Escriben Jorge Altamira y Marcelo Ramal
Crisis política y deliberación popular.
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Según se anticipa en estas horas, Alberto Fernández procedería a un recambio parcial de gabinete con el propósito de obturar la crisis que se ha adueñado del Frente de Todos y de su gobierno. Dice que “los cambios” apuntan a “ordenar la gestión”. Califica de este modo a la cesantía de tres ministros de su palo, entre los que no figura el de Economía, y tres del otro. Para la ´nueva gestión´ no tiene todavía un jefe de Gabinete. En este lugar, CFK pretende a Sergio Massa, no se sabe si por sus relaciones excelentes con Washington, o para alejarlo de la línea sucesoria en caso de vacancia presidencial. La designación del nuevo presidente de Diputados dependería de los resultados en noviembre. La oposición le concedió ese lugar al kirchernismo luego de la derrota del oficialismo en 2009, pero se juramentó varias veces después de que no volvería a cometer ese “error”. Massa no ha aceptado el convite, lo cual no cambia la posibilidad de que pierda esa presidencia, salvo que llegue a un acuerdo con Larreta, lo que supondría un paso hacia el otro lado. Massa no quiere ser un fusible de la crisis, o sea que se ha convertido en otra facción en la pugna.
Alberto Fernández ha sondeado también la posibilidad de un frente ´albertista´ con gobernadores, intendentes, la burocracia de la CGT y los movimientos sociales. Intentó, sin el apoyo de Santa Fe y Córdoba, armar una “liguita” de gobernadores que no prosperó – el sanjuanino Uñac rechazó la jefatura de gabinete, al igual que el tucumano Manzur. El lobbista de los laboratorios tiene su propia Cristina K en la provincia, en la figura del vicegobernador Jaldo. La variante de un golpe de palacio albertista no ha progresado, desairando los consejos de quienes creen que es el momento oportuno para dar vuelta la mesa.
Los audios de la diputada Vallejos, y la carta de la propia Cristina, denuncian la responsabilidad de los propio K en la confiscación que han sufrido los trabajadores con el gobierno “nacional y popular” – incluido el derrumbe sanitario que ha sido reivindicado hasta ahora como el mayor de los éxitos oficiales. CFK llega a la denuncia de crimen de responsabilidad cuando atribuye la reducción del déficit fiscal a una sub-ejecución de partidas sociales. Martín Guzmán podría verse envuelto en una causa judicial. Vallejos, por su parte, rebautiza a la movilidad jubilatorio, que ella dice que se “la hicieron” votar, como una “fórmula de mierda” (sic). Todas estas felonías, que la Vice dice que “las ve en las calles, sin necesidad de estadísticas”, el cristinismo sólo las ´descubrió´ al perder las elecciones. La ejecución del presupuesto 2021, que permitió un ajuste fiscal de entre 6.000 y 8.000 millones de dólares sobre salarios estatales y jubilaciones, fue piloteada en el Congreso por el bloque de Máximo Kirchner. Vallejos, en sus audios, reconoce que “cuando había que privilegiar la salud se eligió la economía”, una filigrana macrista que esconde los subsidios descomunales otorgados a las grandes patronales.
Cristina Kirchner mira ahora espantada las consecuencias de todo esto sobre las elecciones de noviembre – más el escándalo político que significa coordinar una renuncia colectiva de ministros y funcionarios. Esto supera cualquier celebración de cumpleaños en cuarentena. El acuerdo con el FMI, que debía pasar por el Congreso una vez aprobado por el Ejecutivo, ha entrado en un cono de crisis política – tanto para el FMI como para el gobierno. Cualquier compañía de seguros exige al cliente más garantías que las que puedan ofrecer ahora los Fernández. Ni la Vice ni Vallejos aluden al acuerdo con el Fondo en sus diatribas de ayer, lo cual las convierte en papel mojado. Los vituperios lanzados contra el vocero de prensa de AF, no compensan el silencio cómplice acerca de las tratativas con el Fondo. Un desembarco de CFK del gobierno tiene el límite infranqueable de los procesos que se han amontonado contra ella en la Justicia.
