarios, etc. Una regulación de este tipo habilitaría el blanqueo de millones de dólares, algo que necesita la banca y los supra-endeudados Estados, como lo demuestra las ya realizadas políticas de blanqueo de capitales de fondos no declarados, que realizaron en 2013 el gobierno de Cristina Kirchner y, en 2016, el de Macri. Lo mismo está ocurriendo con las presentaciones de proyectos de leyes para legalizar la venta de drogas. Es decir, un enorme blanqueamiento de activos en un sistema bancario y una economía en quiebra.
En los años 90 en Argentina, se desenvolvió un proceso de organización y sindicalización de las prostitutas en contra de los abusos de proxenetas y policías. En Argentina, se constituyeron las organizaciones ATTTA (Asociación de Travestis Transexuales y Transgéneros de Argentina), primero, y más tarde AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina). Desde nuestro partido, apoyamos la organización de las compañeras, entendiéndolo como una cuestión necesaria para el resguardo de sus vidas y de su única fuente de ingresos. Además de que promover la organización es promover los debates y la deliberación colectiva. La cooptación de estas organizaciones por parte del gobierno kirchnerista, mediante el otorgamiento de ciertas legislaciones, como la Ley de Identidad de Género o el decreto Nº1086/2005, y una cantidad de subsidios, desembocó en una vinculación directa con el negocio de la esclavitud sexual. En 2013, procesaban por trata a la dirigente de AMMAR Capital, Claudia Brizuela, “acusada de usar el gremio como pantalla para disimular la explotación sexual de mujeres” (Página/12, 14/12/13). Poco tiempo antes, la asociación de meretrices había presentado el primer proyecto de regulación de la prostitución. Hasta el día de hoy, tienen acumuladas decenas de causas similares en distintos puntos del país. La referente principal del regulacionismo, Georgina Orellano, actual secretaria general de la Asociación, sostuvo en las comisiones de Mujer y Trabajo Sexual del Encuentro Nacional de Mujeres realizado en Chaco, en 2017, que la regulación tenía también que permitir el proxenetismo, con el argumento de que hay quienes no llegan a la edad jubilatoria y no tienen condiciones físicas para continuar prostituyéndose, por lo que la única alternativa que tienen es regentear otras compañeras más jóvenes. Por ello ahora, anunciaron que van por la modificación de la ley de trata.
La ley de trata, sancionada en el año 2008, está escrita para sostener este negocio millonario de la esclavitud sexual y muy lejos de condenarlo. Más de diez años después, no ha logrado desmantelar ni una red ni ha condenado nunca a ningún funcionario público cómplice y garante. La ley no plantea desde el vamos la incautación de bienes a los tratantes, por lo que todo el dinero recaudado de este negocio millonario sigue en manos de las redes, y muchas veces, como ocurre con el narcotráfico, los proxenetas siguen moviéndolo todo desde sus celdas VIP. Una cuestión fundamental es que no contempla la asistencia económica a las víctimas, por lo que las deja libradas a la suerte de encontrar un trabajo cuando se desarrolla una desocupación creciente. Hemos vivido varias situaciones donde se allanaron talleres textiles clandestinos y los trabajadores se oponían al cierre porque, antes de no tener trabajo ni techo ni comida, prefieren dormir en una cucheta, comer lo que sea y seguir sobreviviendo, a pesar de estar encadenados a la máquina de coser. En un contexto de miseria social no existe la libre elección de nada, sino un sometimiento de supervivencia en la más cruda barbarie.
El movimiento de mujeres merece hacer un balance serio sobre las leyes que han sido sancionadas en los últimos años, al calor de la enorme lucha que se desenvolvió en todo el mundo. Porque de otra forma vamos a asistir a procesos de desmoralización del movimiento de lucha, que ha combatido fuertemente en las calles, logrando una masividad enorme, pero no puede explicar cómo es que la situación de las mujeres y diversidad empeora. Si no hacemos un esfuerzo por ir a la raíz de los problemas, tendremos cada vez más asambleas y movilizaciones vaciadas. Porque además hay sectores que plantean que las mujeres están “planchadas”, es decir no salen a luchar y organizarse, pero poco han intentado explicarles a esas mujeres que se iban a chocar con un estado y régimen social que necesita mantener a la mitad de la clase obrera a raya, para que nadie levante cabeza y así seguir beneficiándose de todas las formas de explotación a la que estamos sometidos y sometidas quienes vivimos de nuestro trabajo.