Los resultados del domingo han sido ventajosos para el bloque de derechas: la suma de los votos del radical-macrismo, el peronismo republicano y fascismo-libertario de Milei lograron casi dos tercios de los votos en provincia y en la CABA. Ahora emergen quienes sostienen que una lectura de los comicios es la derrota del gobierno, no por la derecha sino por la abstención de una masa irreductible de kirchneristas. No hubo, sin embargo, corte de boletas a favor del matancero K, Fernando Espinoza o la quilmeña K, Mayra Mendoza. Los resultados electorales, el desmembramiento del FdT y una potencial caída del gobierno, ha empezado a conmover a una masa creciente de trabajadores. Las organizaciones sociales del gobierno se han escindido con el avance de la crisis política en las tres fracciones en que se ha dividido el oficialismo en su conjunto: un gobierno albertista, un gabinete proto camporista y una salida de compromiso. Tres rumbos hacia la nada, que deben ser aprovechados para desarrollar en la base una perspectiva independiente de los trabajadores.
El escenario político se presenta singularmente confuso para la clase obrera. La división política del gobierno es vista por muchos como un regalo de Navidad en beneficio de una suerte de Unión Democrática versión 4.0. De otro lado, la suba del desempleo y la caída descomunal de salarios y jubilaciones es sangrienta. El asfalto, el agua potable, la vivienda y la salud están más ausentes que nunca. Pese lo que le pese a Vallejos, que reniega de “la apertura de la economía”, Kicillof y el kirchnerista Gollán siguen abriendo las puertas al virus como Larreta – ´desaforo´ incluido. En este marco, un sector calificado de la clase obrera, aunque minoritario, vuelve a depositar expectativas en un financiamiento internacional, después de un acuerdo con el Fondo.
La responsabilidad de la izquierda democratizante por esta confusión es innegable, porque ofrece nada menos que una salida en términos electoralistas. Ya emite señales de que celebraría un derrumbe mayor del oficialismo en noviembre a manos de JxC y Milei, del cual descuenta para ella algunos puntos más que el 12 de septiembre. Hemos dicho, el lunes mismo y al día siguiente y después, que el país ha entrado en una nueva transición política, que agudizará todos los antagonismos de clases y la lucha de clases correspondiente. La tarea principal -disipar la confusión política de las masas- requiere una fuerte agitación por las reivindicaciones e iniciativas directas de lucha, pero simultáneamente con la organización de una respuesta obrera a la crisis política. Las condiciones para organizar un Congreso obrero, fundamentalmente de activistas y militantes, están reunidas. La preparación y desarrollo del Congreso tendrá un impacto creciente en la masa de trabajadores. El desarrollo de un Congreso obrero permitirá verificar las condiciones de un planteo de poder, para la clase obrera y para los partidos presentes en ella. Es necesario dirigirse al activismo que ha votado y llamado a votar al FdT, que se encuentra ahora en un impasse político que cualquiera puede ver. Las crisis de poder son propicias para despertar políticamente a las masas y para convertir una puja al interior de la burguesía en una lucha de los trabajadores contra el capital, sus partidos, las burocracias sindcales y el Estado.
El derrumbe político no es solamente un privilegio de Argentina – Brasil, en primer lugar, Perú enseguida, Chile, Colombia, Venezuela, Cuba, atraviesan crisis similares más allá de sus diferencias. Más que nunca es necesaria una perspectiva continental e internacional. La derrota norteamericana en Afganistán ha profundizado una crisis en la principal metrópoli imperialista, que ya tiene un largo recorrido – con conato de golpe incluido.
Esta es nuestra política. Desde ahora iniciamos una campaña de asambleas en los barrios y plenarios en sindicatos y lugares de trabajo, para avanzar con pronunciamientos reivindicativos y políticos, o sea en una perspectiva propia de poder.