Asistimos a un debate teñido por el intento de embellecer la situación de violencia y opresión que vivimos las mujeres en el sistema capitalista. En un contexto de hambre y miseria social, con un femicidio cada 22 horas, con casi la mitad de la población femenina sometida a la violencia sistemática y el abuso sexual, y la clandestinidad del aborto, no es posible hablar de libre elección alguna. La burguesía es una clase social que se mantiene a costa de la explotación sexual de 15 millones de esclavas, ¿por qué abandonaría uno de sus negocios más redituables? No es posible que las prostitutas mejoren su situación de vida si existe un entramado enorme con la trata de personas entre empresarios, los funcionarios del estado, el aparato represivo, la justicia y la burocracia sindical (de la cual AMMAR es parte).
Nos quieren vender la idea de que no se puede decir que las mujeres se encuentran vulnerables a la explotación sexual, porque se las está ubicando en el lugar del estereotipo de la debilidad y la desinteligencia, produciendo una revictimización. Pretenden que creamos que en un país donde desaparecen centenares de niñas y mujeres, asesinan a otros cientos, abusan y violentan por miles, no estamos sometidas a un régimen de terror. La vulnerabilidad, provocada por factores externos, y no como una construcción individual “psicológica” o cultural, no es lo mismo que la debilidad o falta de conciencia. Por el contrario, la respuesta a toda esta terrible violencia ha provocado movilizaciones históricas, que han puesto en el centro del debate la responsabilidad del Estado.
Sobre el desarrollo de la crisis capitalista, sentenciamos que la violencia y opresión de las mujeres va a profundizarse. Es por ello, que el límite del planteo abolicionista se encuentra en creer que el fin de esta explotación puede darse en este régimen social. Las socialistas bregamos por la abolición de toda forma de explotación, incluyendo la sexual, a sabiendas de que para ello hay que tirar abajo el sistema y la clase social dominante que la sostiene. La ilusión del reformismo se va a chocar con la realidad material del ajuste capitalista más temprano que tarde.
Apoyamos la organización de las mujeres en todos sus ámbitos, el debate asambleario y el ejercicio de los reclamos urgentes de cada colectivo. Pero no enmarcándolas dentro de una burocracia como la de AMMAR que, cooptación estatal mediante, hoy tienen variadas causas y denuncias por regentear mujeres en distintas partes del país, es decir someterlas a la trata y beneficiarse de su explotación. Tanto es así que, en su proyecto, presentado en 2014, plantea la creación de “cooperativas” y desde el ENM en Chaco han defendido la figura del proxeneta como si fuera una categoría de convenio más. La independencia política del movimiento de mujeres cumple un rol fundamental ante lo sumergidas que se encuentran todas las variantes patronales en el negocio de la explotación sexual.
Exigimos el desmantelamiento de todas las redes de trata, la investigación de todos los funcionarios públicos implicados, la destitución de jueces y fiscales cómplices. La ley de trata debe contener tanto la incautación de bienes de los tratantes, y otorgar contención y seguridad, garantizando a las víctimas una vivienda y un trabajo con salario igual al costo de la canasta familiar. Por supuesto, que un gobierno atado a los planes del FMI no puede desenvolver este plan. Por eso planteamos, fuera el FMI, cese del pago de la deuda financiera y especulativa.
La lucha por la abolición de la explotación sexual debe ir de la mano de la abolición de la sociedad de clases, es decir de la opresión en todas sus formas. Como se ha levantado el pueblo chileno, que tiene a las mujeres a la vanguardia de la lucha, vamos por una asamblea constituyente libre, soberana y con poder, que debata y lleve adelante un verdadero plan de salida a la crisis que defienda los intereses de la clase obrera en su conjunto. Por un gobierno de los trabajadores y las trabajadoras.